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Pornografía y cambios cerebrales

¿Sabías que el usuario promedio de internet pasa más del 40 % de sus horas de vigilia en línea? [1] ¡40 %! Eso es mucho tiempo en Internet.

 

Ya sea viendo una nueva serie de Netflix, navegando en las redes sociales o enviando memes a amigos, todo lo que consumimos transmite un mensaje. Entonces, ¿los medios que consumimos en línea realmente tienen un efecto en nosotros, o se consumen de modo pasivo, y luego se olvidan rápidamente?

 

Innumerables investigadores han realizado preguntas similares desde el comienzo de Internet y, según sus hallazgos, la respuesta corta es «sí»: nuestro consumo de Internet tiene un efecto en la forma en que pensamos y nos comportamos. Desde una salud mental deteriorada [2] hasta una imagen corporal más negativa,[3][4] los estudios son cada vez más claros en cuanto a que lo que las personas consumen en línea tiene el potencial de afectarlos, tanto positiva como negativamente.

 

Con eso en mente, y considerando que aproximadamente el 91,5 % de los hombres y el 60,2 % de las mujeres consumen pornografía, ¿cómo puede estar afectándolos? [5] Décadas de estudios de instituciones académicas respetadas han demostrado los daños de la pornografía en quienes la consumen. En esta línea, analizaremos algunos componentes neurológicos y psicológicos del impacto de la pornografía en los consumidores.

 
 

Por qué la pornografía puede ser difícil de dejar

 

Cuando se trata del tema de la pornografía, una de las preguntas más comunes es si la pornografía realmente puede ser adictiva. La respuesta corta es sí: puede serlo, absolutamente. Si bien es importante recordar que la mayoría de los consumidores de pornografía, incluso muchos a los que les puede resultar muy difícil dejar la pornografía, no califican como “adictos” en un sentido clínicamente diagnosticable, [6] muchos expertos y especialistas en adicciones están de acuerdo en que la adicción a la pornografía es, de hecho, muy real.[7] [8] [9]

 

Debido a que gran parte de la adicción ocurre neurológicamente, algunos expertos han determinado cuatro cambios cerebrales importantes que son comunes en los cerebros adictos: sensibilización, desensibilización, hipofrontalidad, y un sistema de estrés fallido.[10] Alerta de spoiler: las investigaciones confirman que cada uno de estos cambios cerebrales se puede encontrar en algunos casos del consumo de pornografía. La sensibilización, en particular, es lo que más puede dificultar el abandono de la pornografía.

 

Docenas de estudios han demostrado el papel que tiene la sensibilización en el consumo problemático de pornografía. [11] [12] [13] En el lenguaje cotidiano, a veces nos referimos a la sensibilización como la sensación de sentirse “provocado”. Por ejemplo, cuando un adicto experimenta señales específicas relacionadas con su comportamiento adictivo, como imágenes familiares, ciertos lugares, o incluso una hora específica del día, puede experimentar impulsos repentinos increíblemente difíciles de resistir.

 

Cómo la pornografía puede afectar el cerebro como una droga

 

En lo profundo del cerebro, hay algo llamado centro de recompensa. El trabajo del centro de recompensa es liberar dopamina en nuestro cerebro en respuesta a comportamientos que se perciben como positivos, como comer alimentos sabrosos, hacer una buena rutina de ejercicio o disfrutar de un beso. Si bien el centro de recompensa es en gran parte responsable de querer, nuestra corteza prefrontal también es la responsable de frenar esos deseos cuando es necesario.

 

En circunstancias normales, tu corteza prefrontal interrumpiría patrones nocivos para la salud, como el uso de sustancias o un consumo cada vez mayor de la pornografía, y para muchas personas, lo hace.

 

Pero, con la adicción, el “sistema de frenado” de la corteza prefrontal comienza a desgastarse, lo que hace más difícil controlar los comportamientos adictivos.[14] Esta capacidad de toma de decisiones deteriorada se conoce como hipofrontalidad, otro de los cuatro cambios cerebrales principales involucrados en la adicción. Y seguro lo adivinaste: la investigación demuestra que se da hipofrontalidad, al igual que con la adicción a las sustancias, en consumidores de pornografía.[15] [16]

 

Cómo la pornografía puede cambiar el cerebro

 

¿Sabías que gracias a un proceso llamado neuroplasticidad, nuestro cerebro cambia constantemente? Cuando nos involucramos en una actividad, particularmente una actividad placentera ⎯y en especial si implica concentración intensa y repetición⎯, nuestros cerebros se alteran a sí mismos para ser mejores y más eficientes la próxima vez que realicen esa actividad.

 

Pero este proceso cerebral también puede verse abrumado por lo que se conoce como un estímulo supernormal, una forma exagerada de lo que es normal. La pornografía, por ejemplo, puede tomar los estímulos naturales de nuestro cerebro, nuestro deseo de intimidad y conexión, y darnos más cantidad, versiones más exageradas y más “supernormales” de ese deseo. [17] A través del proceso neuroplástico, la pornografía puede cambiar lo que percibimos como normal, deformar lo que nos parece emocionante y hacer que, en comparación, la intimidad real parezcamenos interesante. [18] Estos cambios en nuestras expectativas pueden tener tremendas implicaciones respecto de cómo vemos a los demás y cómo nos posicionamos en las relaciones.

 

Cómo la pornografía puede convertirse en un comportamiento que se intensifica

 

Un tercer cambio cerebral que se muestra en la adicción es la desensibilización, que se refiere a una respuesta al placer entumecida, o a la incapacidad de un consumidor para lograr el mismo “pico” que alguna vez tuvo. Las investigaciones muestran que los consumidores de pornografía pueden volverse insensibles a esta, y que a menudo, para obtener la misma respuesta que antes, necesitan consumir más, buscando formas más extremas de pornografía o una mayor frecuencia. [19] [20]

De hecho, según un estudio de 2016, los investigadores hallaron que el 46,9 % de los encuestados informó que, con el tiempo, comenzaron a ver contenido pornográfico que anteriormente habían desestimado, o que incluso les había disgustado. [21]

 

Cómo la pornografía puede contribuir a desarrollar un ciclo de estrés poco saludable

 

A pesar de que el estrés en realidad puede ser ⎯con moderación⎯, un motivador saludable, los expertos en adicciones consideran que un sistema de estrés que funciona mal es otro cambio cerebral común a todas las adicciones. [22] En pocas palabras, cuando una persona sufre de adicción, su respuesta al estrés y su adicción se entrelazan de formas poco saludables.

 

En lugar de llevarlos a responder de manera adecuada a los desafíos de la vida, el estrés los conducirá aún más a su adicción. Del mismo modo, cada vez que se separan de su adicción, experimentarán intensos sentimientos de estrés y ansiedad ⎯también conocidos como “abstinencia”⎯, y ello creará un ciclo poco saludable. Es decir: para quienes sufren de adicción, el estrés y la ansiedad no estimulan el crecimiento ni la acción positiva, sólo alimentan el ciclo adictivo.

 

Si bien este es el aspecto de la adicción a la pornografía menos estudiado por los investigadores, los estudios exponen la existencia de sistemas de estrés fallidos en los consumidores. [23] [24] [25]

 

* * *

 

¿Es la pornografía tan inofensiva como la sociedad dice que es? Según hemos podido comprobar a lo largo de este artículo, no lo es: los cuatro cambios cerebrales relacionados con la adicción se han encontrado en casos de consumo de pornografía.

 
 

ORIGINAL: https://fightthenewdrug.org/3-reasons-why-watching-porn-is-harmful/

 
 

En las partes 2 y 3 del artículo, que publicaremos próximamente, comentaremos las consecuencias de la pornografía respecto de las relaciones interpersonales y de la cultura en general.

 
 

[1] DataReportal. (2020). Digital 2020 global digital overview. (No. 1). Retrieved from

 

[2] https://www.slideshare.net/DataReportal/digital-2020-global-digital-overview-january-2020-v01-226017535

Hökby, S., Hadlaczky, G., Westerlund, J., Wasserman, D., Balazs, J., Germanavicius, A., Machín, N., Meszaros, G., Sarchiapone, M., Värnik, A., Varnik, P., Westerlund, M., & Carli, V. (2016). Are Mental Health Effects of Internet Use Attributable to the Web-Based Content or Perceived Consequences of Usage? A Longitudinal Study of European Adolescents. JMIR mental health, 3(3), e31. https://doi.org/10.2196/mental.5925

 

[3] Fardouly, J., & Vartanian, L. R. (2016). Social media and body image concerns: Current research and future directions. Current Opinion in Psychology, 9, 1-5. doi: https://doi.org/10.1016/j.copsyc.2015.09.005

 

[4] Aparicio-Martinez, P., Perea-Moreno, A. J., Martinez-Jimenez, M. P., Redel-Macías, M. D., Pagliari, C., & Vaquero-Abellan, M. (2019). Social Media, Thin-Ideal, Body Dissatisfaction and Disordered Eating Attitudes: An Exploratory Analysis. International journal of environmental research and public health, 16(21), 4177. https://doi.org/10.3390/ijerph16214177

 

[5] Solano, I., Eaton, N. R., & O’Leary, K. D. (2020). Pornography Consumption, Modality and Function in a Large Internet Sample. Journal of sex research, 57(1), 92–103. https://doi.org/10.1080/00224499.2018.1532488

 

[6] Love, T., Laier, C., Brand, M., Hatch, L., & Hajela, R. (2015). Neuroscience of Internet Pornography Addiction: A Review and Update. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 5(3), 388–433. https://doi.org/10.3390/bs5030388

 

[7] Love, T., Laier, C., Brand, M., Hatch, L., & Hajela, R. (2015). Neuroscience of Internet Pornography Addiction: A Review and Update. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 5(3), 388–433. https://doi.org/10.3390/bs5030388

 

[8] Stark R., Klucken T. (2017) Neuroscientific Approaches to (Online) Pornography Addiction. In: Montag C., Reuter M. (eds) Internet Addiction. Studies in Neuroscience, Psychology and Behavioral Economics. Springer, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-319-46276-9_7

 

[9] De Sousa, A., & Lodha, P. (2017). Neurobiology of Pornography Addiction – A clinical review. Telangana Journal of Psychiatry, 3(2), 66-70. doi:10.18231/2455-8559.2017.0016

 

[10] Volkow, N. D., Koob, G. F., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiologic advances from the brain disease model of addiction. N Engl J Med, 374(4), 363-371. doi:10.1056/NEJMra1511480

 

[11] Voon, V., Mole, T. B., Banca, P., Porter, L., Morris, L., Mitchell, S., Lapa, T. R., Karr, J., Harrison, N. A., Potenza, M. N., & Irvine, M. (2014). Neural correlates of sexual cue reactivity in individuals with and without compulsive sexual behaviours. PloS one, 9(7), e102419. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0102419

 

[12] Snagowski, J., Wegmann, E., Pekal, J., Laier, C., & Brand, M. (2015). Implicit associations in cybersex addiction: Adaption of an Implicit Association Test with pornographic pictures. Addictive behaviors, 49, 7–12. https://doi.org/10.1016/j.addbeh.2015.05.009

 

[13] Gola, M., Wordecha, M., Sescousse, G., Lew-Starowicz, M., Kossowski, B., Wypych, M., Makeig, S., Potenza, M. N., & Marchewka, A. (2017). Can Pornography be Addictive? An fMRI Study of Men Seeking Treatment for Problematic Pornography Use. Neuropsychopharmacology: official publication of the American College of Neuropsychopharmacology, 42(10), 2021–2031. https://doi.org/10.1038/npp.2017.78

 

[14] Hilton, D. L., & Watts, C. (2011). Pornography addiction: A neuroscience perspective. Surgical neurology international, 2, 19. https://doi.org/10.4103/2152-7806.76977

 

[15] Kühn, S., & Gallinat, J. (2014). Brain structure and functional connectivity associated with pornography consumption: The brain on porn. JAMA psychiatry, 71(7), 827–834. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2014.93

 

[16] Negash, S., Sheppard, N. V., Lambert, N. M., & Fincham, F. D. (2016). Trading Later Rewards for Current Pleasure: Pornography Consumption and Delay Discounting. Journal of sex research, 53(6), 689–700. https://doi.org/10.1080/00224499.2015.1025123

 

[17] Hilton D. L., Jr (2013). Pornography addiction – a supranormal stimulus considered in the context of neuroplasticity. Socioaffective neuroscience & psychology, 3, 20767. https://doi.org/10.3402/snp.v3i0.20767

 

[18] Voon, V., et al. (2014). Neural Correlates of Sexual Cue Reactivity in Individuals with and without Compulsive Sexual Behaviors, PLoS ONE, 9(7), e102419. doi:10.1371/journal.pone.0102419

 

[19] Albery, I. P., Lowry, J., Frings, D., Johnson, H. L., Hogan, C., & Moss, A. C. (2017). Exploring the Relationship between Sexual Compulsivity and Attentional Bias to Sex-Related Words in a Cohort of Sexually Active Individuals. European addiction research, 23(1), 1–6. https://doi.org/10.1159/000448732

 

[20] Banca, P., Morris, L. S., Mitchell, S., Harrison, N. A., Potenza, M. N., & Voon, V. (2016). Novelty, conditioning and attentional bias to sexual rewards. Journal of psychiatric research, 72, 91–101. doi: 10.1016/j.jpsychires.2015.10.017

 

[21] Wéry, A., & Billieux, J. (2016). Online sexual activities: An exploratory study of problematic and non-problematic usage patterns in a sample of men. Computers in Human Behavior, 56, 257-266. doi: https://doi.org/10.1016/j.chb.2015.11.046

 

[22] Volkow, N. D., Koob, G. F., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiologic advances from the brain disease model of addiction. N Engl J Med, 374(4), 363-371. doi:10.1056/NEJMra1511480

 

[23] Jokinen, J., Chatzittofis, A., Nordström, P., & Arver, S. (2016). The role of neuroinflammation in the pathophysiology of hypersexual disorder. Psychoneuroendocrinology, 71, 55. doi:https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2016.07.144

 

[24] Jokinen, J., Flanagan, J., Chatzittofis, A., Öberg, K., & Arver, S. (2019). High Plasma Oxytocin Levels in Men With Hypersexual Disorder. Neuropsychopharmacology, 44, 114–114. Retrieved from http://urn.kb.se/resolve?urn=urn:nbn:se:umu:diva-168967

 

[25]Chatzittofis, A., Arver, S., Öberg, K., Hallberg, J., Nordström, P., & Jokinen, J. (2016). HPA axis dysregulation in men with hypersexual disorder. Psychoneuroendocrinology, 63, 247–253. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2015.10.002

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