Desde que existieron los primeros seres humanos en este mundo, encontramos ejemplos de comparación entre uno y otro. Caín y Abel se ven en una situación en la que la envidia se presenta luego de que Caín se comparó con su hermano Abel, y vio que su ofrenda había sido recibida por Dios de forma diferente.
Esto no es algo nuevo: siempre ha habido una tendencia a mirar al otro y encontrar las diferencias entre su vida y la mía. Ahora, es inevitable admitir que el creciente uso de redes sociales nos permite tener acceso a la vida de los demás las 24 horas del día. Por lo tanto, resulta mucho más fácil que nuestra mente acuda a la comparación con mayor frecuencia.
¿Qué puede pasar cuando nos comparamos?
Si nos limitamos a ser conscientes de esas diferencias y asumirlas como positivas, resaltando la riqueza de la diversidad de realidades, historias, decisiones y familias —entre otros—, nos pueden llevar a un aprendizaje. Pueden ser algo muy positivo, y no aterrizar en un problema para nuestra vida. Pero cuando, al reconocer estas diferencias o alguna puntal, ello despierta sentimientos de tristeza, cólera, ansiedad, miedo o envidia, esto puede generar muchos problemas de salud mental, problemas que ahora son tan comunes en adolescentes.
Los sentimientos no son “buenos o malos”
Alguna vez una psicóloga católica me comentó que los sentimientos no se pueden calificarse como “buenos o malos”, porque nosotros no buscamos que broten del corazón. Lo que sí puede definirse como positivo o negativo es la forma en que lo canalizamos o administramos: qué decidimos hacer con ellos.
Algunos consejos
Frente a esto, les quiero plantear algunos tips para poder hacernos responsables de estos sentimientos. Así lograremos evitar las comparaciones con un efecto negativo en nuestra vida:
1. Filtra adecuadamente las personas que sigues en redes sociales y el contenido que consumes. Si algún contenido despierta en ti sentimientos de envidia, tristeza, ansiedad, temor o algo semejante, opta por dejar de consumirlo. Y sé firme en esta decisión.
2. Practicar la gratitud te ayudará reconocer y recordar las bendiciones en tu vida, y a dejar de compararlas con las del resto.
3. La oración definitivamente te enfocará en entender tu camino de vida y el propósito único que Dios tiene para ti. Así, verás también el camino de los demás como enriquecedor para ellos, y el tuyo como pensando desde la eternidad para ti. Identificar la envidia y entregarla en oración también te dará una gracia especial para combatirla.
4. Tener citas de la Biblia o de santos a la mano te ayudará a combatir esos pensamientos de comparación que vienen hacia ti al mirar la vida de otro. Por ejemplo, Isaias 55, 8-10: “Mis planes no son como sus planes, ni mis caminos como sus caminos”.
5. Si constantemente estás comparándote con los demás y esto genera una tristeza o ansiedad que no puedes controlar, sería ideal buscar algún profesional que pueda guiarte en este camino de entender las causas y poder gestionar tus emociones. Muchas veces puede haber un trabajo por sanar la autoestima y conocer algunos otros factores.
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Los animo a ser pacientes con ustedes mismos: tenemos una tendencia natural al mal, que nos empuja a mirar al otro con algo de envidia o egoísmo. Pero siempre se puede trabajar y orientar al amor, gratitud, generosidad. El primer paso, como suelo decir, es reconocerlo y aceptarlo, para empezar a trabajarlo.