El amor nos lleva a compartir todo con el otro. A medida que nos unimos más a nuestra pareja, la realidad del otro se vuelve parte de nuestra realidad. Algo que no podemos desconocer en la vida de los esposos es que parte de lo que acompaña su día a día es la administración económica del hogar, la cual, en ocasiones, puede ser uno de los focos principales de discusión —e incluso de divorcio— en las relaciones de pareja.
¿Cómo organizarnos financieramente para que el dinero no sea más un motivo de discusión? Aquí te lo contamos
#1 “Tu siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo” (Lc. 15,31-32)
Algo que puede iluminar estar diálogo es la Palabra de Dios. Esta cita corresponde a la Parábola del hijo Pródigo. Cuando el hijo perdido regresa a casa, el padre decide matar el novillo cebado; su hermano, que siempre había estado con el padre trabajando le reclama: “Cuántos años hace que te sirvo sin desobedecer ninguna orden tuya, y nunca me has dado ni un cabrito para divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ha venido este hijo tuyo que devoró tu fortuna con meretrices, has hecho matar para él el ternero cebado”. A lo que el padre respondió: “ Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo”(v. 31).
Con estas palabras, el padre da a entender esa comunión que existe entre él y su hijo, una comunión que no conoce reservas, que no esconde nada al otro sino que todo es compartido. De ahí la palabra comunión: “Común unión”. El ser “una sola carne” (Mt. 9,16) implica que todo lo que somos, poseemos, anhelamos, debe estar unido a nuestra pareja. Y esto incluye la dimensión económica.
Si el manejo de la economía no es puesto al servicio del otro en la vida conyugal, ciertamente será un motivo fuerte de discusión y desencuentros entre los esposos. Ante todo, debemos considerar que todo lo que tenemos no es “mío” ni tampoco “para mí”, sino “nuestro”. Bajo esta lógica, no es adecuado que digamos “mi dinero”, “mis ahorros”, sino “nuestro dinero”, “nuestros ahorros”.
#2 Buscar la fidelidad financiera
Como lo indicamos en el punto anterior, el ser una sola carne implica todas las dimensiones. Por eso, es importante para el bienestar de la pareja que siempre busquen ser fieles al otro —financieramente hablando—.
Si seguimos en la lógica que todo es “de los dos”, no es prudente empezar a “esconder” lo que gastamos al otro. No se trata de “pedir permiso” hasta para comerme un pedazo de pan, sino que se trata de hacer todo con transparencia y de cara al otro.
Ser fieles financieramente consiste justamente en no hacer uso de los recursos económicos sin que el otro sepa qué se está haciendo. En efecto, puede que lo que gastamos sea un dinero con el que el otro cuente para algún compromiso económico y luego, al ser gastado, podrá hacer falta.
Siempre es importante que tengamos en cuenta que, de acuerdo con el punto anterior, lo que estoy usando es del otro también. Por ello, es mejor comunicar lo que estamos haciendo con nuestros recursos económicos.
#3 Proyección de gastos mensuales y anuales
Es importante que, como pareja, realicen una proyección de los gastos fijos y anuales. Esto los ayudará a saber cuánto necesitan para vivir, y cuánto dinero pueden gastar libremente.
Si no conocemos los gastos que tenemos que hacer, seguramente gastemos ese dinero en cosas no tan prioritarias. Esto nos puede llevar a enfrentar problemas financieros, lo cual será un nuevo motivo de discusión.
Tal vez sea importante pedir una asesoría a alguien que conozca de organización financiera, de modo que pueda orientarnos en este proceso. Así, podemos organizarnos mejor económicamente.
#4 Control de gastos reales vs. proyectados
Un buen manejo de la economía requiere una comprensión de con cuánto dinero contamos realmente y cuánto dinero gastamos realmente. Muchas veces creemos que necesitamos una determinada suma de dinero para vivir. Sin embargo, en la práctica, descubrimos que la suma que dinero que se invierte mensualmente es diferente. Por eso, es necesario realizar no solo una proyección de gastos sino una verificación real de los mismos, de modo que sepamos en qué estamos invirtiendo los centavos que nos ganamos.
Algo muy recomendable es tener semanalmente un momento —puede ser el fin de semana— para mostrarse mutuamente los gastos realizados en la semana y así saber si el gasto que habían proyectado es real o ha variado. Para esto, es importante no pasar por alto los “gastos hormiga”, que son muy comunes. Estos son esos gastos pequeños que, por serlo, muchas veces son ignorados. Sin embargo, al final de mes sí tienen un peso importante en la economía familiar.
#5 Hagan partícipe a Dios de su economía
Para un cristiano, todo aquello que tiene es un don de Dios: su vida, su trabajo, su dinero, su familia, sus hijos, sus bienes materiales, etcétera. Por tanto, Dios también debe tener un lugar en la economía del hogar.
Es importante que nos formemos en la perspectiva cristiana del dinero: cómo funciona el dinero en el plan de Dios, cómo funcionaba el dinero en las primeras comunidades cristianas durante los primeros siglos de la Iglesia, etcétera. Así, podremos iluminar, con la experiencia del pasado, el presente de nuestra historia financiera. Como pareja, a menudo tendremos que orar y discernir delante de Dios qué hacer con el dinero, mirar cómo se está invirtiendo y cómo Dios nos puede iluminar en este aspecto.
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El dinero es un bien dado por Dios a la pareja, y está a disposición de ella para suplir las diferentes necesidades que se presenten. Es importante que este sea un bien compartido y nunca utilizado como un bien individual.
Para invertirlo bien, es necesario conocer la realidad de nuestros gastos mensuales. Además, el modo de invertir y usar el dinero debe tener en cuenta el plan de Dios. Así, el dinero no se convertirá en un instrumento de uso egoísta, sino en un bien que favorezca a la familia y a cuantos lo necesiten.