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El amor es cosa de héroes

“No hay hombre tan cobarde a quién el Amor no le inspire valor y no lo haga semejante a los héroes.”

(Platón, Banquete)


Esta frase la leí cuando aún era adolescente (antes, incluso, de descubrir la Filosofía). No conocía su contexto en ese entonces, pero sí aprendí algo que me acompañó todos estos años: amar es arriesgar. No puedo decir que he seguido ese lema a rajatabla hasta el día de hoy. Cada vez que no lo hice, me sentí decepcionado conmigo mismo.


Tal vez esta idea sea demasiado abstracta para algunos. Sin embargo, si me permiten unos minutos de su atención, les mostraré que es un hecho más concreto de lo que creen. El amor es cosa de héroes. Ese es el único tema que realmente importa.


¿Qué es un héroe?


La historia se ha encargado de ridiculizar o parodiar a los héroes. Es difícil no ver la figura del héroe como un ideal, un abstracto, o incluso un recurso puramente literario. Sin embargo, esto no lo es.


En las artes, el héroe constituye un arquetipo. Es un paradigma del cual los hombres debemos aprender. No es el que realiza grandes hazañas o el que vence mil demonios con su espada. Va más allá de eso.


La virtud del heroísmo radica en la comprensión de que hay cosas más valiosas en este mundo que uno mismo. Hay cosas más importantes que yo. En ese sentido, el héroe entiende que vale la pena sacrificar su propio bienestar, o su propia vida, por esas cosas.


Así, un héroe es un sacrificado. No tiene la certeza de que vencerá. Solo sabe que algunas cosas son tan grandes que merecen que renunciemos a las demás.


Santo Tomás y el “celo”


Hablar de esto trae a colación los fundamentos de Santo Tomás de Aquino. En su Suma de Teología, explica que el celo es efecto del amor.


Cabe aclarar que no hablamos de celo como se suele entender cotidianamente. El celo nace de la intensidad amorosa. Es la reacción a excluir todo aquello que le sea contrario e incompatible (S.T., I-IIae, q. 28). Es decir, amar implica apartarse de todo aquello que nos separe de ese bien. Quien ama realmente, rechaza la idea de verse excluido del amado.


De eso entendemos que el amor exige una renuncia. Demanda un sacrificio. Renunciaremos a estar con otras personas, a los vicios y malos hábitos. Sacrificaremos tiempo, atención y el propio ego. A veces, estamos tan preocupados por nosotros mismos, que preferimos callar, olvidar, quedarnos en un molde” Nada de esto le corresponde a un alma enamorada.


Amar no es para cobardes


De ahí, podemos afirmar que, si el amor es renuncia, es cosa de héroes. A su vez, si quien no se arriesga a renunciar es un cobarde, entonces, el amor no es para cobardes.


Entender que quien no arriesga no ama es fundamental. Sobre todo, en un mundo donde prima tanta tibieza. Vivimos en tiempos donde nos atamos a la rutina, a la zona de confort, a la facilidad del sexo sin compromiso. Nos aterra la idea de sentirnos rechazados, de sentir que no va a funcionar.


Por miedo a pasar vergüenza, decepción o tristeza, nos conformamos con decir no lo vale. La mayor parte de las veces, en realidad creemos que nosotros no valemos lo suficiente. “¡Morite de amor!” dicen algunos por ahí. Si amar nos hace héroes, no me parece que sea una locura.


La psicología del fracaso


Sé que no es sencillo. Como les dije, yo muchas veces no me la jugué. He tenido que vivir con ese peso. El fracaso nos aterra horrorosamente. El miedo al fracaso nace de la visión negativa que tenemos de nosotros. Así, pensamos que no lo valemos, que no somos capaces o que no lo resistiremos. El amar debe superar esas creencias.


Si bien nada asegura el triunfo, eso no debe desmotivarnos. Siempre será más desmotivante huir que perder. No hay nada peor para nuestra propia percepción. Hay que romper con esa ideal burbuja de querer sentirnos seguros, de escapar de las consecuencias negativas. Para eso, es necesario un poquito de confianza y seguridad en uno mismo.


Hay que abrirse a la herida, al sufrimiento, al sacrificio. Es lo que le dá valor real a nuestras acciones. Nada que no duela vale verdaderamente la pena.


***


El héroe se sacrificará, pero eso no significa que esté seguro de su victoria. Puede que el héroe no triunfe, pero su sacrificio nunca es en vano. Puede que, declararse a la chica que te guste, no salga como lo esperabas. También, que la gente hable y opine desde afuera. Puede que esa relación te obligue a salir de la comodidad a la que estás acostumbrada y que debas invertir más tiempo, atención y paciencia. Puede que tengas que renunciar a algunos placeres por ella o que debas quebrarte por vencer tus vicios y abandonar todo eso que no sea correspondido con el bien amado.


¿Quién asegura que todo está perdido? ¿Quién confirma que todo puede salir mal? Si es así, ¿quién nos quitará el gusto de haber amado? ¿Qué placer reemplazará la tranquilidad que uno siente por haber arriesgado y luchado por amor? ¿Es que acaso hay mayor paz que la de sentirse un héroe, y no un cobarde?

Soy Juani Rodriguez pero @decime.negro

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