Enterarte de que tu pareja ve pornografía puede ser difícil de asimilar. Frente a este hecho, pueden surgir varias preguntas: ¿Realmente me quiere? ¿Cómo afecta la pornografía la forma en la que me ve? ¿Podremos continuar con nuestra relación?
Si uno mismo ha luchado y ha podido salir del vicio de la pornografía o está luchando contra él, va a ser mucho más fácil comprender la situación del otro. En cambio, si uno nunca ha tenido este problema, muy probablemente tienda a hacer juicios muy duros respecto de su pareja y le sea mucho más difícil comprender su situación.
Puede que uno haga un balance y, viendo todo lo que han vivido juntos, quiera seguir apostando por la relación. Pero, ¿esto es posible? Creo que sí es posible siempre y cuando se tengan en cuenta estos cuatro elementos. Si todos ellos son favorables, la relación es viable.
#1 ¿Qué piensa la otra persona: está bien o está mal?
Ya sea que te hayas enterado de que tu pareja ve pornografía porque te lo contó voluntariamente o porque accidentalmente la descubriste, es fundamental que sepas qué piensa al respecto. Si dice que no le parece que esté mal, que se trata de algo normal, o trata de justificar dicho comportamiento o minimizarlo de alguna manera, ese no es un buen signo.
Una respuesta favorable sería algo como: “sé que está mal, pero me cuesta dejar de hacerlo”. Una respuesta como esta expresa dos cosas: que la persona se encuentra en una lucha y que muy probablemente nos encontremos frente a un vicio o una adicción. Sobre esto profundizaremos en los siguientes puntos. Sin embargo, una respuesta como esta es la que nos permite continuar con la relación.
Una negativa a abordar el tema o respuestas evasivas frente a preguntas directas son también un mal signo.
#2 ¿Lo tiene bajo control?
Si esa vez que tu pareja vio pornografía fue un acto aislado, no hay mayor dificultad. Un acto aislado es algo que nunca había ocurrido, o que no ocurría hace años. Sin embargo, si no se trató de un acto aislado, muy probablemente tengamos que caracterizar el problema como un vicio o una adicción.
Un vicio o una adicción es una herida en la voluntad. La voluntad se encuentra tan debilitada que, frente a las tentaciones, uno experimenta que es incapaz de resistir. La sensación es la de “no puedo salir solo”. Uno sabe que está mal y, a pesar de eso, sigue repitiendo dicho comportamiento.
Para que nos encontremos frente a una adicción no necesariamente tiene que darse un comportamiento compulsivo que a uno lo lleve a tener sus sesiones de pornografía diariamente o varias veces al día. Basta que uno “no pueda evitar” hacerlo con cierta periodicidad —una vez por semana, cada 2 semanas, 1 vez al mes— para que nos encontremos frente a una adicción.
Para entender mejor el problema, es importante considerar que la edad promedio de acceso a la pornografía es 13 años. Otros comportamientos potencialmente adictivos —casino, alcohol, tabaco— tienen una barrera de acceso legal que, en el caso de la pornografía, no existe en la práctica. Por eso, un niño o un adolescente con un celular está expuesto a un gran riesgo de desarrollar una adicción. Y para cuando se dé cuenta del daño que le genera dicho comportamiento y quiera dejarlo, muy probablemente tenga que remontar una adicción que se ha venido arraigando durante años.
Si ocurre con cierta frecuencia y la persona viene luchando con esto hace algún tiempo pero dice que “lo tiene bajo control”, eso es un mal signo. En un adicción uno nunca “está bajo control”. Un muy buen signo es el reconocimiento de que uno tiene un problema y necesita ayuda para sarlir. Esta es la respuesta con la que se puede continuar la relación.
#3 ¿Está dispuesto o dispuesta a aceptar tu ayuda?
Antes de hacer esta pregunta, es importante que tú te preguntes si estás dispuesta o dispuesto a ayudar a tu pareja. No necesariamente dicha ayuda tiene que venir de un psicólogo. Por el vínculo emocional con tu pareja, tú puedes ser de una gran ayuda. Es más, esto puede ayudar a fortalecer mucho la relación, pues tu pareja te está mostrando una gran vulnerabilidad —una herida muy dolorosa y, sobre todo, vergonzosa— y tú estás haciendo un gran acto de amor en esa aceptación. Si tú estás dispuesto o dispuesta a ayudar a tu pareja y ella está dispuesta a aceptar tu ayuda, la relación puede continuar. Pero, ¿cómo ayudar a tu pareja?
Generalmente, hay ciertos elementos que son constantes en las caídas. Podríamos denominarlos los “ingredientes de la pizza del desastre”. Estos elementos pueden ser los siguientes. El lugar: ¿En casa, en la oficina, en mi habitación, en el baño. El tiempo: Fines de semana o algún día particular de la semana, en la noche, cuando me quedo despierto de madrugada. Estados de ánimo: Cuando estoy triste, cuando estoy estresado, cuando estoy deprimido. Otras circunstancias: Cuando no tengo nada que hacer o tengo mucho tiempo libre, cuando tengo muchas obligaciones que me tensionan, etcétera.
Cuando estos elementos se conjugan, tu pareja se encontrará en una situación muy difícil de resistir, y aquí es donde tu ayuda será fundamental. Cuando se vayan juntando los “ingredientes de la pizza del desastre”, una visita —no a solas, obviamente—, una llamada telefónica, una salida a tomar un café, o cualquier otra cosa que se te ocurra puede ayudar. Dado que la voluntad de tu pareja se encuentra muy debilitada, tu presencia tus —palabras, tus gestos— deben buscar aportarle esa fuerza adicional.
#4 Frente a las caídas, no juzgues a tu pareja
“¿Cómo tú, siendo catequista o líder de tu comunidad vas a hacer esto?” “¿Cómo tú, siendo creyente, vas a seguir cayendo en estas cosas?” Comentarios como estos, definitivamente no ayudan. Estas y muchas otras cosas peores ya pasan por la cabeza de la persona que experimenta la adicción. Frente a sus caídas, de nada sirve juzgar a la otra persona ni avergonzarla. Esto solo hará que la adicción vuelva a la clandestinidad y sea más difícil luchar contra ella.
Más que avergonzar a tu pareja, él o ella necesita que la animes. Es importante que le recuerdes que, mientras mantenga una actitud de lucha, no está cayendo en el mismo lugar: está moviéndose, está un paso más cerca de la libertad. No te enojes con ella, sino más bien acompáñala a buscar tan pronto sea posible la confesión y sigue rezando por ella —y con ella—. Recuerda que una adicción bastante arraigada puede tomar mucho tiempo en curarse, y uno debe tener mucha paciencia.
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Así como hay enfermedades o males físicos, un vicio o una adicción puede ser caracterizada como una “herida del alma” —una herida en la afectividad—. Si tu pareja tuviera un accidente y se rompiera la pierna, acompañarla en su recuperación demandaría ciertos cuidados de tu parte. Bueno, aunque salvando las distancias, algo similar puede decirse respecto de un vicio o una adicción.
Es importante recordar que, si bien un vicio o una adicción pueden tomar su tiempo en curarse, estos no necesariamente incapacitan a una persona para estar en una relación. El hecho de decidir seguir en la relación y encarar este problema juntos puede fortalecer mucho el vínculo entre ambos.