Una mirada afirmativa de
la sexualidad,
vista a la luz
del amor.
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La Teología del Cuerpo desarrollada por San Juan Pablo II y los métodos naturales de reconocimiento de la fertilidad (MNRF) están profundamente relacionados en su visión de la sexualidad, el cuerpo humano y la apertura a la vida dentro del matrimonio.
1. Visión del uerpo y la sexualidad en la Teología del Cuerpo
La Teología del Cuerpo enseña que el cuerpo humano tiene un significado teológico y que el amor conyugal está diseñado por Dios para reflejar su amor: libre, total, fiel y fecundo. En este sentido, la sexualidad no es solo biológica, sino que tiene un propósito divino y un significado profundo en la unión entre los esposos.
2. Creación del hombre y la mujer en el Génesis: unidad y complementariedad
La diferencia entre el hombre y la mujer no es solo física, sino también en su biología reproductiva. Dios diseñó el cuerpo de la mujer con un ciclo de fertilidad, mientras que el del hombre es continuamente fértil. Esta diferencia, lejos de ser un obstáculo, es parte del diseño divino que permite a los esposos vivir una sexualidad basada en el conocimiento mutuo.
● La mujer y su ciclo de fertilidad: la fertilidad femenina sigue un ciclo con momentos fértiles e infértiles. Los MNRF enseñan a identificar estos períodos, permitiendo a la pareja decidir responsablemente cuándo buscar o posponer un embarazo.
● El hombre y su fertilidad constante: la fertilidad masculina no varía con ciclos, pero al conocer el ritmo de la mujer, el esposo aprende a vivir la sexualidad con respeto y paciencia, desarrollando un amor que se posee a sí mismo.
3. Los métodos naturales y su coherencia con la Teología del Cuerpo
Los métodos naturales no separan el amor del don de la vida. A diferencia de los anticonceptivos artificiales, respetan la apertura a la vida sin alterar el diseño natural del cuerpo.
Además, fomentan la unidad en la pareja. Exigen comunicación y mutuo respeto entre los esposos, fortaleciendo su relación.
Es preciso agregar que también refuerzan la entrega total de los esposos. Según la Teología del Cuerpo, la unión conyugal es un don mutuo y total. Los MNRF permiten vivir esta entrega sin manipular la fertilidad.
4. Espiritualidad y responsabilidad en la paternidad
San Juan Pablo II enseñó que la paternidad responsable significa discernir responsablemente el momento para acoger el don de la Vida, siempre abiertos a la voluntad de Dios. Los MNRF permiten a los esposos vivir esta responsabilidad en conformidad con la enseñanza de la Iglesia.
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Conclusión
Mientras que la Teología del Cuerpo ofrece el fundamento teológico, los métodos naturales proporcionan una forma concreta de vivir esa llamada a la sexualidad auténtica y fiel tal como la pensó Dios para el matrimonio.
La Teología del Cuerpo enseña que la sexualidad y la fertilidad son parte del plan de Dios
para el matrimonio. Los métodos naturales de reconocimiento de la fertilidad (MNRF) permiten a los esposos conocer el ciclo femenino y vivir su relación con responsabilidad, sin alterar el cuerpo ni separar el amor de la apertura a la vida.
Desde el Génesis, hombre y mujer fueron creados con diferencias complementarias, incluyendo su fertilidad. Los MNRF respetan esta realidad y fomentan una relación basada en el conocimiento mutuo, el respeto y la toma de decisiones conjunta. Una forma de vivir la sexualidad de manera consciente y en sintonía con el plan de Dios.
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¡Tener un orden en las cosas es importante, pero es tan difícil! Pensemos, por un segundo, en cuántas cosas hay que hacer en un día: cumplir con el trabajo, gestionar los pendientes del hogar, estar atento a tu pareja, a tus hijos, a tu salud, el ejercicio físico y muchas más.
Muchos hemos pasado por el proceso de ver que, de repente, algo en nuestra vida nos reclama el tiempo y la atención que debíamos darle. Además, hoy por hoy es algo que debemos equilibrar y, en algunas ocasiones, reparar.
¡Cuántas veces no hemos escuchado personas que deben hacer tiempo en su agenda para hacer ejercicio por una vida sedentaria! ¡Cuántas los hijos desarrollan sintomatologías y los padres se dan cuenta que eso ha ocurrido desde hace varios meses o años sin que ellos se enteraran! ¡Otras tantas nuestra pareja nos reclama atención y tiempo de calidad que no le hemos dado! ¡Todas, debido a nuestras ocupaciones! Por eso, hoy te quiero dar unos consejos que tal vez te ayuden a tener más orden.
1. Visualiza las áreas que todo ser humano debería mantener en orden
Hay unos elementos imprescindibles que necesitamos mantener en equilibrio para no sufrir: el descanso, el trabajo, la alimentación, la socialización, la vida espiritual, la afectividad, la economía, el ejercicio físico y los vínculos familiares. Suena mucho, pero son los elementos en los que necesitamos acudir cada cierto tiempo porque hace parte de nuestro programa de vida.
Lograr visualizar esto nos hará entender que nuestro día a día demanda nuestra atención más allá de la actividad laboral. Así, poder visualizar las cosas te permitirá tomar conciencia de que debes hacer un espacio en la agenda para ello
2. Haz un discernimiento constante
Muchas veces el motivo por el cual nos cuesta equilibrar nuestra vida es porque no hacemos un discernimiento verdadero de que es lo que nos pide Dios. Así, mantenemos estáticas ciertas dinámicas de nuestra vida, que nos funcionaron por un tiempo, pero que ya no se ajustan a nuestra realidad: un grupo juvenil, una actividad física, un horario laboral, etc.
A veces nos desconectamos de lo que Dios nos pide y terminamos exigiéndonos de más porque nos acomodamos a ciertas dinámicas. No nos damos cuenta de que, después de cierto tiempo, probablemente hay que reestructurarla. Entonces, lo que es más cómodo y conocido para nosotros no es lo que mayor bien nos hará.
Por eso, es importante examinar nuestra conciencia delante de Dios para entender qué nos pide: “examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes 5:21-23).
3. ¿Algo te quita libertad interior?
Cuando examinamos las áreas de nuestra vida, en algunas ocasiones, encontramos que hay ciertas actividades que nos pueden estar quitando libertad y de las cuales nos volvemos esclavos. Muchas personas pasan horas y horas en el gimnasio, porque se preocupan de más por su físico y eso trae desequilibrio a sus vidas. Otras pasan mucho tiempo trabajando, ya que es el modo como se sienten más valiosos y amados.
La pregunta fundamental es ¿cómo saber si algo me quita libertad en este momento? Una forma de darte cuenta es preguntarse: ¿si dejo de hacer lo que hago o por algún motivo esta actividad se transforma, sé quien soy?
Cuando nuestra identidad se ha volcado tanto sobre algo que hacemos y lo confundimos con aquello que somos, nos empieza a generar distorsiones en la vida. Hay quienes no pueden dejar de trabajar un solo momento, porque sienten que se va parte de su identidad. Otrosno pueden permitirse faltar al gimnasio, porque sienten que faltar es faltarse a sí mismos y pierden libertad.
4. Pon todo delante de Dios
Muchas veces he realizado el ejercicio de examinar todo delante de Dios, como lo dice san Pablo en la cita anteriormente mencionada. En una actitud interior de apertura y confianza preguntarle ¿qué quieres que conserve?; ¿qué quieres que transforme?; ¿qué quieres que deje?
Poder dejar de lado o transformar aquello que no me trae orden y paz me permitirá, seguramente, comprender mejor el llamado de Dios a mi vida
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En conclusión, tener orden nos exige estar permanentemente conectados y conscientes de lo que estamos haciendo en nuestro día a día y estar atentos a los cambios en nuestro momento de vida. Dios, seguramente, nos pedirá transformar ciertas actividades. Para esto es importante poder visualizar las áreas de nuestra vida que demandan nuestra atención y definir cuál será nuestra prioridad.
El inicio de una relación puede ser muy emocionante por el sabor a lo nuevo. Sin embargo, es importante identificar señales de alerta desde el principio para evitar perpetuarse en relaciones poco saludables. Construir un vínculo sano requiere tiempo, amor propio y discernimiento. Este artículo explora seis señales de alerta para tener en cuenta en orden a buscar conexiones basadas en respeto mutuo y amor verdadero. ¡Veamos!
1. Confusión entre buena persona y buena pareja
Un «buen tipo» no siempre construye relaciones sanas. En ambientes católicos, por ejemplo, se puede cometer el error de pensar que el hecho de que una persona sea parte de un grupo religioso o que asista a misa todos los días es garantía de que será un gran esposo o esposa.
La compatibilidad en una relación depende de valores, objetivos y expectativas compartidas, además de la bondad. Es importante evitar idealizar, y evaluar si alguien realmente encaja con tu vida y tus metas. Aunque un Mercedes Benz sea un excelente automóvil, no a todo el mundo le conviene tener uno.
Hazte preguntas como estas: ¿Lo que busco en una pareja está en sintonía con lo que él puede ofrecer a largo plazo? ¿Sus valores y vida cotidiana encajan con los míos?
2. No estar en la misma página
Una relación requiere sincronía y respeto mutuo hacia tiempos y etapas. Si uno quiere casarse ya y el otro espera terminar su carrera para recién pensar en formalizar, uno de los dos (o ambos) se sentirá presionado y angustiado.
Avanzar paso a paso es clave, evitando prisas que puedan indicar inmadurez o idealización, y hay que hacerlo codo a codo. Si las metas o intenciones no coinciden, será difícil construir una base sólida.
El amor verdadero necesita tiempo y compromiso compartido. Cuando llegas a almorzar y ya te quieren servir el postre, claramente ese no es el lugar.
Revisa si la otra persona está haciendo comentarios que puedan indicar que no están alineados. ¿Él ya te propone tener relaciones sexuales cuando apenas sabes su nombre o su dirección? ¿Ella te habla de matrimonio en cuanto cumplieron la mayoría de edad?
3. Negación de una intención seria
No todas las relaciones apuntan de inmediato al matrimonio, pero desde el inicio es crucial que no sea solo un pasatiempo. Aunque hablemos de enamoramientos entre adolescentes, ninguno de los dos puede considerar al otro un juguete. Una relación debe ser un camino hacia el amor verdadero, no una distracción o algo sin significado.
El compromiso no es inminente, pero todas las relaciones deben buscar el bien mutuo y tener un propósito claro. Si una persona usa el cofre de joyas de la abuela para atrancar la puerta, es obvio que no le da valor que posee.
Asegúrate de que ambos estén de acuerdo en que la relación tiene un propósito y no sea para pasarla bien nada más. ¿Te habla mucho de su novio anterior y de que no puede estar sola? ¿Él te ha dicho que no cree en el matrimonio?
4. Falta de empatía y respeto mutuo
El respeto mutuo es esencial en una relación. Aunque se expresen de una manera cariñosa y amable, las decisiones no pueden ser unilaterales. Si desde el inicio detectas desprecio, egoísmo o falta de empatía, son señales de alerta.
Todos tenemos una dignidad que hace que merezcamos ser escuchados y valorados. Una relación saludable se basa en dar, recibir y construir un vínculo de amor genuino, imitando el que Dios nos tiene. El momento en que le damos la misma comida al perro y al pez, no estamos entendiendo lo que cada uno necesita y uno de los dos puede morir.
Presta atención a las pequeñas acciones que reflejan el lugar que la otra persona te da en su vida. ¿Él respeta tus opiniones y escucha tus preocupaciones? ¿Ella le da importancia a lo que es crucial para ti, aunque según ella sea absurdo?
5. Falta de respeto hacia tus valores
Una relación sólida se basa en compartir valores fundamentales como la fe y la visión de vida. Si bien no siempre podrán estar de acuerdo en todo, al menos ambos deben entender que principios y valores son parte esencial de la persona con quien están.
Si una relación te hace cuestionar tus principios o elegir entre ellos y la pareja, ¡big red flag! Más allá de la atracción inicial, el amor verdadero implica crecer juntos a partir de esos valores y desde el respeto mutuo. Si en el medio de una eucaristía alguien se para a insultar a los creyentes diciendo que son borregos sin cerebro, es muy probable que termine siendo expulsado del templo.
Fíjate si las conversaciones giran únicamente en torno a tópicos superficiales. ¿Él se burla de tu religión? ¿Ella intenta cambiar de tema cuando hablas sobre lo que para ti es primordial?
6. No hay coherencia entre palabras y acciones
Otra señal importante ocurre cuando las palabras de la pareja “prometen el cielo”, pero sus acciones no reflejan compromiso, honestidad o apertura. No es lo mismo mostrar el esfuerzo de cumplir con lo ofrecido a pesar de no siempre lograrlo, que recurrir todo el tiempo a excusas ante dicho incumplimiento.
En una relación seriedad y autenticidad van de la mano. Nada habla más claro que las obras, y los actos deben siempre respaldar las palabras. Cuando un gato se frota contra tu pierna y en cuanto quieres acariciarlo te araña, no querrás volverte a acercar a él.
Evalúa si luego de tomar contacto con la otra persona sientes confusión sobre sus sentimientos o pensamientos. ¿Te dice que está interesado en seguir viéndote, pero no te escribe ni te llama? ¿Cuando están juntos ella dice que se siente bien contigo, aunque no deja de mirar su teléfono?
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El amor no debe ser ciego. En las primeras citas, es importante identificar red flags para evitar relaciones poco saludables y tomar decisiones sabias. Recuerda siempre que tu dignidad no depende de una pareja, sino del amor propio, la fe en el plan de Dios para tu vida y relaciones basadas en respeto, confianza y verdad.
Construir vínculos sanos requiere voluntad y valentía para responder a señales de alerta. Si encuentras algunas de estas señales de alerta (u otras), no quiere decir por ley que la relación no pueda funcionar, pero sí hace falta prestar mucha atención para no consentir que te hagan daño por permitir que las cosas vayan más allá de lo que debieron.
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