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Cinco pasos para sanar eso que tanto te duele

La sanación es más que un tema que puedan tratar los psicólogos en una charla para un grupo
selecto. Es una necesidad humana que nos toca a todos. Todos hemos experimentado que hay
algo en nuestra vida que nos duele, que nos ha hecho sufrir y que no nos permite vivir el
presente en paz, como tal vez quisiéramos.


Todos guardamos heridas en lo más profundo de nuestro corazón que reclaman ser atendidas
y sanadas: abandono de quienes más amábamos porque no estuvieron presente, rechazo de
nuestra familia o amigos, impotencia cuando no nos podíamos defender, vergüenza cuando
alguien se burló de nosotros, etc.


Vamos creciendo, creemos que simplemente “somos así” cuando experimentamos que algo
no funciona bien. Nos sentimos inseguros, pocos valorados, con miedo ante la vida. Nadie
nos dice que todo eso se puede sanar y podemos tener una vida diferente. Hoy queremos
hablarte justamente de unos pasos importantes, para dar pasos concretos hacia la sanación
personal, para poder vivir y ser lo que estás llamado a vivir y ser en tu vida plenamente.


1) Permitirte mirarte con libertad


El primer paso que necesitamos dar para empezar a sanar es abrirnos a mirarnos con más
libertad. Muchas veces nos inventamos excusas para no mirarnos a nosotros mismos. Es que
no tengo tiempo por mi apretada agenda. Mejor, me vuelvo influencer y me pongo la máscara
del perfeccionismo. Algunos eligen ponerse la máscara del controlador y arman muchos
planes para su vida. Otros transformaron su temperamento y se vuelven fuertes y no muestran
ninguna emoción.


Estas y tal vez muchas otras formas, que no alcanzamos a mencionar aquí, son tan solo los
mecanismos que aprendemos para estar en la vida, para creer que podemos sobrellevar las
pesadas cargas que sentimos que pesan sobre nuestros hombros. No obstante, no nos
atrevemos a reconocer con libertad lo que nos duele. Tenemos simplemente miedo de
reconocer lo que nos ha herido por tanto tiempo. Nos volvemos esclavos del dolor y expertos
en evadirlo.


2) Dejarte quebrantar por Dios


Junto al paso anterior, viene un siguiente paso que es fundamental y se trata de manejar
mucho en consulta psicológica. Ante tus barreras y máscaras que has construido a lo largo de
tu vida, ¡déjate quebrantar por Dios! Muchos autores espirituales hablan del quebrantamiento
del corazón en el proceso de conversión, de acercarse a Dios por medio de la fragilidad.


El mundo hoy no quiere saber de fragilidad. Por otro lado, se le hace propaganda al
empoderamiento, al ser independiente. ¿No es acaso hermoso decirle con libertad a alguien
“me pongo en tus manos”? ¿No pedía Jesús confianza para obrar sus más grandes milagros?
Cuando le trajeron un endemoniado le dijeron a Jesús: “pero si puedes hacer algo, ten
misericordia de nosotros y ayúdanos”. A esto, Jesús responde “¿cómo que si puedo? Todas
las cosas son posibles para el que cree” (Mc 9: 20-25).


La gracia de la sanación nos exige, ante todo, la certeza de saber que Dios quiere sanarnos y
la confianza de que Él puede hacerlo.

3) Buscar ayuda idónea


Otro elemento fundamental es buscar a las personas idóneas para ayudarnos. Muchas veces,
planteamos las preguntas a las personas equivocadas y eso nos lleva por caminos oscuros y
errados que no nos dan las respuestas de fondo que queremos.


Algunas personas, por sus heridas, son conducidas al ocultismo, a la nueva era, a la
adivinación, etc. No encuentran, de estos modos, la luz que necesitan porque han aparecido
en su camino personas que no son idóneas. San Pablo insistía: “examinadlo todo y retened lo
bueno” (1 Tes. 5: 21-23). Muchos Santos, como los Padres del Desierto y San Ignacio de
Loyola, hablan del discernimiento de los espíritus para avanzar en la vida espiritual,
poniéndonos en la tarea de discernir si aquello que llega a nuestra vida procede de Dios o del
Demonio o del espíritu del mundo del cual Jesús pedía que fuéramos preservados en su
oración sacerdotal (Jn 17, 11-19).


4) Repara


Muchas veces queremos sanar, queremos una vida más feliz, pero no nos damos cuenta que
es necesario reparar sobre nuestras heridas y nuestros pecados. Pocas veces nos explican que
en la raíz de todo pecado se encuentra una herida como las que nombramos al inicio. En la
medida en que podamos sanar esas heridas y reparar nuestros pecados, podremos
experimentar la sanación que viene de Dios, por medio de sus sacramentos.


5) Acércate a Cristo, el Médico de cuerpos y almas


Una parte hermosa de la Fe de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, es la visión de
Cristo como Médico de cuerpos y almas. Muchas veces, el dolor nos lleva a encerrarnos en
nosotros mismos y a creernos la mentira de que ya no merecemos el amor de Dios. ¡Si para
esto murió Jesús! ¡Para que fuéramos merecedores de ese Amor!
Jesús mismo, cuando consagra el cáliz, dice que Su Sangre se derrama “por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados”. Aún más, les manda a hacer eso para siempre: “haced
esto en memoria mía” (Mt 26, 28-30).


Hay todo un camino de sanación que podemos vivir de la mano de Dios, que está esperando
por nosotros. Es importante acercarse con confianza a Dios para ser sanados. Para vivir esto,
es importante mirarnos con libertad a nosotros mismos. Es necesario, así, buscar a las
personas adecuadas que nos orienten. Además, es preciso dejarnos mirar por Dios, con su
infinito Amor que todo lo purifica y todo lo transforma.

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