Es cierto que las relaciones perfectas no existen. Esto es verdad porque las relaciones se dan entre personas, y las personas perfectas tampoco existen. Sin embargo, dos personas imperfectas pueden, con amor y entrega mutua, construir relaciones de amistad o de pareja que resulten fructíferas y edificantes. Es fundamental, sin embargo, poder reconocer aquellas relaciones que no nos hacen bien, que atentan contra nuestra dignidad y contradicen el propósito del amor para el que fuimos creados. Aquí te dejo cuatro signos que te podrían indicar este tipo de relación.
#1 Cuando estas siendo usado
Lo opuesto al amor es precisamente el uso. Tanto en una relación romántica como en una amistad, el propósito del amor es que seas un fin en tu misma persona, nunca un medio. Estás siendo usado cuando, en la práctica y muchas veces sin darte cuenta, eres para la otra persona un medio para obtener algo: compañía, dinero, placer, estatus social, trabajos, beneficios…
Y lo sabemos porque, en el momento en que el otro pierde esos beneficios, pierde también el interés real en la relación contigo. La realidad es que no hay mayor beneficio que amar libre y desinteresadamente. Permanecer —por costumbre, conveniencia o miedo— en una relación en la cual eres usado puede afectar seriamente tu autoestima, ya que relacionarás tu identidad y valor con aquello que puedes hacer u ofrecer a otros. No nacimos para ser usados, nacimos para ser amados: la diferencia importa.
Es verdad que, si te damos tu lugar y tomas sana distancia, puedes experimentar el miedo a perder a alguien que amas, pero nunca será más doloroso que el miedo de perderte a ti mismo. En este tipo de relaciones, tu corazón siempre reclamará en vano la reciprocidad propia del amor, y sentirás constantemente que das mucho más de lo que recibes.
#2 Cuando no puedes ser tú mismo
El gozo más grande del amor es poder donarnos en aquello que somos y ser acogidos, aceptados y amados en lo que somos. En todo lo que somos. Cuando en una relación no puedes ser tu mismo, manifestar tus opiniones con libertad, mostrar tus gustos y disgustos, y dejarte conocer en tus virtudes y defectos… es una relación que debes reevaluar seriamente.
Es cierto que el amor desea y busca siempre el bien del ser amado. Esto implica velar por los intereses reales de quien se ama, y no dejarlo donde está cuando se equivoca y toma pasos contrarios a su plenitud y felicidad. Implica también corregir y ofrecer críticas constructivas que edifiquen a la persona. Pero, cuando aquello que tú eres —en tus imperfecciones y defectos— es siempre rechazado, juzgado o descartado, no puede ser un amor sano que busque el mayor bien. Mereces ser amado exactamente por quién eres y el amor mismo exige que no te conformes con menos, ni que te sientas obligado a ser una persona diferente según el gusto de aquellos que te rodean.
#3 Cuando te aleja de tus principios y convicciones
Muchas veces podemos caer en la trampa de ajustar nuestra personalidad, gustos y deseos para poder agradar a alguien. Y una relación es espacialmente dañina cuando conservar la amistad o el afecto de alguien implica negociar tus convicciones y principios más profundos.
La realidad es que, aquello en lo que crees y esos “no negociables” de tu vida, no deben ser negociados por una razón: no puedes renunciar a ellos sin renunciar a ti mismo. Una relación sana es aquella en donde la persona que dice amarte lo demuestra aceptando, alentando y promoviendo aquello que eres. Un amor verdadero jamás te exigirá renunciar a tus convicciones y propósitos: los querrá vivir contigo.
#4 Cuando estas siendo manipulado
La manipulación se puede dar de muchas y distintas maneras. Pero es verdad que la manipulación emocional es una de las más serias, ya que es una de las más sutiles y difíciles de identificar. Cuando te cuentan secretos y confidencias, te llenan de regalos, detalles y favores, cuando te halagan y te dan muchas muestras de afecto, pero son actos que en su conjunto no van de la mano con un trato amoroso y digno, libre y respetuoso, pueden ser signos de manipulación.
En la manipulación, la persona te da cosas de sí, pero nunca se da a sí mismo. Necesita que te sientas en constante deuda con él o ella para evitar, por medio de la culpa, que consideres dejar la relación. Busca hacerte sentir culpable cuando cuestionas su comportamiento o pides distancia, y muchas veces te hacen pensar que su estabilidad emocional y su felicidad dependen únicamente de ti. Al final, en la manipulación también estás siendo usado, y nunca amado.
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El amor es libre, nunca impuesto ni manipulado. Es muy importante, por tu propio bien y por el de la persona que tiende a manipular, que pongas límites claros. Procura identificar estos signos, y busca ayuda cuando no logres salir de relaciones de este tipo.
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