Los expertos en la vida de pareja recalcan la importancia de hacer el amor para tener una vida de pareja sana. Y algunos se preguntan: ¿cada cuánto? ¿Es normal una vez a la semana? ¿Dos? ¿Dos a la semana o dos al mes?
Conozco muchos hombres que se quejan de que lo hacen menos que antes. Hay mujeres que se quejan de que él no lo hace como antes. Surgen muchas preguntas: ¿cuánto?, ¿cómo?, ¿cuándo? Y yo les digo: «Hay que hacer el amor muchas veces al día».
Mucha gente habla de lo importante que es hacer el amor para tener una vida de pareja sana. Pocos profundizan para concretar si se trata de relaciones de calidad, de cantidad, del cómo, del cuándo y del porqué. Sin embargo, la realidad es que vivimos en una sociedad muy sexualizada en la que el sexo tiene un papel primordial. Pero… ¿de verdad tiene ese papel tan importante en la pareja?
La frecuencia
Los hombres hablan de sexo. Es algo habitual. Y se quejan. Se quejan mucho, y hacen gracias con sus amigos sobre el tema. Una queja habitual es la escasez. Siempre parece que tienen menos relaciones que antes. O menos de las que necesitan. En cualquier caso, muchas menos relaciones que al principio. Parece que siempre van a menos… Y las echan de menos, claro.
Es el típico tema de chicos: que si mi mujer pasa de mí, que si yo ya no lo hago tan a menudo… Parece que el problema podría resumirse en una palabra: la frecuencia. O, más bien, la escasa frecuencia de sexo.
¿Y qué significa para el hombre esta escasa frecuencia? De alguna manera, el hombre se siente rechazado por su mujer, y no se encuentra a gusto en la relación. Porque el hombre necesita sentirse admirado, sentirse importante, sentirse alguien para ella. El hombre se siente profundamente atraído por las mujeres que le admiran, con las que se siente importante. Si quieres hacerle daño a un hombre, no le hagas caso: ignórale.
Entonces, si la mujer, de forma habitual, no quiere mantener relaciones íntimas, el hombre se siente rechazado. «No le gusto, no me quiere», piensa. Para él la escasa frecuencia significa no sentirse admirado, y, por tanto, no querido. Probablemente la mujer le quiera, incluso le admire, pero para él, la interpretación es que no. O no mucho, o no tanto como él quisiera. Le hace no sentirse feliz.
El cuidado amoroso
Las mujeres se quejan también. Dicen que ellos no son tan «fogosos» como al principio. Que van a lo que van. Aquí te pillo, y aquí te mato. Y punto. Se quejan de que toda la parnafernalia ha pasado a una etapa más básica, más plana, más física, más… superficial. Lo echan de menos.
Echan de menos la fogosidad y los preparativos del principio. Todo se convierte en un “pim-pam-fuera”. En este caso, echan de menos, el interés, la parafernalia, la fogosidad… Se podría resumir en una expresión: el cuidado amoroso.
Ese cuidado amoroso se concreta en un «me encantas y me pareces muy atractiva», o en un «me atrae cómo te mueves», o «me apasiona cómo miras» o «me gusta cuando me das la mano». Y de muchas formas más. Atracción, miradas, olores, caricias: así es como la mujer se siente querida.
Y ella necesita sentirse querida. Siempre querida, con detalles concretos que los hombres muchas veces no sabemos demostrar. Es toda esa parafernalia que precede al momento más físico. Es la antesala, que para ellas resulta más importante, o igual de importante que el hecho en sí. Y aquí pasa lo mismo que en el caso del hombre: el hombre probablemente la quiera, y mucho, pero no se lo sabe demostrar como ella lo necesita.
Depende de ti
Cuando me encuentro con amigos que se quejan de la frecuencia (o sea, de la baja frecuencia) del sexo, me gusta darle la vuelta a la tortilla: «Oye: eso depende de ti».
Eso es que te lo tienes que trabajar más. ¡Haz el amor muchas veces al día! Lo primero que tienes que hacer es entender qué es eso de hacer el amor. Para ella (y para ti también debería serlo), hacer el amor es algo mucho más amplio. Va mucho más lejos de lo meramente físico. Hacer el amor es demostrarle a ella que le quieres con detalles: una llamada a media mañana al trabajo, sin venir a cuento; un WhatsApp con unos corazoncitos rojos, y luego unos amarillos y luego unos azules…, y una bailarina cuando te contesta… Y luego una llamada y luego unas flores, la cena preparada y los niños ya bañados para cuando llegue a casa… Eso es hacer el amor.
Eso hace que ella se sienta querida, que se sienta atractiva, que se sienta sexy, y que se sienta que tú le quieres con una mirada que va mucho más allá de lo físico.
Y entonces te aseguro que terminarás llegando a lo físico. Te lo aseguro.
Y, si no es hoy, es que hay una carencia acumulada, y tendrás que trabajártelo más durante una temporada… Si no se siente querida y tú quieres amor físico, entonces ella se siente utilizada, se siente mal. No le gusta. Lo puede hacer por ti, pero a la larga, ni tú ni ella saldréis contentos de la situación. Y, si no sale contenta, lo buscará menos. Si disfruta a tope, querrá más. Más frecuencia.
La mujer tendrá también que entender que la situación para él es diferente que para ella. El varón es mucho más físico. Él se siente querido si se siente admirado. Si eres tú la que echas de menos los piropos, las caricias y los mimos del principio, te digo lo mismo: «¡Eso depende de ti!». Eso es que te lo estás trabajando poco. Si le dices con frecuencia lo gordo que está, lo mal que hace la cena, lo poco detallista que es contigo y, en general, lo mal que lo hace todo (de verdad, conozco muchos hombres que se sienten así con sus mujeres), todo eso hace que no se sienta admirado por ti, que no se sienta querido.
Y por eso, lo que puede buscar en ti es un desahogo físico, porque si no se siente admirado, probablemente tampoco le parezcas atractiva… ¡Qué pena! ¿Verdad?
Atención a los detalles
¿Cómo hacer el amor muchas veces al día? Pues poniendo interés en los detalles. Tanto él como ella. ¿Que uno quiere más frecuencia? Pues hay que trabajárselo más. Más detalles de amor con ella durante el día.
¿Que ella quiere que el otro sea más fogoso? Pues igual, a trabajárselo más. Más detalles. Más admiración y más atracción. Busca cuáles son esos detalles que son importantes para el otro. Trabájalo a lo largo del día, a lo largo de la semana.
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Para hacer el amor muchas veces al día, resulta importante mantener el fuego vivo durante todo el día. Si no, no hay fuego, no hay llama, no hay fogosidad. Si no, todo frío. Si no, él se quejará de que lo hacen pocas veces, y ella de que él es poco fogoso…
¡Ah! Y hablad las cosas. Deciros lo que sentís con cariño y con delicadeza, pero decíroslo. Si tú no le dices a ella que te gustaría hacerlo más veces (y si no se lo dices con cariño, con delicadeza, con… amor), es probable que ella no se entere. Y que te quedes con la ganas. Y si tú quieres que él sea más fogoso, pues dale pistas. Dile lo que te gusta.
Díselo claramente, porque muchas veces los hombres no nos damos cuenta de los detalles importantes. Nos gusta que nos lo concreten: «Oye, ver tu WhatsApp con los corazones al salir de mi reunión me ha dado oxígeno. Es que siempre estás en los detalles». A veces es tan sencillo como eso…
Hablar sobre los afectos, sobre las caricias, sobre los detalles y sobre el sexo es de las cosas más terapéuticas que pueden hacerse en una pareja. Porque nos ayuda a los dos a admirarnos más y a sentirnos admirados, a queremos más y a sentirnos más queridos. Nos ayuda a ser más felices… Y a hacer el amor más veces. ¿Te parece poco premio?
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