La apertura a la vida y la paternidad responsable parecen dos extremos que se equilibran mutuamente. Muchas veces se entiende “apertura a la vida” como un sinónimo de “los hijos que tengan que venir, vendrán”, sin importar condiciones. A su vez, la “paternidad responsable” se usa en múltiples ocasiones como un término que justifica una paternidad proyectada y ejecutada a comodidades personales. Mientras que una aparece como descontrolada y sin orden, la otra aparece para amortiguar y abogar por unos supuestos control y orden. Es curioso ver semejante sutileza: para algunos, “apertura a la vida” es sinónimo de generosidad, y pueden interpretar el término de paternidad responsable como “egoísmo”. Mientras, otro grupo interpreta la apertura a la vida como irresponsabilidad, y la paternidad responsable como responsabilidad. Pero ¿cómo deben entenderse? Los esposos están llamados a esta difícil tarea, puesto que no siempre resulta evidente cómo se ejecutan en lo cotidiano. Por ello, en este artículo haremos algunas puntualizaciones.
#1 No son términos antagónicos, sino lo contrario
Cuando se habla de apertura a la vida y paternidad responsable, no deben entenderse en ningún sentido como dos polos en tensión, ni como dos extremos de una línea: uno no puede estar, o no debe estar, más cerca de uno o de otro. Por el contrario, el llamado a la sagrada tarea de los hijos debe entenderse absolutamente en estos dos principios.
La paternidad responsable nos llama a una apertura de vida, y la apertura a la vida se entiende desde una paternidad responsable. Apertura y responsabilidad son dos caras de una moneda. Aumentar la generosidad aumenta nuestra responsabilidad. No se debe prestar atención a uno sin el otro. Ambos se dan de manera conjunta, y ambos deben ser seriamente evaluados. La generosidad a la que están llamados los esposos jamás, y de ninguna manera, anula la responsabilidad a la que le corresponde la tarea de traer hijos a este mundo. A su vez, la responsabilidad no es una excusa para desentendernos de la generosidad. Y la unidad de estos principios es clave para un buen discernimiento.
#2 Son los esposos quienes están llamados a responder, ¡no los demás!
Quizás este punto es el más difícil. El ejercicio de pensar la generosidad y la responsabilidad no está escrito en ningún lado. No hay oráculo, no hay estadística, no hay horóscopo que me diga cuántos hijos debemos tener, y cuándo debemos tenerlos. Más aún: no hay cita bíblica que me dé la respuesta.
La solución está en el trabajo cotidiano de los esposos. Solamente ellos ⎯y acá debe ser a consciencia: no “la mujer, sí; y el varón, no”, sino la unidad de los esposos, ambos⎯ tienen la noble tarea de realizar el discernimiento. Si bien se pueden apoyar en consejeros, la verdad es que es una mirada interna, hacia dentro de la familia la que están llamados a realizar, de manera generosa y responsable.
Así, esta mirada que analiza y pesa las razones debe hacerse mirando a los integrantes de la familia, pensando en el bien de todos aquellos que la integran. Esto no quita que uno pueda y deba recurrir a consejos de quienes ellos estimen aptos, o que busquen iluminación en su oración. Pero buscar ayuda, por más válida y necesaria que sea, no es una excusa para “tercerizar” esta tarea. Son los esposos quienes deben realizarla.
#3 Los métodos naturales son el camino para hacerlo real
Los métodos naturales son la manera práctica y real para llevar adelante la paternidad responsable. Constituyen verdaderas herramientas, que permiten ejecutar una sexualidad que respeta la realidad cíclica de la fertilidad, con la responsabilidad a la que se está llamado a la paternidad.
Muchas parejas acuden al Modelo Creighton ⎯o a otro método⎯ creyendo que su uso es anticonceptivo, creyendo que el aplicar un método natural implica una “cerrazón” a la generosidad. Esto no es así. No necesariamente. La verdad es que los métodos naturales son una herramienta; como tal, el uso que uno hace de él es personal. Utilizar métodos naturales no necesariamente implica que uno lo utiliza como “anticonceptivo”, aunque sí puede… ni tampoco implica que uno sea generoso con la vida.
Dicho de otra manera: los métodos naturales son la herramienta para llevar adelante la apertura de la vida y la paternidad responsable, pero de ninguna manera es una garantía. La tarea de los esposos sigue vigente y actual, no es una simple decisión en el tiempo que luego permite un “beneficio vitalicio”. El llamado de los padres es una apertura y una decisión del corazón, de la sexualidad y de la responsabilidad.
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Ante este equilibrio tan importante de definir, cabe aclarar una última cuestión, a modo de cierre. En el marco de los métodos naturales, la decisión de buscar o evitar el embarazo se puede vivir desde la apertura a la vida y la paternidad responsable, como puede no hacerlo. Para ponerlo claramente: es posible decidir evitar el embarazo desde la apertura a la vida; como también se puede buscar un embarazo por razones egoístas. Las intenciones se viven en el corazón, y estamos llamados a revisar el tema a conciencia; y no a hacer un simple uso de métodos naturales como si fuera un “check” en la lista de “lo que debe ser”.
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