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Día: octubre 30, 2020

Porno: 8 cosas que no sabías

Por: Fight the New Drug*

La pornografía y su efecto negativo en la cultura es algo comúnmente aceptado por la comunidad científica. Sin embargo, se mantiene respecto de ella una cierta ambivalencia, evitando hablar de ella en la vida cotidiana, e incluso tomándola como algo que corresponde exclusivamente a la vida privada de cada persona.

En realidad, la pornografía no suma nada positivo a quienes la consumen: ni a sus vidas, ni a sus relaciones, ni al mundo que los rodea. Si todavía no estás convencido, considera los siguientes puntos antes de consumir pornografía.

1. La pornografía está vinculada al tráfico sexual

Tal vez el argumento más convincente para no consumir pornografía es el vínculo directo que hay entre la industria pornográfica y el tráfico sexual.

No estamos hablando sólo de niños en Tailandia vendidos como esclavos sexuales, ni de alguna joven engañada con la promesa de un trabajo que termina trabajando en un burdel. La esclavitud sexual puede adoptar diversas formas y estar presente en todos los países. A veces, las víctimas son “libres” de ir y venir, pero se mantienen atadas a sus traficantes a través del fraude, la violencia física y la intimidación psicológica.

La pornografía además contribuye en muchas maneras a abastecer la demanda de tráfico sexual estimulando las fantasías de lo que los turistas sexuales y compradores esperan encontrar.

2. La pornografía está vinculada a la explotación infantil

En el 2019, un norteamericano que vivía en las Filipinas fue arrestado por abusar de niños en su casa mientras que transmitía los abusos en vivo a clientes en EE.UU., Canadá, Europa y Australia. Muchas de las víctimas rescatadas tenían menos de 12 años.

Este es sin duda un problema devastador, pero desafortunadamente, historias como esta son reportadas diariamente alrededor del mundo.

En una conversación, suele ser fácil dejar de lado la temática del abuso infantil cuando se habla de pornografía. Pero piensen en el género “teen” (adolescente), uno de los términos más buscados en Pornografía durante los últimos cinco años. Generalmente, los que participan de estas escenas son mayores de 18; sin embargo, el contexto de los videos sexualiza el abuso de menores de edad. No por nada una temática común de esta categoría es la de un adulto aprovechándose de una adolescente. Esta es una fantasía tóxica que puede alentar y normalizar el abuso.

3. La industria pornográfica se aprovecha de los actores y actrices

La industria pornográfica no es precisamente la que mejor se ocupa de sus trabajadores. Es cierto que muchos actores señalan haber tenido experiencias positivas; sin embargo, hay muchos otros que tienen que soportar situaciones de abuso dentro y fuera del set de grabación.

La industria pornográfica no opera con estándares y regulaciones que permitan a los trabajadores sentirse seguros. Y cuando lo hace, aun así ocurren abusos.

La popular y galardonada actriz pornográfica Nikki Benz fue una de las primeras en salir a la luz para contar experiencias de abuso. Por ejemplo, relata cómo en medio de una escena violenta —inicialmente consentida—, el actor con el que grababa empezó a ahorcarla, y a pesar de ella gritar “corte”, la escena siguió, violándose su consentimiento. Así como la de Nikki, hay muchas historias similares.

4. Los consumidores realmente no pueden saber si la escena es consentida

Mucha gente piensa que si alguien participa de una escena pornográfica, su consentimiento está garantizado. Sin embargo, esta es una afirmación que no puede verificarse.

Considera lo siguiente. En un intento por dejar en claro el consentimiento entre los actores y los productores, muchas escenas comienzan y terminan entrevistando a los actores. En la cámara, ellos se muestran de acuerdo con las escenas que están a punto de realizar. Y cuando la escena termina, vuelven a manifestar su acuerdo.

El problema con estas entrevistas —especialmente las del final— es que los actores han reconocido haber tenido que mentir. Desafortunadamente, hay muchas razones para hacerlo. Por ejemplo, si alguno se hubiera sentido abusado durante la escena, sería difícil hacer alguna acusación con el agresor todavía en el set. Además, de no manifestar su consentimiento, no recibirían su paga, y serían puestos en la “lista negra” a la que van los actores que resultan “fastidiosos”, por lo que no volverían a ser contratados.

5. La pornografía puede convertirse en adicción u obsesión

El continuo consumo de pornografía puede convertirse en un adicción. Aquí una síntesis de cómo la pornografía afecta el cerebro:

El “centro de recompensa” del cerebro te motiva a realizar acciones que normalmente te ayudan a sobrevivir, como comer para mantenerte vivo. Tu cerebro recompensa estos comportamientos liberando dopamina, una suerte de químico que te hace sentirte bien.

Ese shot de dopamina motiva a repetir el comportamiento bueno; sin embargo, el cerebro no siempre recompensa comportamientos adecuados. Cuando una persona ve pornografía, el cerebro es engañado para liberar dopamina como si lo estuviera haciendo ante la presencia de una potencial pareja.

En la medida que los consumidores de pornografía se acostumbran a recibir estas descargas de dopamina, tienen la necesidad de buscar cada vez más. Así se genera un hábito que puede terminar en una adicción.

6. El consumo de pornografía puede escalar a un contenido más extremo

La pornografía no sólo se convierte en un hábito intenso —robándote tiempo y atención—, sino que se trata de un hábito que se intensifica progresivamente.

Nos referimos a lo siguiente. Una persona que desarrolla un fuerte hábito de consumo de pornografía tipo “hardcore” (agresiva) desarrolla también progresivamente una tolerancia hacia ella. El tipo de pornografía que la solía excitar empieza a parecer aburrida, y para lograr experimentar placer nuevamente, tiene la necesidad de ver contenido cada vez más violento.

Así, es común que un consumidor termine explorando contenidos que inicialmente le hubieran parecido inaceptables o desagradables. Esto puede incluso llegar a modelar sus preferencias sexuales.

7. La pornografía cambia la manera en la que los consumidores ven a otras personas

Si creías que la pornografía que consumes queda en lo privado, piénsalo bien. El consumo de pornografía llega a afectar los distintos ámbitos de la vida del consumidor, impactando en la manera cómo la persona que consume ve a hombres y a mujeres.

En lo relativo a la intimidad sexual, la pornografía puede afectar las preferencias sexuales del consumidor al punto de que la persona deja de responder sexualmente ante su pareja en el mismo sentido que antes. Al respecto, las investigaciones señalan que la pornografía altera la percepción que se tiene de las mujeres.

Ambos: mujeres y hombres, son objetivados en la pornografía, presentándolos únicamente como cuerpos que persiguen un solo propósito: dar y recibir placer sexual. Cuando el consumo es habitual, se vuelve difícil que un consumidor se vea a sí mismo o a otros como algo más que un objeto sexual.

8. La pornografía debilita la confianza en uno mismo

El consumo de pornografía ha sido vinculado a altos niveles de falta de satisfacción con el propio cuerpo.

En un estudio, un grupo de universitarios varones que consumían pornografía hicieron una puntuación acerca cómo se veían a ellos mismos en términos de satisfacción corporal, satisfacción en las relaciones, y bienestar general. El resultado fue que los hombres que veían pornografía tenían un sentido de seguridad emocional más bajo.

Después de ver pornografía, también las mujeres reportaban una falta de confianza en ellas mismas, e incluso odio hacia sus propios cuerpos. Esto no debería causar sorpresa, teniendo en cuenta cómo la pornografía presenta cuerpos idealizados o “mejorados”, así como un retrato empobrecido de la sexualidad. Esto hace que los consumidores de pornografía se vean a sí mismos como menos atractivos.

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Después de leer esto, ¿sientes que necesitas ayuda? Para aquellos que estén luchando contra la pornografía, recuerden que no están solos. Pueden recurrir a Fortify, una plataforma diseñada para ayudar a la gente a dejar la pornografía.

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* Fight the New Drug es una organización que se dedica a informar acerca de los efectos nocivos de la pornografía. Este artículo fue traducido y adaptado por el equipo de Ama Fuerte omitiendo algunas partes para reducir su extensión. El artículo original se titula: 10 facts You Probably Never Knew About The Porn Industry.