Dice un viejo proverbio chino: «Corrige al sabio y lo harás más sabio; corrige al necio y lo harás tu enemigo».
Qué complicado es esto de corregir… Si lo piensas bien, corregir es ayudar a la otra persona a hacer las cosas mejor. Pero no siempre se entiende bien esta ayuda. Seamos honestos: ¡es que no siempre la intención es ayudar! La forma en la que se tome la corrección dependerá de muchos factores:
#1 La MOTIVACIÓN de corregir
Es fundamental. Se puede hacer desde el deseo de ayudar y de mejorar o desde una motivación menos honrosa como la envidia, la venganza, la rabia, el rencor. Sea cual sea la motivación que te lleve a corregir, la otra persona lo suele notar. Por eso, algunas veces se reacciona mejor a la corrección y otras peor.
#2 QUIÉN realiza esa corrección
Cuando la realiza una persona sin autoridad o sin entidad moral para hacerlo (sin status o sin estar en condiciones de corregir algo para lo que no resulta ejemplar), la corrección no se acoge con agrado. Cuando quien corrige tiene posición para hacerlo y, además, es modelo de conducta, resulta mucho más fácil acoger la instrucción.
#3 El CONTENIDO de la corrección
Hay veces en que lo que se corrige resulta poco relevante para la persona corregida y, entonces, no plantea problema alguno. Resulta más difícil encajar la corrección cuando ésta se realiza sobre un tema controvertido: que pueda avergonzar, ridiculizar, cuestionar su valía o de velar algo que estaba oculto.
#4 La OPORTUNIDAD, el PÚBLICO y las FORMAS
No es lo mismo una corrección hecha en el momento oportuno, que una realizada fuera de lugar. Esta última siempre sienta peor. Las correcciones deben ser privadas, sobre todo cuando son desagradables o el tema es importante. En privado, la acogida será mayor; en público, puede provocar repulsa.
A su vez, las formas pueden cambiarlo todo. Hay que ser elegante hasta para corregir. Un mal tono o unas palabras inadecuadas pueden invalidar una corrección al provocar el rechazo del mensaje.
#5 El RECEPTOR
Dejamos para el final al receptor de la corrección. Este elemento también es fundamental. Como dice el proverbio: «si corriges al sabio, lo harás más sabio». Pues el sabio, además de inteligente, será humilde y acogerá la lección como aprendizaje. Si corriges al necio el resultado será funesto. Además de estar poco capacitado, es soberbio y eso hace que rechace la corrección por resultarle molesta e inadecuada. No es capaz de ver en ella una oportunidad de aprender y ante la ofensa, se puede volver en tu contra.
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Como ves, no es tan sencillo como parece. Debes tener en cuenta muchos factores a la hora de corregir o aceptar una corrección, pues de ello dependerá la acogida del mensaje.
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