Qué fácil es querer al otro cuando estás al cien por cien. Cuando tienes las baterías a tope, cuando estás descansado, cuando no tienes estrés, cuando la vida te sonríe y vives feliz…. El problema es que la vida no es así de sencilla. Cuando nos falta lo más básico, el ser humano tiende a la supervivencia. Y el sueño es básico.
Nuestro peor enemigo
Qué fácil es querer al otro cuando estás al cien por cien. Todo parece más sencillo. Y entones amas, sonríes, abrazas, besas. Tu descanso produce paz y felicidad expansivas. Entonces, ¡qué fácil es querer al otro!
Pero cuando nos falta lo más básico, la supervivencia se impone. Ya decía Maslow que para aspirar a motivaciones superiores necesitamos primero tener las necesidades básicas cubiertas: el alimento, el sueño… El sueño es básico.
De hecho, los expertos en psicología y psiquiatría en diversas ocasiones recomiendan con frecuencia pastillas para dormir. ¿Por qué? Porque la infelicidad produce insomnio, y el insomnio produce infelicidad. Así se entra en un círculo vicioso, que muchas veces requiere medicación para que podamos salir de él.
Por eso yo considero que uno de los principales enemigos de la vida en pareja es el sueño, o, más bien la falta de sueño: el cansancio, el agotamiento físico. Porque el cansancio y el sueño amargan la existencia. La propia, y la de los que te rodean. Sacan de ti tu peor yo. El cansancio malinterpreta conversaciones, tergiversa intenciones, le busca tres pies al gato… y los encuentra. La falta de sueño y el cansancio crean situaciones que rompen lazos, reabren heridas y enfrentan a personas.
La falta de sueño es un enemigo traicionero que devora la felicidad y la paz en las personas y en las parejas. La absorbe, como un agujero negro. Es un gran enemigo de la vida en pareja, y a los enemigos hay que mantenerlos lejos. Cuanto más lejos, mejor.
¿En qué nos transforma la falta de sueño?
Cuando tenemos sueño, ¿cómo reaccionamos? El varón con sueño tiende con frecuencia al enfado, a la ira. Entonces se refugia, se encierra e intenta afrontarlo solo… y se aísla. Prefiere no hablar del tema. No lo trata, no lo mira de frente. Al varón el sueño le puede producir agresividad, soledad y tristeza.
La mujer, en cambio, con el cansancio tiende más a la tristeza y a la melancolía y quizás a ser más expresiva y mordaz verbalmente. Se vuelve más dura y, a la vez, melancólica. Y tiende a verbalizarlo hablándolo con otras personas, no intentando buscar una solución, sino más bien un desahogo.
¿Y si los dos están cansados? Entonces tendremos a una mujer triste con ganas de hablar, y a un hombre enfadado y con ganas de aislarse. La tormenta perfecta.
El antídoto infalible
¿Sabes qué es lo bueno de todo esto? Pues que, en los dos casos, la solución es sencilla. Muy sencilla: todo es cuestión de descansar. Dormir a pierna suelta y disfrutar de la vida. Una pareja que funciona es tremendamente disfrutona de la vida y de la cama. Disfruta de la cama en todos los sentidos: también en el del descanso y el del sueño. Por eso lo ideal es que la cama y el dormitorio sean cómodos, amplios, agradables y muy íntimos. Porque es parte de la intimidad de la pareja. Se trata de un sitio para descansar y para disfrutar juntos. Y para dormir a pierna suelta.
Yo lo recomiendo especialmente a matrimonios con hijos pequeños. Cuando en la familia hay varios hijos pequeños, raramente se duerme una noche entera del tirón. Cuando no es un pañal, es un vómito, un terror nocturno o una tos con dolor de garganta. Cuando un hijo se duerme tarde, el otro se despierta pronto, y uno y otro pasan por la cama de papá y mamá.
Por eso a todas estas parejas les recomiendo vivamente dormir y descansar, para amar más. Acostarse pronto a diario, dormir bien los fines de semana. Recomiendo hacer escapadas los dos solos de vez en cuando. Una noche, un fin de semana, un puente largo… lo que sea. Mínimo un fin de semana al año. Solos: sin hijos ni móviles. Y aprovechar para descansar, para dejar de lado las preocupaciones y cargar las pilas.
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Démosle importancia al sueño. Así estaremos preparados para dar al otro lo mejor de nosotros mismos. Porque descansar es prepararse para darse al cien por cien. Estar relajado es querer estar disponible para los demás. Es mostrar tu mejor yo. Dormir es amar.
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