Cuando era pequeño había una materia en la escuela que se llamaba “Historia de límites”. En ella, aprendíamos cómo nuestro país fue cambiando de forma y tamaño conforme pasaba el tiempo. Veíamos cómo los conflictos con los vecinos se resolvían redefiniendo los límites, los cuales, al no quedar tan claros, originaban nuevas disputas.
Esto me vino a la mente cuando pensaba en que el espacio personal saludable requiere establecer límites en nuestras relaciones interpersonales. Estos límites, además, deben adaptarse a las situaciones cambiantes. Por ello, considero fundamental entender para qué sirven los espacios personales en realidad, y así comprender qué estamos defendiendo.
¡Veamos!
El espacio de bienestar
El espacio personal es crucial para el bienestar individual. Proporciona tiempo para la autoevaluación, la relajación y el desarrollo personal. Al garantizar que cada miembro de la pareja tenga el espacio necesario para velar por sí mismo, se promueve una relación más equilibrada y saludable.
En otras palabras, si yo estoy bien y cuido que estés bien, ambos vamos a disfrutar de los beneficios. Es un ganar-ganar, como se diría en el mundo de los negocios.
El espacio de desarrollo
Todos necesitamos espacio para explorar intereses, habilidades y reflexionar sobre experiencias. Al proporcionar espacio personal dentro de una relación, se fomenta el crecimiento individual, lo que termina fortaleciendo el vínculo de la pareja.
Así, como si una persona se parase frente a mí y no me permitiera avanzar hacia donde quiero dirigirme, si el otro interpone sus caprichos sobre mi proyecto de vida, va a impedir que yo me desenvuelva dentro de mi sentido vital y desde ahí construir un proyecto de vida conjunto.
Ojo, que puede haber ocasiones en las que necesitamos meternos en el espacio del otro para protegerlo. Con el fin de evitar que se haga daño físicamente debo interponer mi cuerpo entre la persona y el peligro. Por tanto, sí sé que el otro pone en riesgo su mente o su alma, voy a procurar evitarlo. He de evitarlo, sí, con respeto y diálogo.
El espacio de evaluación
Detrás de todo crecimiento hay un periodo de cuestionamiento: ¿estoy en el camino correcto, debo cambiar algo, me equivoqué del medio a la mitad? Si no nos evaluamos, no mejoramos. Está bien escuchar a otros darnos opiniones sobre nuestros actos y actitudes, pero si nosotros mismos no tenemos ese tiempo de reflexión, el juicio externo puede ser muy confuso.
Mientras más humildes y honestos seamos con nosotros mismos, mayor será el beneficio que obtengamos de esta mirada hacia adentro. Eso sí, hay que cuidar no ser ni demasiado duros, ni demasiado blandos, porque dejaríamos de trabajar en lo que debemos.
El espacio de diversión
Como vemos en el origen de la palabra divertir (verter hacia otro lado), es fundamental para el ser humano tener tiempo de distraerse, cambiar de rutina y, de ese modo, disfrutar y relajarse. El espacio personal permite a cada individuo dedicar tiempo a actividades que les traigan alegría y les ayuden a descomprimir.
Esto puede incluir pasatiempos, deportes, viajes o simplemente pasar tiempo con amigos. Al fomentar un espacio de diversión en una relación, con o sin la pareja, ayuda a retomar los momentos rutinarios de una forma renovada.
El espacio de prevención de conflictos
El espacio personal también desempeña un papel importante evitando problemas. Al permitir que cada persona tenga su tiempo y su espacio para gestionar sus emociones, sus pensamientos y analizar los de los demás, se reducen las tensiones. De esa forma, se mejora la capacidad de abordar los desacuerdos de manera constructiva.
Además, el espacio personal facilita a cada individuo procesar sus sentimientos antes de involucrar a su pareja en una batalla. En cambio, si no permitimos que el otro tenga la oportunidad de comprender lo que está sintiendo, es probable que, lejos de resolverlo, el inconveniente pase a ser una pelea mayúscula donde se hagan daño.
El espacio de dignidad
Cada persona es un ser único y valioso. Por ello, es clave destacar la importancia de reconocer y respetar la dignidad individual dentro de las relaciones. Mantener espacios personales es una manera de honrar esa dignidad, permitiendo que cada persona conserve su identidad mientras comparte su vida con alguien más.
Sin embargo, hay momentos en los que necesitamos entrar en el espacio del otro para protegerlo. Es importante recordar que nuestra intervención no debe ser invasiva ni impositiva, sino más bien, comprensiva y empática. Es fundamental tener en cuenta los límites personales de cada individuo y respetarlos, pues si no lo hacemos, no seremos de gran ayuda. No podemos pisotear la dignidad de una persona con el pretexto de quererlo salvar.
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En conclusión, el espacio personal es un componente esencial de una relación saludable. No se trata de distanciarse, sino de cultivar una interacción en la que cada individuo sea capaz de florecer de manera plena. Al valorar y respetar las necesidades individuales, las parejas pueden construir un vínculo más fuerte y significativo. Es importante abordar la solicitud de espacio con comprensión y respeto. Además, tener una conversación abierta sobre lo que significa para ambas partes. Así, ambos alcanzarán un mayor bienestar.