La fertilidad humana es un evento conjunto. No es fértil la mujer en sí misma, ni lo es el varón en sí mismo. No se puede autoreproducir la mujer en su tiempo de fertilidad, ni el varón. La fertilidad es, justamente, la combinación de ambos factores: masculino y femenino. Cada uno es necesario y, sin embargo, no suficiente por sí mismo. Es el factor combinado lo que se entiende propiamente por fertilidad.
1. La fertilidad es salud
Cuando hablamos de fertilidad, analizándolo en un individuo, se entiende que hablamos de la capacidad de dar vida. En este sentido, la fertilidad debe ser considerada y abordada como un factor de salud. La persona sana es aquella que puede dar vida. Los avances tecnológicos en fertilización asistida han terminado de colocar la fertilidad en una transacción de producto, aunque la fertilidad no es una venta de producto. Sin entrar en los detalles morales, la fertilización asistida pretende dar solución a un problema: lograr el hijo en quienes parecen impedidos de lograrlo naturalmente.
Este acuerdo pasa por alto el abordaje principal de la fertilidad: es una cuestión de salud. Los diagnósticos dejan de tener una relevancia de peso, y se transforman en una búsqueda sin sentido, tiempo perdido, dado que se entiende que el problema se puede “solucionar” con una técnica de fertilización asistida. Así, muchas parejas sin diagnóstico se sumergen en técnicas de fertilización asistida, muchas veces sin éxito alguno, por una condición que no fue ni diagnosticada, ni tratada previamente; otras, con éxito, pero con su problema de salud sin tratar ni revertir; y otras tantas, sin tener certeza sobre sus verdaderas posibilidades de concebir naturalmente.
Por estos motivos, es importante encauzar nuevamente la fertilidad en el marco de la salud, exigiendo un diagnóstico y un tratamiento en caso de necesitarlo.
3. El ciclo es salud
La mujer nace con una cantidad de óvulos fija, y estos irán madurando en su vida fértil. Esta realidad es la que hace su vida fértil está delimitada entre los 13 a los 45 años, de manera aproximada. Durante este tiempo, la mujer se encuentra en ciclos. El ciclo menstrual tiene como evento primordial la ovulación, es decir, la liberación de la célula reproductiva madura y capaz de ser fecundada. Sin embargo, culturalmente ha quedado como el evento más llamativo la menstruación, posiblemente porque resula el evento más evidente para la mujer.
Sin embargo, la menstruación es fisiológicamente consecuencia de la ovulación, y signo de que la mujer se encuentra ovulando de manera cíclica. Esto quiere decir que la menstruación tiene un lugar subordinado a la ovulación, a pesar de que la ovulación es ignorada la gran mayoría de las veces.
La ovulación no es simplemente un proceso por el cual la mujer “puede quedar embarazada”, sino que es salud para el cuerpo de la mujer: una mujer sana debe tener un ciclo sano. Un ciclo sin dolor, con un sangrado que se corresponda con un evento ovulatorio, cuya menstruación no tenga “goteo” al inicio ni al final. El ciclo es la única manera en que la mujer provee al cuerpo de hormonas femeninas. Sin ovulación, no hay producción de hormonas femeninas de progesterona y estrógeno. Esto es importante porque los anticonceptivos hormonales anulan la ovulación y, por lo tanto, anulan también esta producción, privando a la mujer de la salud que le corresponde. Muchas veces estos anticonceptivos se dan en nombre de la regulación del ciclo, pero esto no es así, dado que inhibir la ovulación anula el ciclo.
3. La fertilidad es cíclica
El varón tiene una producción de su célula reproductiva, el espermatozoide, que es lineal —es decir, que no está sujeta a ningún otro evento fisiológico— y continua. Desde los 13 años aproximadamente, en adelante y hasta que muera, el varón va a producir espermatozoides que sean capaces de fecundar.
Con estas dos variables —la lineal, del varón, y la cíclica, de la mujer— es como se define la fertilidad humana. Esto quiere decir que hay un tiempo de fertilidad como de infertilidad natural, marcado por el ritmo del ciclo de la mujer. Si la fecundación depende de la unión de un espermatozoide y un óvulo maduro, y el óvulo maduro está solamente en un tiempo determinado del ciclo, la ovulación delimita cuándo es un tiempo de fertilidad, y cuándo es tiempo de infertilidad. Sin óvulo, no puede haber fecundación.
Es importante saber que la ovulación es móvil y varía de un ciclo a otro. No es estática, ni fija, con lo cual es importante que la mujer y el varón aprendan a reconocer e interpretar los ciclos, y no asuman una ovulación por lo que haya sucedido en los ciclos anteriores. Cada ciclo tiene una ovulación inédita, que no necesariamente sucede como en el ciclo anterior. Los métodos naturales tienen la capacidad de enseñar al varón y a la mujer a reconocer los ciclos e interpretarlos. Son, además, una herramienta para valorar y cuidar la salud personal, proveyendo el conocimiento de la potencialidad y la responsabilidad que el cuerpo, los ciclos y la fertilidad poseen.