La Teología del Cuerpo, que originalmente se llama: El amor humano en el plan divino, es un compendio de 129 catequesis dictadas públicamente por san Juan Pablo II entre el año 1979 y 1984, todos los miércoles en las audiencias generales. Un dato curioso es que fueron solo 3 ocasiones en las que el Papa tuvo que interrumpir las catequesis.
La teología del cuerpo pretende responder a manera de propuesta las preguntas existenciales de la persona humana: «¿quién soy?», «¿de dónde vengo?» y «¿a dónde voy?», estableciendo una antropología adecuada, qué implica estudiar al hombre en su integridad y plenitud.
¿Quiénes pueden aprenderla?
Se tiene el error de pensar que para leer o estudiar estas catequesis debemos ser unos letrados, teólogos o filósofos. La verdad es que el Papa no leyó todos los miércoles estas catequesis a este tipo de público, sino a personas que, sin importar su profesión o estado de vida, se acercaban a escucharle.
La teología del cuerpo es para todos. Cualquier persona, independientemente de su profesión, debería conocer la teología del cuerpo y del amor humano, porque es la respuesta a esas preguntas existenciales que todos tenemos. Por supuesto que, depende de nosotros profundizar adecuadamente sobre estos temas para que no lleguen a existir incoherencias.
Sí es cierto que, como filósofo, san Juan Pablo II maneja algunos términos un poco complicados en las catequesis y puede no entenderse a plenitud lo que quiere expresar. En lo personal nos ayudó mucho aprender previamente un poco sobre su modo de pensamiento.
¿Cómo está conformada?
Algunas personas, para darle un mejor entendimiento a lo que el Papa quería expresar en las 129 catequesis, dividieron la teología del cuerpo en dos partes:
Parte I: ¿Qué significa ser persona humana?
#1 Hombre Originario – ¿De dónde venimos? – El principio: Trata sobre el diseño original de Dios en nosotros: somos sus hijos, somos personas humanas. Antes del pecado original todo lo creado por Dios, incluido nosotros, era como un cuadro pintado por el mejor artista del mundo. Era hermoso, perfecto y muy bueno.
#2 Hombre histórico – Pecado – La redención del corazón: Trata sobre el hoy y cómo estamos heridos por el pecado. Después del pecado original, por hacer un mal uso de nuestro libre albedrío, esa pintura se manchó. Aunque sigue siendo una pintura perfecta, hermosa y muy buena, las manchas que tiene no la dejan ser como fue pensaba en un principio. Ahora necesita esforzarse para ser quien está llamada a ser. Es posible redimir nuestro corazón a través de las virtudes.
#3 Hombre escatológico – ¿A dónde vamos? – La resurrección de la carne: trata sobre la esperanza. La escatología es la ciencia que estudia la vida después de la muerte. Esa vida del mundo futuro de la que hablamos cuando profesamos el Credo: cielo, purgatorio, infierno, juicio particular, juicio final, la comunión de los santos ¡todo! La vida tiene un sentido trascedente, no acaba aquí en la tierra sino que nos espera algo más grande. La vivencia de las virtudes tiene un sentido maravilloso cuando entendemos que son ellas las que nos ayudan a alcanzar esa perfección que tanto buscamos: la santidad.
Parte II: ¿Cómo estoy llamado para ser feliz?
El propósito de nuestra vida comienza a tomar sentido cuando descubrimos un llamado especial. No eres producto de una casualidad: Dios te pensó desde un principio para un propósito y por eso estás hoy aquí. Ese propósito se hace realidad en un estado de vida en concreto, en donde te sientes llamado a dar todo de ti y puedes ser siempre un mayor bien para el prójimo y por supuesto en ese dar, ser verdaderamente feliz.
#1 Virginidad cristiana: vocación a la vida sacerdotal y religiosa. Un reflejo en la tierra de cómo viviremos en el Cielo.
#2 Matrimonio cristiano: vocación a la vida matrimonial. Un signo visible del Misterio de Cristo que se entrega por su Iglesia, como los esposos se entregan mutuamente para siempre hasta que la muerte los separe.
#3 Amor y fecundidad: basado en la Encíclica Humanae Vitae del Papa San Pablo VI, el Papa San Juan Pablo II nos guía en cómo debe ser el amor entre los esposos: libre, total, fiel y fecundo.
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