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Cinco señales de que tu noviazgo no va por buen camino

Cuando empezamos una relación a todos nos gustaría hacer las cosas bien desde el principio. Queremos hacer sentir bien al otro y sentirnos bien nosotros mismos. Tenemos la intención de que ese amor sea para siempre. En definitiva, el amor de pareja es esa entrega que hacemos de nosotros mismos al otro, buscando mutuamente nuestro mayor bien, y un bien que sea eterno.

En el camino, vamos aprendiendo cosas sobre el otro y empezamos a purificar la imagen que tenemos del amor, del otro y de nosotros mismos. Sin embargo, no siempre somos sensibles a aquellos signos que nos muestran que hay algo de nuestra relación que no está marchando bien.

Lamentablemente, estos signos no siempre se detectan a tiempo y, cuando lo hacemos, a veces, nos hemos herido tanto que es muy difícil restablecer el vínculo con la pareja. A continuación, queremos proponerte cinco señales que podrían evidenciar que tu noviazgo no va por buen camino.

1. La dependencia emocional

    Un elemento fundamental que se analiza en consulta y, a menudo, pone en conflicto las relaciones de pareja, es la dependencia emocional. Cuando amamos desde nuestras carencias (los miedos, las inseguridades, las ausencias de nuestras figuras parentales) empezamos, inconscientemente, a otorgar, al otro, funciones que no le corresponden.

    Es ahí donde surge el control hacia el otro, pedirle que nos resuelva nuestras necesidades emocionales y, tal vez, económicas. Esta necesidad consiste en, permanentemente, validar el amor del otro hacia nosotros, sentirnos mal si el otro comparte con un círculo social que no me vincule a mi como sus amigos, sentir que no puedo estar bien si el otro no está conmigo, etc.

    La dependencia emocional nos habla de heridas personales de ausencia. Esta herida es humana, puede ocurrir más de lo que creemos. Sin embargo, cuando estas heridas no son atendidas a tiempo, pueden ocasionar en la pareja una sensación de agobio, ansiedad y carga. Progresivamente, como consecuencia, aumentan las discusiones.

    Es importante, entonces, poder atender con amor y respeto esta realidad, consultando a las personas adecuadas, sin señalar a la pareja por esta experiencia.

    Otro elemento importante es la falta de límites claros a la familia y amigos. Cuando la pareja se está acercando y construyendo un proyecto de vida juntos, es importante ir entendiendo qué espacios van a ser propios de la pareja, en qué aspectos de la relación quieren que la familia y los amigos se vinculen y en cuáles no.

    Cuando esto no está claro desde el inicio, poco a poco la pareja irá experimentando que la familia del otro o su propia familia hacen comentarios inadecuados, quieren participar de las decisiones propias de la pareja y esto lleva poco a poco a discusiones cada vez mayores.

    2. Falta de límites claros con familia y amigos

    Es importante poder conocer las dinámicas que cada uno trae con su familia pronto, y poder establecer a conciencia cuáles quieren llevar y cuáles quieren transformar. Incluso, en el matrimonio, esto se vuelve mucho más prioritario, entendiendo que el noviazgo es un camino hacia el matrimonio, es importante irlo abordando desde ese momento.

    3. Dificultades en la comunicación

    Otro elemento que enciende alarmas sobre el camino que va tomando la relación son las dificultades en la comunicación. El amor humano es, en esencia, ese diálogo que se construye con el otro.

    La comunicación se da en diferentes niveles. Muchas veces, cuando tenemos heridas personales, descubrimos que nos cuesta hablar sobre nosotros mismos, o sobre nuestras emociones. Nos damos cuenta, también, que es difícil para nosotros hablar sobre cómo estamos frente a una situación o un tema en particular. Eso genera muchas dificultades en la relación. 

    Podríamos afirmar que, si se fractura la comunicación, prácticamente se facturará toda la relación

    4. Negarse a hacer renuncias

    Cada vez se encuentran más personas que quieren llevar adelante su relación de pareja, pero no quieren hacer renuncias por el otro: renunciar a un tiempo libre, renunciar a mi comodidad, ajustar mis planes de vida, etc. Así, preferimos quedarnos ensimismados y no salir al encuentro del otro.

    Si esto sucediese, la relación experimentará muchas dificultades. No fuimos hechos para vivir dentro de nosotros, ensimismados, sino en comunión, saliendo al encuentro de los demás. Muchas heridas interiores nos incapacitan para vivir el amor.

    Si no se renuncia, si no se postergan las cosas que me gustan un poco por el otro, entonces, sufriré mucho.

    5. Heridas emocionales sin sanar

    Las heridas principales que se gestan desde que somos pequeños, incluso, desde el vientre materno son: abandono, rechazo, temor, impotencia, desesperanza, confusión y vergüenza. Tal vez, en otra ocasión, se pueda profundizar en las características de cada herida.

    Sin embargo, lo que se puede aclarar de estas principales heridas es que impactan a la persona en todo su ser. Modifican el modo como se ve a sí misma y a los demás. Además, progresivamente, hacen que la persona sufra interiormente y se fracture su relación consigo mismo, con Dios y con los demás.

    Es importante buscar a las personas idóneas para abordar estas heridas y tomarse el tiempo para sanar.

    ***

    En conclusión, una relación de pareja es, tal vez, la experiencia de vida más hermosa que alguien llamado al matrimonio puede vivir. No obstante, en el camino, se descubrirán las heridas que se han ido gestando a lo largo de la vida en nosotros. Así, es importante estar atento a esos signos que nos muestran heridas y es imprescindible sanarlas con confianza en Dios y con las personas idóneas para acompañarnos en ese proceso.

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