¡Hola! ¿Cómo estás? Escuchamos con frecuencia que la pornografía mejora la vida sexual de la pareja. En el articulo de hoy, quiero cuestionar esa convicción a través de preguntas y propuestas que pongan en jaque esta creencia. La idea no es combatir a nadie, sino poner luz sobre una idea normalizada dentro de la sociedad que muchas veces termina por convencer a fuerza de ser repetida.
Quiero compartir contigo 3 razones por las que ver pornografía en pareja no ayuda a mejorar nuestra vida sexual. Empecemos.
1. El otro es visto sólo como un objeto
Para comenzar, antes de hablar sobre si la pornografía es buena o no para mejorar la vida sexual, vale la pena preguntarnos, ¿qué es la vida sexual? La vida sexual es una dimensión relacional del amor humano que se manifiesta no solo en la corporalidad, sino también en el ámbito espiritual y psicológico. La vida sexual no se reduce únicamente a un “asunto de cuerpos”. Por eso, podríamos preguntarnos: ¿La pornografía mejora la vida sexual o excita sólo la dimensión física? ¿El otro es visto como una persona o como un objeto?
La distinción parece pequeña, pero es radical. Podríamos decir, entonces, que más que mejorar la vida sexual, la pornografía mira únicamente a la excitación física. ¿Pero esto es suficiente para mejorar la calidad de la vida sexual? En este ámbito, la calidad no se mide con el criterio del placer. En efecto, una relación muy placentera lo puede dejar a uno vacío. Esto ocurre, por ejemplo, cuando uno se siente usado.
Al mismo tiempo, vale la pena cuestionarnos: ¿Por qué la pareja necesita un factor externo para lograr una mayor excitación? ¿La presencia de la persona amada acaso no es sufuciente? ¿Qué está sucediendo en la relación de pareja, que necesitan introducir a más personas en su intimidad? ¿Cómo está el dialogo, la confianza, el interés, la amistad?
2. Le roba protagonismo a la intimidad
La relación sexual está llamada a ser expresión de una donación total y reciproca. Es el momento de mayor vulnerabilidad entre dos seres humanos, y al mismo tiempo, de mayor confianza. Es el culmen de la ternura, la protección y el cariño. Es un momento muy rico, de una profunda intimidad. ¿Por qué recurrir a la pornografía?
Imagina una sinfonía perfectamente acoplada y sonando al unísono. La armonía fluye por el ambiente, nada la detiene y enamora a cualquiera que la oye. Y de repente, se oye un violín que desafina. La armonía casi perfecta de la composición se vuelve molesta hasta para el oído menos entrenado. Hay algo fuera de lugar, algo que no está bien, algo que fastidia. Lo mismo ocurre cuando, en una relación íntima, de serena donación y perfecta calidez, se introduce la pornografía, que desafina y se roba el protagonismo de la pieza.
Como pasa con una nota que desafina, uno le empieza a prestar más atención a esa nota que al conjunto de la melodía. Llevado esto a la relación sexual, la pornografía hace que el centro se desplace de la interioridad al cuerpo. La relación deja de ser un acto profundo y se vuelve superficial. Deja de ser un “asunto de personas” y se convierte en un “asunto de cuerpos”.
3. Está en el origen de separaciones e infidelidades
Hoy abundan los divorcios, las separaciones y las infidelidades. ¿Habrá alguna relación entre frases como “se apagó el amor”, “me engañó con otra”, “ya no te quiero” con la introducción de la pornografía en la vida íntima de la pareja? Apostaría que sí. Y por más que no sea vista en pareja, seguramente ha sido objeto de consumo —al menos por alguno de los dos— en una pareja que termina pasando por una separación o una infidelidad. Cuando uno se acostumbra a mirar a otras personas en la pantalla, se hace más fácil hacerlo en la vida real.
Introducir la pornografía en la pareja no es como ponerle un poco más de sal a la comida y nada más. La pornografía desvía la atención. Tarde o temprano, se adueña de la intimidad, aunque lo haga casi imperceptiblemente. Y esto trae consecuencias. Al principio, parece algo divertido: probamos algo distinto, avivamos la llama, etc. Pero quien juega con fuego, termina quemado.
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