Después de una ruptura amorosa ambas partes salen lastimadas, unas más que otras. Al entrar en una relación, las cosas cambian, ya sea para bien o para mal. Muchas relaciones empiezan bien. Sin embargo, en el camino, los factores positivos se van perdiendo; o no se toma la importancia necesaria para mejorar por el bien de ambos. Puede haber incluso discrepancias en cuanto al proyecto de vida. Esto puede marcar un antes y un después enla relación.
Por ejemplo, si soy una persona que anhela el matrimonio, tener una familia y tiene convicciones sobre cómo le gustaría crecer en pareja, es lógico que necesite dialogar con mi pareja sobre esos temas. Si no hay puntos en común o no hay la posibilidad de mejora o cambio frente a desacuerdos, lo mejor será dar un paso al costado. Será lo mejor, pero costará.
La ruptura, si bien puede ser necesaria, trae consecuencias. A coninuación, nos gustaría hablar de estas consecuencias.
#1 Consecuencias físicas
Cuando atravesamos estos episodios de ruptura, las consecuencias físicas son variadas, y nuestra salud es uno de los principales damnificados. El estrés puede ir acompañado de una baja de las defensas. Ya no te apetece comer, y si comes, puede que no sea a tus horas. Puede darse pérdida de peso y hasta trastornos del sueño, pasando por un malestar generalizado. Esto puede facilitar la aparición de ciertas enfermedades. Por su parte, los cuadros de ansiedad y la pérdida de autoestima son una combinación peligrosa que, en ocasiones, desemboca en depresión. A tener mucho cuidado.
Frente a esto, es importante pedir ayuda a las personas que amas: la familia y los amigos deben ser nuestros principales puntos de apoyo. Es fundamental compartir con ellos lo que nos preocupa, agobia o entristece. No debemos sentir vergüenza de abrirnos a las personas que nos quieren, así evitaremos caer en situaciones que no nos hagan bien.
También es importante mantener la mente ocupada y practicar ejercicio para liberar tensiones. En definitiva, debemos mirar hacia adelante, rodearnos de nuestros seres queridos y no seguir dando vueltas en torno a las situaciones que nos dañan.
#2 Consecuencias psicológicas
La separación de una pareja es una situación difícil. Si la familia estuvo involucrada en la relación, la ruptura también la afectará. Sin duda será un momento de cambios a nivel personal y familiar.
Puede que haya malestar, nostalgia o tristeza. Estos indican la presencia del desequilibrio propio de la ruptura. Dicho desequilibrio puede conllevar a una maduración personal o a una cierta regresión emocional. Se trata de una fase de adaptación natural que variará en intensidad y duración en función de la personalidad, realidad y estado anímico de cada persona.
#3 Consecuencias espirituales
En el ámbito espiritual podemos caer en el error de pensar: “si hice siempre las cosas bien, ¿por qué Dios permite que mi relación acabe?” Puede que nos preguntemos también: “¿será que no quiere verme feliz?” “¿No soy digno de ese amor?” “¿Dios no está de mi lado?” Responder estas preguntas será un proceso que requerirá centrase en el presente. No se puede vivir el presente viviendo en el pasado, y tampoco pensar que el pasado nos vaya a condicionar. El hecho de que una relación pasada haya fracasado no significa que una relación futura también lo haga.
Es impotantr ser paciente y prudente frente a la nueva situación. Lo primordial es encontrar el bienestar superando el dolor causado. Un acompañamiento espiritual puede ayudar, especialmente para retomar la vida espiritual en relación con Dios.
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Por más que sea doloroso —pues tal vez pensábamos que esta relación sería hata el matrimonio—, no tomar a tiempo la decisión de terminar puede llevar a un dolor más grande. Con tiempo y dedicación, este episodio va a pasar. Pero no sólo se necesita tiempo, sino también el esfuerzo de uno mismo para salir adelante.
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