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Día: febrero 21, 2022

Cómo la pornografía cambia las expectativas de los adolescentes

“Sé que los otros chicos lo consumen, pero él no”. Una madre estaba compartiendo su preocupación sobre qué material podría (o no) estar viendo en línea su hijo de 13 años, y añadió: “No creo que tenga ningún interés en esas cosas”.

Lo más probable es que esté equivocada.

 

La pornografía es la nueva norma

 

El periódico The Telegraph informa que alrededor del 90 % de los jóvenes entre 8 y 16 años han consumido pornografía, muchos de ellos mientras están en internet haciendo su tarea. El informe realizado por el International Institute for Trauma & Addiction Professionals [Instituto Internacional para Profesionales de Trauma y Adicciones] también descubrió que la edad promedio en la que se da la primera exposición a imágenes pornográficas es de 11 años, y los mayores consumidores de pornografía en Internet son el grupo etario de entre los 12 y los 17 años.

 

En 2016, Utah se convirtió en el primer estado de los Estados Unidos en decretar a la pornografía como un peligro para la salud pública, declarándola una “epidemia que normaliza la violencia contra mujeres y niños”. A partir de esto, otros 15 estados han seguido su ejemplo.

 

Cuando me enteré de la decisión, inmediatamente pensé en uno de mis amigos varones más cercanos. Graduado de Cambridge, con 37 años y una carrera exitosa, es, además, adicto al porno. Nos conocíamos desde hacía años antes de que discutiéramos sobre por qué nunca sale con mujeres: ¿era gay, le pregunté, o simplemente no estaba tan interesado?

 

De hecho, está paralizado de vergüenza por su dependencia de la pornografía. Ha arruinado sus relaciones íntimas con las mujeres hasta tal punto que no ha tenido relaciones sexuales durante casi una década. “Las películas para adultos han elevado la vara en cuando a lo que me excita”, comparte. “Supongo que ahora soy insensible a la simple desnudez. Cuando pienso en mi última novia, ese tipo de sexo inofensivo parece aburrido”.

 

Creo que está equivocado. El cuerpo de una mujer real es mucho más erótico y desafiante que cualquier versión mejorada quirúrgicamente que simule placer. Pero está claro que la pornografía le ha facilitado la vida. Es obscena y muy visual, no requiere involucrarse emocionalmente ⎯invitar a salir a alguien, ir a cenar y conocerlo antes de tener relaciones sexuales⎯. No hay seducción, romance ni sentimientos. Es mucho más sencillo divertirse a solas, frente a una película para adultos, que sumergirse en la complicada incertidumbre de una relación real.

 

Si la pornografía puede tener este efecto de insensibilidad en un hombre adulto normal, ¿qué les está haciendo a los jóvenes sin experiencia durante sus años de educación? En un momento en el que deberían estar aprendiendo sobre lo que realmente significa la intimidad física con otra persona, muchos de ellos están consumiendo actos sexuales explícitos, e incluso violentos, en línea.

 

El profesor Barrie Gunter, autor de Media and the Sexualization of Childhood [Los medios y la sexualización de la niñez], ha descrito la “inclinación casual y emocionalmente vacía hacia el sexo” y las expectativas sexuales disfuncionales que pueden seguir.

 

No es una coincidencia que las últimas cifras del Reino Unido muestren un aumento de los delitos violentos y de tipo sexual ⎯que han alcanzado los 100.000 por primera vez⎯, lo que representa un aumento interanual del 29 %.

 
 

Chicos adolescentes y chicas adolescentes

 

Cuando los varones adolescentes aprenden sobre el sexo a través de la pornografía, esto también afecta a las mujeres. Mis alumnas me hablan sobre sus relaciones y veo que sufren mucha ansiedad. Se preocupan por su desempeño sexual y su apariencia más que por la confianza o el placer.

 

Olvídense de coquetear e invitarse a salir: el sexteo —sexting— es la nueva tendencia: “Cuando te gusta un chico, le envías una foto de tus senos o lo que sea, y él te enviará una foto de sus genitales; suena extraño, pero todo el mundo lo hace”. Ninguna de las chicas dice que disfruta viendo pornografía, pero saben lo que sus novios ven en Internet y sienten la presión de tener que estar a la altura; en términos de cómo se ven y cómo se “desempeñan” en la cama.

 

¿Desempeñarse? No puedo evitar comparar esto con mi propia experiencia cuando era adolescente y las inevitables discusiones con amigas sobre cuándo y con quién podríamos perder la virginidad. Había una vaga noción del material de primera categoría —sospechábamos que nuestros novios y hermanos se pasaban entre ellos ejemplares obscenos de Playboy—, pero nadie sintió la presión de verse como una estrella porno o de tener sexo como ellas lo harían.

La expectativa —y la realidad— era que ver el cuerpo desnudo de su novia, por imperfecto que fuera, sería un sueño hecho realidad para cualquier chico de 17 años. Pero esta era la época previa a la llegada del Internet. Los novios ahora pueden ver a mujeres de cualquier tipo realizando actos sexuales que son tan poco realistas como inimaginables. En comparación, ver a su novia desnuda no es nada del otro mundo, por así decirlo.

 
 

El daño inconmensurable del contenido XXX

 

Los recientes fallos en distintos estados de los EE. UU. plantean preguntas importantes sobre qué efecto tiene la exposición temprana a la pornografía en niños y jóvenes, y qué daño puede causar a las interacciones sociales y sexuales saludables entre adultos.

 

La pornografía es ahora la forma más poderosa de educación sexual que existe [poniendo en tela de juicio de modo irónico, desde ya, la palabra “educación”]. [1]

 

Cuando estaba investigando para un libro las actitudes masculinas hacia los cuerpos femeninos, hablé con un joven de 25 años que nunca había tenido una novia con vello púbico. Al consumir pornografía y debido a sus experiencias de la vida real, realmente pensó que las mujeres no tenían pelo. Me resulta impactante, pero también muy triste. La depilación es una estética porno, impulsada por la necesidad de los directores de tener un plano más cercano de la acción: no tiene nada que ver con el placer. De hecho, como me dijo una de mis alumnas, “es difícil disfrutar del sexo cuando intentas mantener tu cabello y maquillaje perfectos, y cuando estás dolorida por la depilación”.

 

* * *

 

Si las niñas y las mujeres no pueden sentirse cómodas en sus propios cuerpos, si los niños y los hombres jóvenes no pueden establecer relaciones reales, y si ambos sienten que necesitan representar los roles sexuales que ven en la pantalla, ¿cómo van a disfrutar alguna vez de la intimidad física y emocional? En verdad, la pornografía del siglo XXI le está quitando todo el placer al sexo. Al considerar, a la luz de esto, la decisión que están tomando los distintos estados, puede que sea una buena idea.

 

Lea la versión original de este artículo en The Telegraph, por Jane Wilson: https://www.telegraph.co.uk/women/sex/porn-is-a-public-health-hazard—one-thats-crippling-our-teenage/

 
 

[1] Nota de edición de AmaFuerte.com: como apreciarán los lectores, el ejemplo propuesto ⎯la conversación de chicas muy jóvenes que teorizan acerca de su inminente pérdida de la virginidad⎯ no es coincidente con el ideario propuesto por nuestra plataforma, cuya visión afirmativa de la sexualidad destaca al matrimonio como ámbito propio de las relaciones sexuales. Sin embargo, sí resulta una situación elocuente, dentro del contexto planteado por la autora invitada, pues pone de relieve la diferencia entre lo que ocurría antes de Internet y lo que ocurre ahora, y destaca cuán lejos ha llegado la pornografía.