Vivimos en una sociedad donde la pornografía se ha normalizado. Está presente desde el cine y las series, hasta en el contenido en redes sociales. En ocasiones, se muestra sutilmente; y en otras, de manera sumamente explícita.
En los años 70’s, cuando la pornografía tomó fuerza, no se sabía el impacto que ésta podría tener en la mente, el cuerpo y las relaciones de los consumidores, y mucho menos los efectos sociales negativos que de manera directa o indirecta se verían causados por esta industria multimillonaria. Al hablar de estos efectos, nosotros siempre usamos el ejemplo del comercial de Cigarrillos Camel de 1952. En él, a la pregunta de qué marca de cigarrillos recomendaban, médicos y doctores intervenían diciendo: “8 de cada 10 doctores fuma Camel”. Hoy en día nos parecería absurdo encontrarnos con este comercial en televisión, pues sabemos con certeza lo dañino que es el cigarro. Tanto así, que está prohibido en la actualidad que marcas de tabaco y cigarros se anuncien en redes sociales, televisión, radio o cine.
Al día de hoy, la ciencia nos permite conocer de manera cada vez más precisa los efectos nocivos que tiene la pornografía; sin embargo, esta información aun no es accesible a muchas personas. Es por eso que, en este artículo, queremos compartir contigo algunas de las mentiras más comunes respecto de la pornografía.
1. El consumo no me afecta
Primera mentira. Actualmente, contamos ya con diversos estudios científicos que han explorado los efectos que tiene la pornografía en quien la consume. Es importante que sepas que ver pornografía es una conducta adictiva. Así es: puede generar adicción, tal como lo hace la cocaína o cualquier otra drogas que conozcas.
Ver pornografía altera el centro de recompensa que tienes en el cerebro. Esta es un área que se encarga de liberar sustancias placenteras frente a ciertas actividades. El consumo de pornografía desequilibra tu química cerebral, por un lado, desencadenando un mecanismo de adicción; y por otro, entumiendo tu experiencia de placer. Esto ocasiona que dejes de experimentar los mismos niveles de placer, no únicamente ante el consumo de pornografía, sino también frente a otras actividades que normalmente disfrutabas. Estamos hablando de actividades como practicar algún deporte, estar con tus amigos, jugar videojuegos, cantar, bailar, etc.
La industria pornográfica promete placer y satisfacción, pero gracias a la ciencia, sabemos que eso es falso. Lo que sí puedes esperar del consumo es pérdida de placer, adicción y altos niveles de insatisfacción. Esta adicción atenta directamente contra nuestra capacidad de amar, y en el siguiente punto te detallamos por qué.
2. No afecta mis relaciones con otras personas
Segunda mentira. Muchas personas que consumen pornografía tienen la firme creencia de que, al hacerlo, no afectan a otras personas. Sin embargo, el consumo de pornografía también tiene un impacto negativo en otros, empezando por los seres más cercanos y concluyendo en un grupo más grande de gente desconocida. Empezaremos por las personas cercanas.
La pornografía tiene un impacto directo en la forma en la que se ve a los demás. Es como si uno se entrenara para ver al otro de manera fragmentada, por partes, resaltando aquellos atributos que pueden brindar algún tipo de placer y/o beneficio. ¿Esto qué significa? Comienzas a ver a los demás como objetos de uso. Los empiezas a valorar por el provecho que puedes sacar de ellos, volviéndose así desechables. Al momento en que dejan de cumplir su función, ya no tienen valor para ti.
Piénsalo un momento: ¡a nadie le gusta sentirse usado! Recuerda que nuestra manera de tratar a otras personas depende del valor que somos capaces de reconocer en ellas. Si las vemos como objeto, nuestras acciones y actitudes corresponderán a esa visión. Esta mirada que “cosifica”, deteriora nuestras relaciones interpersonales generando mucha insatisfacción y vacío, pues lo que más deseamos es conectar con los demás, amar y ser amados. Cuando vemos a los otros como cosas, el amor se hace imposible.
Por otra parte, la pornografía está altamente vinculada con la prostitución, el tráfico sexual y la trata de personas. Recuerda que esta es una industria multimillonaria, y mientras haya consumidores, se mantendrá vigente. Por eso, mientras uno está consumiendo pornografía creyendo que nadie se está viendo afectado, está formando parte de la causa por la cual hoy cientos de miles de personas sufren de explotación sexual y están envueltas en situaciones de trato infrahumano. ¡Seamos parte de la solución, no del problema!
3. Ver pornografía no me hace daño
Tercera mentira. La pornografía genera adicción y programa nuestro cerebro para ver a los demás como objetos. De esto puede derivarse que una persona que está envuelta en el consumo de pornografía puede experimentar altos niveles de frustración, ansiedad, soledad, tristeza profunda, etc. Pero no solo esto.
Cuando comenzamos a valorar a los demás según el potencial provecho que podemos sacarles, también se instala en nosotros la falsa creencia de que únicamente valemos por nuestros valores sexuales y la capacidad de proporcionar placer sexual, lo cual nos puede llevar a una gran inseguridad. Esto, sumado al hecho de compararse con los cuerpos de las personas que intervienen en dichas escenas, puede generar una fuerte disconformidad con el propio cuerpo e imagen, deteriorando significativamente el concepto que tenemos de nosotros mismos.
Dos creencias comunes que “siembra” el consumo de pornografía son: “no soy digno de ser amado”, y “si la gente me conociera de verdad, me rechazaría”. Ambas creencias se anclan en una profunda vergüenza derivada del rechazo de uno mismo y que suele acompañarse de la dificultad para expresarse y pedir ayuda. ¡Estas son mentiras!
Si estás pasando por esto, queremos decirte que sí eres digno de ser amado y que simplemente estás siendo víctima de los mecanismos que desencadena en ti el consumo de pornografía. Esto no cambia ni un poco tu verdadera identidad. Esos grandes anhelos que tienes pueden cumplirse, y para eso, es necesario un proceso de sanación que probablemente requerirá de ayuda profesional. ¡Pide ayuda!
4. Te ayuda a vivir plenamente tu sexualidad
Cuarta mentira. Muchos consideran que la pornografía es la única forma de aprender sobre el sexo. A quienes piensen esto, les tenemos malas noticias. Después de la “recableada cerebral”, después de entumir nuestro sistema de placer, de generar ansiedad, depresión y adicción, de aislarnos de las personas y alterar nuestra visión cosificando a los demás, ¿cómo podemos esperar vivir una sexualidad plena sintiéndonos hombres o mujeres plenos? Esto no es posible, como tampoco es posible vivir una relación sexual plena en el matrimonio cuando las mentiras a causa de la pornografía nos están contaminando.
Estudios muestran que el 60% de jóvenes con edad promedio de 25 años que están expuestos a la pornografía de manera regular presentan algún tipo de disfunción sexual al estar con su pareja. Por otro lado, sabemos que consumir este tipo de contenido incrementa el índice de infidelidad en un 300%. ¡300%! Y como estas, hay muchas más estadísticas.
Nunca en la vida hemos escuchado a alguien decir: “¡Gracias pornografía! Ahora sí vivo una vida sexual plena”. Pero sí hemos escuchado a personas decir: “gracias a que dejé la pornografía pude aprender a hacer el amor”. Es real, porque desde el momento en que dejamos de ver a los demás como objetos, aprendemos a conectarnos con el valor de las personas y con nuestro propio valor.
Cuando rompemos y sanamos las tendencias al uso, encontramos personas completas y valiosas. Cuando cuidamos el contenido que entra a nuestro cerebro, podemos limpiar nuestra vista y ver claro. Todos estos elementos son parte de aprender a amar, ¡y esa es la clave! Si solamente sabes usar, no sabes amar. Si no sabes amar, ¿cómo piensas HACER EL AMOR?
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La pornografía es una fuente de mentiras bien maquilladas que deterioran nuestra visión de nosotros mismos y de los demás, que alteran nuestra vivencia plena de la sexualidad y del amor. Es momento de hablar del tema y de romper, juntos, con estas mentiras. Cuidemos lo que consumimos y ayudemos a otros a hacerlo. Tengamos cuidado de no juzgar a quienes sufren los efectos nocivos que esta genera. Hablemos con la verdad y con amor sobre este tema del cual nuestra sociedad es víctima.
Si tú vives los estragos de la adicción, queremos que sepas que sí hay solución, que sí hay salida, y que sí puedes ser libre de estas cadenas tan pesadas. Puedes cuidar la relación con los demás, tu concepto personal, tu cerebro, y vivir una sexualidad plena. En tus manos está aprender a amar.