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Día: octubre 22, 2024

Más allá de la compatibilidad

Se suele tener la idea de que descubrir el nivel de compatibilidad entre una pareja es una de las grandes misiones en la relación. Claramente, esto es profundamente relevante, ya que abarca mucho más que los gustos o aficiones. Además, es este el criterio para evaluar y conocer los valores compartidos y las ideas fundamentales que cada uno tiene sobre temas importantes. De alguna forma, podríamos catalogarlo como la base para construir la relación.
¿Basta la compatibilidad para crear una relación fuerte y duradera? Me gustaría llevarte un paso más allá. Dijo San Pablo: “así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella” (Ef. 5 21-24).


¿Mujeres sumisas?


Vamos a partir con el siempre polémico uso del término sumisión para referirse a la actitud de una esposa con su esposo (al mismo tiempo, a desmitificar lo escandaloso). Me gusta usar el ejemplo de un médico y su paciente enfermo. Imagino que al menos, alguna vez, en tu vida habrás tenido que acudir a una consulta médica y quien te atendió era un médico que no conoces o con quien no has construido una relación valiosa en el tiempo.


Sin embargo, te apuesto que sueles obedecer sus indicaciones para el tratamiento que promete mejorar tu salud. Esa es una actitud sumisa. Es el sometimiento de tu voluntad, pero no de forma tonta o ciega, ya que tú libremente decides someter tu voluntad porque respetas el criterio del médico. En caso contrario, irás en busca de una segunda opinión.


En el matrimonio, el sometimiento se ve prácticamente igual, pero con muchas más ventajas. La mujer tiene la responsabilidad de elegir con inteligencia a quien será su marido. Esa elección debe incluir un estudio sobre el criterio que tiene esa persona. Una mujer que elige a un hombre de buen criterio, jamás se equivocará al someterse a él, porque quién mejor que él para elegir el mayor bien para esa familia.


En el caso del médico hay una especie de salto de fe, asumimos que él busca nuestro bien. En cambio, cuando el esposo es bien elegido, podemos tener la certeza de que así será, sino… ¿por qué nos casaríamos en quien no confiamos?



¿Hombres, dar la vida?


Vamos ahora al llamado que San Pablo dirige directamente a los esposos: dar la vida por sus esposas. Para entender esta idea, no hay que ser grandes teólogos, basta con mirar a Cristo clavado al madero y preguntarse: ¿estaría yo dispuesto a este sacrificio por mi esposa? La intención de este artículo no es desentrañar toda la riqueza que nos ofrece San Pablo. Más bien, usarlo de ejemplo y bajar la idea a la realidad de nuestro siglo. Para un hombre de familia, dar la vida no tiene por qué asimilarse a una tortura tan tremenda como ser clavado en la cruz. No obstante, al menos, sí nos da una idea para entender que el amor implica, muchas veces, diferentes sacrificios para el bien de su esposa.


En algunos casos esto puede ser tener que trabajar largas y sacrificadas jornadas de trabajo, dormir menos, restarse de placeres como la televisión, el celular, etc: sacrificios modernos.

Por supuesto, si nos vamos a realidades más extremas, también, veríamos a hombres pasar hambre para que su esposa pueda comer, aceptando humillaciones para no perder su trabajo, entre otros ejemplos.


Actitud matrimonial


Si tú estás en proceso de discernimiento y maduración sobre la eventual idea de casarte, te invito a que, junto a la lista de compatibilidades que tienes con tu novio/a, no te saltes estas preguntas que sostienen lo sustancial:

  • ¿Estoy dispuesto a dar la vida por el otro?
  • ¿Soy capaz de someter mi voluntad al bien mayor que mi cónyuge busca para mí incluso cuando en ese momento no llegue a comprenderlo?
  • ¿Tengo yo un criterio que busca sobre todo el mayor bien del otro?
  • ¿Creo que el otro daría la vida por mí? ¿Lo ha demostrado?
  • ¿Hemos trabajado para aprender a ser sumisos y sacrificados el uno con el otro?
    Esto no es un check list, es más bien una actitud con la que debo discernir si me interesa o no adherir, porque será la actitud matrimonial con la que se regirá ese proyecto vital.


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Quiero volver a insistir que la idea de la compatibilidad es muy importante. Es verdad que estas a veces pueden cambiar con el tiempo, mientras que las preguntas que te propongo son parte del trabajo de toda la vida. Es una auténtica maravilla proyectar un matrimonio en donde dos personas se han propuesto trabajar toda la vida por vivir este llamado que nos hace Dios a través de San Pablo.

Si no eres creyente, no veo razón por la cual este llamado no pueda interpelarte. El matrimonio no tiene fórmulas mágicas, pero sí, ideales que cada familia puede vivir en la mejor medida posible, esta te aseguro que funciona bastante bien.