Planificar los embarazos, ¿va en contra de la voluntad de Dios? Es decir, si es la pareja la que decide en qué momento buscar o evitar un embarazo usando métodos naturales, ¿no está cerrándose al plan divino? ¿No sería lo mejor simplemente tener intimidad en cualquier momento sin usar ningún tipo de método natural y que sea lo que Dios quiera?
Antes de responder estas preguntas es importante hacer algunas aclaraciones
1. Aclarando nociones
En primer lugar, hay una clara diferencia entre la fertilidad del varón y de la mujer en el hecho de que la fertilidad del varón es siempre lineal, mientras que la fertilidad de la mujer es cíclica. Es decir, mientras que el varón es siempre fértil, la mujer únicamente lo es algunos días durante el ciclo. De esto se desprende que iría en contra de la naturaleza el ser humano pretender que en cada relación sexual se produjera un embarazo, porque esto es imposible.
En segundo lugar, si bien la fertilidad de la mujer es cíclica, es un ciclo cuyo proceso sigue un orden establecido, y ese orden se puede conocer mediante signos externos que son medibles. Es decir, también es parte de la naturaleza del ser humano que, en cuanto ser racional, pueda conocer estos ciclos y aprovecharlos para buscar o evitar embarazos.
2. Desde la voluntad de Dios
Estos dos puntos responden al diseño que Dios ha puesto en la naturaleza del ser humano, lo cual nos permite ver en ellos la voluntad de Dios. Vistos ambos desde el proyecto divino, en primer lugar, no es la voluntad de Dios que en cada relación sexual se busque un embarazo. Si Dios lo hubiera querido así, habría hecho que la fertilidad de la mujer sea también lineal.
En segundo lugar, Dios ha querido que el ser humano tenga la posibilidad de conocer cómo funciona el ciclo de la mujer en orden a aprovecharlo para buscar o evitar embarazos. De lo contrario, Dios habría podido disponer que la fertilidad de la mujer fuera completamente aleatoria e imposible de conocer, con lo cual, cualquier tipo de planificación hubiera sido inviable. Sin embargo, ninguna de estas dos cosas fue así.
3. El discernimiento
No es contrario a la voluntad de Dios que el ser humano haga uso de las facultades naturales que Él mismo le ha dado en orden a conocer los períodos de fertilidad e infertilidad de la pareja. De hecho, podemos decir que es Su voluntad que use esas facultades.
Es cierto que hay parejas que optan por no usar ningún tipo de planificación y recibir los hijos “que Dios quiera mandarles”. Sin embargo, esto de ninguna manera se debe entender como una búsqueda más perfecta de la voluntad de Dios.
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Dios mismo ha dispuesto los medios que hacen posibles los métodos naturales, y con ellos, el discernimiento que puede hacer la pareja respecto de los hijos que Dios le quiera dar. Hacer este discernimiento no va en contra de la voluntad de Dios, sino todo lo contrario. Es un discernimiento que se hace cumpliendo Su voluntad.
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