Últimamente, he visto en varias cuentas católicas a chicos lamentándose por seguir solteros, por no encontrar a la persona “ideal” para formar un matrimonio.

Querido soltero, quiero decirte algo con mucha sinceridad: si estás esperando encontrar a una persona para casarte y entonces ser feliz… cariño, te lo digo: te vas a topar con una pared.

La dura realidad

Spoiler alert: si no eres feliz soltero, tampoco lo serás casado. Un estado civil o una situación sentimental no pueden darte la felicidad ni el amor perfecto que solo podemos recibir de Dios.

Sí, es hermoso estar enamorado, pero el gusto te dura, con suerte, un par de años. Luego viene el amor real: el que se elige cada día, el que exige esfuerzo, sacrificio y entrega. El que se prueba en el crisol.

El matrimonio: un camino, no una meta

El matrimonio no es el final feliz de tu cuento de hadas, es un camino de santificación. Con momentos maravillosos, es verdad, pero también con muchas luchas y dificultades. Cuando se vive en Dios, se convierte en una escuela de amor verdadero: el amor de Jesucristo.

Mi mejor consejo después de 10 años de maravilloso matrimonio, con muchas dificultades, mucho esfuerzo e infinita gracia de Dios: Si hoy estás soltero, pon los ojos en Dios, no en la ilusión de una persona que “vendrá a completarte”. Porque la verdad es que ya estás completo en Él.

Dios no decepciona

Dios nunca te va a romper el corazón, ni te hará love bombing para después ghostearte como tus actuales ligues fallidos. Dios te hará feliz por siempre con su amor eterno y te dará la gracia para vivir un matrimonio según su corazón, cuando sea el momento.

El anhelo de formar un matrimonio es hermoso, y es muy bueno pedirle a Dios que te guíe para encontrar a la persona adecuada. Pero recuerda que el matrimonio no es la única vocación: mantén tu corazón abierto a las posibilidades, y, por favor, ten siempre presente esto: Que el verdadero amor de tu vida sea Dios, sin importar si estás soltero o casado.