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Día: mayo 3, 2024

Cinco tips para que la soltería no sea más “un problema a resolver”

Todos hemos soñado con encontrar el amor. Podría decirse, retomando las palabras de Juan
Pablo II, “el hombre no puede vivir sin amor” (Redemptor Hominis). Amando es como la
persona llega a hacerse plena en sus diferentes anhelos. El amor no solamente nos hace sentir
bien, sino cumplir con un anhelo del corazón.

Sin embargo, hemos encontrado, en muchos procesos de consulta psicológica, cómo la
soltería y el no tener, por un momento, a veces más largo que otro, una pareja, se puede
convertir en un conflicto personal para quien lo vive. Es por esto que queremos, a
continuación, ofrecerte unos tips para que este tiempo de tu vida no sea un conflicto, sino un
momento de autoconocimiento, crecimiento y confianza en el Señor.

1. Todo tiempo es concedido por Dios

Cuando queremos cumplir una meta o vivir un anhelo, pareciera a veces que se nos olvida
que la vida no nos pertenece, solamente la administramos. Manejamos lo que Dios, en su
amor y Providencia, nos permite administrar.

En ese sentido, no podemos olvidar que Dios también es Señor del tiempo. Él sabe lo que
vives, cómo lo vives y cómo lo sientes. No podemos olvidar que Dios es un Padre que nos
educa y nos forma porque no quiere que vivamos la vida a medias tintas. Por eso, busca que
maduremos personal, espiritual y vocacionalmente nuestra identidad.

Sin embargo, toda persona necesita tiempo para madurar. Todo árbol que ves en un bosque,
rodeado de muchos otros árboles, primero, fue una semilla que estuvo sola bajo tierra y fue
echando sus raíces hasta poder crecer y convertirse en un gran árbol. Asimismo, nosotros
necesitamos, primero, madurar y echar nuestras propias raíces. Luego, crecer junto a otros.
Por eso, la soltería no es un tiempo perdido, sino un tiempo de ganancia, porque “sabemos
que en todas las cosas obra Dios, para bien de los que lo aman”, (Rom. 8,28).

2. Conócete y madura

A veces, se quiere salir de la soltería como si quisiéramos pasar rápido un trago amargo. ¿Y
si entendieras que Dios ha querido que estés solo este tiempo, igual quisieras pasarlo así de
rápido? Esto es algo que planteo en consulta con mis pacientes, cuando surge la angustia por
la búsqueda del amor. Muchas veces nos enganchamos en buscar pareja, pero no nos
detenemos a pensar en que está buscando lograr Dios en nosotros con este tiempo.

Necesitamos tiempo para conocernos, para madurar y dejar que la semilla de La Palabra de
Dios entre en nosotros y eche buenas raíces. Si la vivencia de este tiempo no ha servido aún
para que Dios entre en mi vida y me conduzca a la conversión, a un mayor amor a Dios, a los
demás, entonces, este tiempo no ha valido la pena.

La persona humana no se revela a sí misma, sino que necesita que lo revelen. Eso es lo que
hace Dios. En Palabras del Concilio Vaticano II “Cristo manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”, (Gaudium et Spes, N. 22). Si no
dejamos que, en nuestra oración y en la meditación de las Sagradas Escrituras, Dios nos
muestre nuestra identidad y nuestro llamado, entonces, nuestros anhelos no se van a purificar
según ese llamado. Quedará solamente anclado a las actividades humanas y no a algo mayor
que eso.

3. Sana y crece en la virtud

Muchas veces, en lugar de utilizar este tiempo para sanar nuestras heridas, lo utilizamos para
reprochar y quejarnos, y terminamos por adaptarnos a nuestras heridas. Nuestras rupturas,
que son fruto de nuestra historia y nuestro pecado, distorsionan nuestra visión de la realidad.
Reiteradamente, nos conducen a pecar de un modo determinado. Así, perdemos libertad para
amar. Por eso, es preciso vivir con libertad la soltería para sanar. Reconciliarnos con Dios y
con nuestra historia será un terreno abonado para la relación futura que seguramente
viviremos.

Cuando vivimos la realidad con poca libertad, terminamos sintiéndonos mal, divididos,
agobiados. Eso es un indicador concreto de que algo no está bien en nosotros. A lo mejor, así
entendemos un poco más por qué Dios permite el tiempo de soltería. Necesitamos ser
sanados de aquello que por tanto tiempo hemos huido y evitado enfrentar.

4. Mantén la mirada en el Señor

Durante este tiempo es normal que surjan miedos y dudas. No podemos reprocharnos todo el
tiempo por lo que nuestra humanidad nos hace sentir. Hay que acoger con una mirada
amorosa esas inquietudes que surgen en nuestro interior.

El problema es que muchas veces le planteamos esas inquietudes a las personas equivocadas,
que nos llevan por caminos oscuros. Cuántas historias no he escuchado de amigos o
familiares que han conducido a alguien por caminos del ocultismo, nueva era y otras
diferentes formas de idolatría con el fin de encontrar alguna forma de paliar ese momento
doloroso de la vida.

El problema es que no somos capaces de “velar y orar para no caer en tentación” (Mt 26, 41-
43), sino que huimos por cualquier camino que nos plantean y dejamos de mirar al Señor.
Algo similar sucedió con Pedro, que caminó sobre el agua mientras miraba al Señor, pero
apenas vio el agua agitada, en lugar de mirar a Jesús, se empezó a hundir.

Es necesario tomarse tiempo, darle tiempo a Dios, para que nos dé una respuesta y, así,
podamos acoger con libertad este tiempo presente de nuestras vidas.

5. No sacrifiques la profundidad del amor que puedes vivir solo por el miedo a quedarte solo

Cuando vemos que no tenemos resultados, que lo que buscamos no tiene una realidad en la
cual plasmarse, muchas veces, optamos por recibir cualquier cosa que quieran darnos: así sea
un amor lleno de espinas y heridas.

Sacrificamos lo que anhelamos por el miedo a estar solos. Eso nos lacera muchísimo por
dentro. Nos adaptamos a cualquier forma de amor para evitar la soledad. Sobre este punto,
hay infinidad de casos en terapia que hemos podido acompañar. Es así como caemos en
dinámicas de uso, complacencia, abusos, y muchas otras más, solo por sentir
momentáneamente el ser abrazados por alguien.

***

    Si este ha sido tu caso, esperamos que no te sientas señalado. Por el contrario, acoge esta
    realidad como un llamado de Dios para dejarte sanar por Él. Déjate acompañar por una
    persona en este campo. Sana para vivir el amor que Dios te ha invitado a vivir.