Hace como tres años comencé a leer un libro de Christopher West que se llama Love is patient but i´m not; debo confesar que lo elegí por las razones equivocadas, estaba segura que se trataba sobre la espera edificante o el esperar sin desesperar. Sin embargo, creo que el autor desarrolla un tema alrededor de la afectividad súper ganador, pero no específicamente sobre lo que yo esperaba. Sin embargo, el título del libro me sigue llevando a pensar en lo impacientes que podemos llegar a ser con nuestros procesos y en especial con el asunto de esperar por una ayuda idónea. Aquí te van mis consejos para vivir una soltería plenamente feliz y esperanzada.
¿Sigo mi plan o escucho a Dios?
Mi primer consejo es que ores mucho: la oración revela al alma lo que habita en el corazón de Dios. Muchas veces nuestros planes son sumamente diferentes a los planes que Él tiene para nosotros. En libertad, debemos descansar en la esperanza de que tener a Cristo debería ser suficiente y en que la posibilidad de que llegue o no llegue alguien a acompañar nuestro caminar no debería determinar lo que nos da felicidad.
Honestamente, sé que suena bonito, pero es difícil de hacer. Mi propuesta es que te des la oportunidad de dejar de esperar que llegue alguien y más bien te pongas en la ardua tarea de disfrutar el presente tal y cómo viene. Agradecer es un excelente paso para dejar de poner la mirada en lo que no tenemos y sí en aquello que se nos ha sido dado.
Una etapa para crecer
Algunos días atrás conversaba con una amiga que se casó hace poco más de un año y que ya tiene una bebé hermosa; me compartía que, aunque es feliz y plena, a veces sí extraña tener el mismo tiempo que tenía cuando estaba soltera. Yo meditaba en lo importante que es aprovechar cada una de las etapas que vivimos.
Esperar con felicidad también es reconocer que cada momento que vivimos es sin duda la posibilidad de aprender, crecer y ser mejor; pero sobre todo, de vivir algo que más adelante ya no estará. Es como cuando pasamos del colegio a la universidad y extrañamos algunas cosas que ya no tenemos. Mejor dicho: disfruta tu presente tal y cómo viene, dejando a un lado esa ansiedad que a veces se asoma por temor a lo que vendrá en el futuro.
Rodéate de personas de valor
Algo que me ha servido muchísimo para darle propósito al presente ha sido rodearme de personas que no solo llenen mis momentos de felicidad, sino que también llenen mi alma de virtud; encontrar amigos que te acerquen a ser cada día mejor es un regalo enorme. Dicen por ahí que somos las cinco personas con las que más nos juntamos; entonces, elije bien las personas que llenan tus días, conversaciones y rutinas.
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Espero que estos consejos te ayuden a disfrutar la etapa que vives, y también a prepararte para esa relación que tanto anhelas.
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