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Cuando no se está logrando vivir en castidad

Muchas personas que tiene el sincero propósito de vivir en castidad pueden encontrarse con
dificultades para mantenerse firmes en ese propósito. Las caídas terminan siendo materia
recurrente de confesión o, en caso de los no creyentes, de dilemas sobre su relación de pareja
(cuando uno es creyente y el otro no).
En este contexto quisiera animarte a tomar una pausa para reflexionar en diferentes
direcciones y ayudarte a tomar una decisión con firmeza y madurez. Para eso, te describiré
algunas situaciones que pueden ayudar a identificarte y elegir un camino.

Cuando uno valora la castidad y el otro tiene dudas


Una de las consultas que más atiendo en orientación de parejas es la diferencia sobre lo que
cada uno entiende o valora sobre el valor de la espera y la castidad. Esta diferencia es una
oportunidad de crecimiento no solo en fe, sino en conocimiento, comunicación y otras
virtudes.


Al inicio de la relación puede ser que el que pone el tema de esperar hasta el matrimonio
sienta que, al ver que su novio/a lo acepta, es una especie de batalla ganada. No obstante, la
verdad es que es solo el comienzo de un proceso mucho más profundo.
Si bien no se trata de convencer al otro, es importante que, quien ha propuesto esto como la
dinámica de la relación, tome un rol activo para mostrarle la belleza de esta virtud y dé cierta
luz al otro.


Cuando el otro ve que una falta o caída en la castidad genera tristeza, dudas en la relación,
culpa constante, es probable que no vea el valor de vivir de esa forma. En cambio, si ve que,
en cada caída, el nuevo intento los fortalece, los anima a ser mejores, los encamina con
mayor optimismo a poner mejores medios, verá un valor en esta búsqueda de esta virtud
particular.


Cuando ambos quieren vivir la castidad, pero caen


Hay casos en donde ambos se han propuesto vivirla y, a pesar de poner muchos medios, se
han visto envueltos en situaciones que los hacen caer. Esto puede llenarlos de dudas y
hacerlos preguntarse: ¿será esto un problema que repercuta en el matrimonio? ¿Si no lo
logramos resolver será mejor no casarse?


Mi respuesta es simple, buscar la perfección no es propio de personas que viven cara a Dios.
Al contrario, estas debilidades y caídas son una oportunidad para reflexionar sobre la inmensa
ayuda que necesitamos de Dios para vivir y amar mejor.


Hay que profundizar mejor sobre qué denominadores comunes son los que los hacen caer y
poner medios nuevos y más firmes para mejorar. Si caen, se vuelven a levantar. Aquí ayudará
mucho hablar con un sacerdote, un orientador o pedirles una buena recomendación de
recursos para seguir aprendiendo sobre el valor de la espera.

El motivo para terminar la relación no puede ser sus imperfecciones, más bien, su falta de
perseverancia en querer mejorar, ya que imperfecciones tendrán toda la vida. Como decía San
Josemaría: “perseverar es de santos”.


Cuando uno quiere vivirla, pero el otro no


No vale mucho la pena detallar esta situación, si uno de los dos no quiere vivir la castidad,
hay que respetar su elección y salir de ahí con respeto.
Si tú eres católico y quieres vivir esta virtud, pero el otro no, no debes rechazarlo ni hacerlo
sentir mal por eso. Más bien, con mucho cariño y valorando todo lo bueno que hay en el otro,
das un paso hacia el lado por amor. Ya, no hace falta mucho más.


No quieras intentar darle una clase o sugerirle insistentemente que entienda tu forma de ver
las cosas, debes respetar su libertad. Si la persona está abierta a conocer, esforzate en ser un
gran apóstol.

***

Finalmente, es clave seguir formándote para vivir su dimensión sexual de una forma plena,
feliz y sin culpas o angustias. Evalúa con honestidad por qué no lo están logrando y, aunque
pueda ser doloroso, toma medidas más drásticas desde el amor, para mejorar en este aspecto.

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