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Día: marzo 24, 2024

«Love, Rosie» y la Teología del Cuerpo

La frase: “intenta actuar como si hubieras visto algo en ella que nadie mas vio… Por ejemplo, su alma” aparece al inicio de esta comedia romántica. Se la dice Rosie a su mejor amigo, Alex, a modo de consejo, para conquistar a otras chicas. En verdad, es ella la que quiere ser conquistada y vista. Se muestra de forma única, desnuda tal y como es, frente al amor de su vida.

El consejo más importante

Love, Rosie es la historia de dos mejores amigos. La acción ocurre en Inglaterra. Cuenta los fallidos intentos de formar una pareja entre ellos. Cuando los dos finalizan sus estudios escolares, deciden irse juntos a experimentar la vida universitaria en Estados Unidos. Sin embargo, sus planes cambian cuando Rosie queda embarazada, fruto de un encuentro con otro hombre. Ella queda sola con su hija en Inglaterra, retrasando sus estudios. Falla el matrimonio con el padre de la bebé. Por otro lado, Alex viaja para comenzar la universidad en el nuevo continente. Se casa con la chica más bella y superficial de su antigua escuela.

Los dos protagonistas bien podrían haber escuchado el consejo inicial de la película: buscar a alguien que vea en ellos lo que nadie más ve, su alma desnuda, su irrepetible identidad. San Agustín lo expresó así: el deseo más profundo del corazón humano es ver al otro y ser visto por la mirada amorosa del otro (Cf. Sermón 69, 2-3). Constantemente, los protagonistas buscan con quien desnudar su alma y se conforman con desnudar su cuerpo. 

La desnudez del cuerpo expresa la desnudez del alma

No es que la desnudez del cuerpo sea algo malo en sí. Por el contrario, cuando desnudamos nuestro cuerpo frente a otro, el deseo más profundo es el de ser amados y aceptados tal y como somos. La desnudez del cuerpo expresa la desnudez del alma. Lo que los protagonistas buscan durante toda la película es eso. Así, no se conforman con la desnudez de sus cuerpos frente a quienes no los aman realmente.

Este anhelo de ver y ser vistos se remonta al Edén, a la forma original de mirar, sobre la que Juan Pablo II reflexionó en su Teología del Cuerpo. Como lo expresó el Papa, el primer hombre y la primera mujer “se ven más plena y claramente que a través del sentido de la vista mismo”. Se ven con una “mirada interior” (Cf. TDC 13,1). Esta mirada ve dentro del otro y crea un vínculo profundo de paz e intimidad.

Cuando Rosie se da cuenta que sólo gozaba de esa paz con la mirada interior con su amigo Alex, emprende un apresurado viaje a los Estados Unidos para intentar reconquistarlo. Acompañando el efecto que muestra que ella recupera la capacidad de ver realmente, suena la canción “Suddenly I see” (“De repente veo”) de la cantante KT Tunstall. Ahora la protagonista puede advertir su profunda dignidad personal, su deseo de ser amada y de amar.  Este anhelo nos conduce a no ser usados ni a usar a los demás como si fuesen objetos para conformarnos con conseguir algo similar al amor.

Amar, usar y los sueños

Curiosamente, cuando Alex y Rosie se reencuentran, él le cuenta a ella que tuvo un sueño. Los sueños de Alex solían ser raros porque él siempre aparecía en ellos simulando ser un objeto. Sin embargo, en ese momento, era la primera vez que Alex se veía a sí mismo en un sueño como una persona. Se contemplaba a sí mismo parado frente a Rosie e invitándola a bailar.

Cuando confundimos el amar con el usar, somos tratados y tratamos a los demás como objetos para ser utilizados y reemplazados. Por el contrario, el verdadero amor es lo que nos permite ver a los demás en su dignidad de persona única e irrepetible y entablar una relación en consecuencia. 

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Concluimos recordando, entonces, a propósito de Love Rosie que el amor es lo contrario al uso. Cuando amamos, contemplamos la dignidad de las personas amadas. Las sabemos únicas e irrepetibles. Esta mirada ve dentro del otro y crea un vínculo profundo de paz e intimidad. Entonces, “intenta actuar como si hubieras visto algo (…) que nadie más vio” cuando estés con tus personas amadas.