La búsqueda de pareja es una de las preocupaciones más comunes entre las mujeres.
Particularmente, es una inquietud entre las mujeres católicas que se sienten llamadas a la
vocación matrimonial. Por esta razón, el modelo de San José como esposo de María y padre
adoptivo de Jesús ha cobrado relevancia como un punto de referencia sobre las virtudes que
se deberían buscar en un hombre. ¿Qué tan sana es esta idea?
Tener pareja no es lo que da sentido a nuestras vidas
Está muy bien tener un modelo de hombre, padre y esposo. Sin embargo, entre las mujeres
solteras de fe se viene dando un fenómeno en el que esta idea de encontrar el San José se ha
llevado a un punto donde se pone una carga excesiva sobre los hombres. Se espera de ellos
comportamientos que no son del todo realistas. Esto conduce a grandes decepciones. Por
eso, es importante realizar una búsqueda de pareja realista.
Está muy bien buscar un hombre virtuoso, capaz de ser dueño de sí mismo y de trabajar en
sus debilidades. No obstante, una tendencia marcada entre estas mujeres es la de esperar
que, cuando tengan pareja, ya no se sentirán más solas. Suponen que todas sus heridas
quedarán sanadas. Imaginan que su hombre será perfecto y todo estará bien. Esa
expectativa se termina convirtiendo en una versión católica de un cuento de hadas.
Así, debemos entender que ningún ser humano va a llenar nuestros vacíos ni a satisfacer
nuestros deseos más profundos. Solo Dios puede hacer eso. No debemos poner expectativas
inalcanzables sobre ningún ser humano. Tampoco idealizar o poner cargas excesivas sobre
un prospecto de pareja. En el medio, está la virtud, es decir, ni conformismos ni
expectativas desbordadas. Debemos tener claros nuestros no negociables y saber ser
flexible en lo que es negociable.
¿Eres tú la mujer sana y virtuosa que está al nivel de lo que se exige?
No está mal buscar y exigir la virtud en un hombre. Sin embargo, tengo que decir que
muchas de las mujeres que buscan eso no están trabajando en sí mismas. No desarrollan
ellas mismas las virtudes. No buscan sanar sus heridas ni trabajar en sus defectos de
carácter. Solo están esperando que llegue mágicamente su príncipe a rescatarlas sin tener
que hacer ningún esfuerzo.
Muchas otras sí están trabajan arduamente en sí mismas. Esto es realmente valioso: buscar
ser una persona virtuosa. Ser virtuoso no implicar ser perfecto. La virtud predispone a la
persona a mejorar y a ser humilde. Así, se logrará la complementariedad con un hombre
virtuoso, aunque no perfecto.
Momento propicio para sanar
La soltería es un momento para identificar las heridas y comenzar a sanarlas. Algunos
asuntos no resueltos como las heridas emocionales de la infancia -que todos tenemos en
alguna medida- o las heridas de relaciones pasadas. Por otra parte, están las causadas por
factores varios como adicciones, fornicación, secretos graves, etc.
Podemos, así, tener heridas causadas por nuestros padres: heridas por abandono, de
ausencia, de maltrato, de abuso, entre otras cosas. Como consecuencia de ello, el niño
pierde el respeto hacia sí mismo o hacia los demás. Se siente indigno de amor. Hace una
auto valoración negativa. Siente que hizo algo mal para que no lo quieran, por ejemplo, que
no vale. Puede sentirse solo y culpable. En algunos casos, tiene la impresión de que debe
proteger al adulto débil.
Riesgos de no sanar
Una persona con algunas de estas heridas es presa fácil del abuso sexual, porque se siente
sola y acepta fácilmente cualquier muestra de afecto. Estos patrones se repetirán en la
adultez, en la búsqueda de pareja, si no son sanados.
No juzgamos, en esta instancia, a papá o a mamá. Seguramente, ellos hicieron lo mejor que
pudieron a pesar de sus propias heridas. No obstante, sí nos interesa explicitar que, el hecho
de que, cuando tenemos dolores, si no se sanan, estos dolores buscan la manera de
manifestarse. Así, las heridas que no sanamos, salen a la luz: nos hacen saber que algo no
está bien.
Las relaciones como consecuencia de algunas heridas
Profundizaremos algunos ejemplos de qué nos pasa cuando entablamos una relación con
heridas. Comenzamos por la herida de abandono. Una herida por abandono nos predispone
a sentirnos atraídos por personas evitativas, es decir, personas abandonadoras y con miedo
al compromiso. Nos conduce a relacionarnos con personas que dependen emocionalmente
de otros o a ser nosotros mismos los evitativos.
Por otro lado, una herida por agresión nos predispone a sentirnos atraídos por personas
maltratadoras y a ser sumisos. También puede suceder que nos convirtamos nosotros
mismos en agresores. A veces terminamos buscando un papá en lugar de una pareja. Otras,
terminamos desarrollando dependencia emocional a nuestros padres, a su opinión y a sus
decisiones. Incluso, en muchos casos, nuestra herida se manifiesta a través de enfermedades
físicas o a través de trastornos psicológicos.
Así, una persona herida tenderá a unirse a otra persona herida. Por otra parte, una persona
sana o, también, una persona en proceso de sanación, comúnmente, no se sentirá atraída a
una persona que no está buscando esa sanación.
Déjate adoptar
En una época donde muchos padres han estado ausentes o no han sido modelos ideales, San
José, la Virgen María y Dios Padre tienen un papel clave en la sanación de nuestras heridas.
A veces, por nuestras heridas, los sentimos lejos, distantes, castigadores o indiferentes. No
obstante, al ser modelos de virtud y de paternidad y maternidad sanas, son quienes más nos
pueden ayudar a sanar esa imagen herida y distorsionada que tenemos de lo que es un padre
y una madre.
Por eso, hoy te invito a que hagas el ejercicio de pedirles que te adopten como hija y que tú
los adoptes a ellos como tus padres. Aunque te cueste, pídeles que llenen ese vacío, esa
carencia que tienes con tus padres. Pídeles que te brinden un amor limpio y puro en
reemplazo del amor herido o lujurioso que has recibido de algunas personas, que te den ese
abrazo, ese beso, ese “te amo” y todo aquello que te hizo falta.
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San José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús cobró relevancia como un punto de
referencia sobre las virtudes que se deberían buscar en un hombre. ¿Qué tan sana es esta
idea? ¿Eres tú la mujer sana y virtuosa que está al nivel de lo que se exige? ¿Buscas o
buscaste sanar y crecer en virtud? ¿Llenaste tus vacíos, tus carencias con sanidad, la
sanidad que proviene de lo Alto? La soltería es el momento propicio para sanar.