Últimamente, el mundo está más abrumador, ¿lo sienten? Estamos viviendo tiempos difíciles y resulta imposible hacer la vista gorda. Es más: es importante ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, estar informados y permanecer atentos. Pero es verdad que a veces es demasiado, y eso puede activar nuestro modo “fight, flight or freeze” (“pelea, huye o congélate”), que es básicamente la respuesta de nuestro cerebro para defendernos de un evento amenazante. Ante esta realidad, nos pusimos a reflexionar sobre la importancia que tienen el matrimonio y, sobre todo, el hogar en medio de este caos.
Con lo rápido que avanza el mundo, debemos cuidar que esa velocidad no nos mueva de lo realmente importante y de aquello que debería guiar nuestro actuar: nuestro estado de vida. El lugar que siempre debería tener el matrimonio en la vida de cada cónyuge es claro: el segundo lugar (porque el primero es Dios, pues…, ¿qué pensaban?). Saber esto nos tiene que llevar a poner nuestro mayor esfuerzo en valorarlo y cuidarlo.
Y, ante un mundo tan caótico, el matrimonio y el hogar deberían ser revolucionariamente lo contrario: el lugar que más paz nos dé. Debemos no solo desear que lo sea, sino trabajar activamente por que lo sea. Es urgente construir hogares que signifiquen un descanso de tanto ruido, que nos permitan actuar con libertad y configuren un espacio donde podamos crecer en amor, esperanza y verdad.
¡Ojo! No confundamos “descanso” con “relajo”. El matrimonio y el hogar no deberían ser nunca un relajo. ¿Hay que trabajar por ellos? Claro que sí. Por eso decíamos que hay que construirlo activamente. Pero sí debería ser un sostén para el alma, un descanso para el corazón. ¿Por qué creemos esto? Porque si, ante los eventos adversos de la vida, nos toca pelear, el hogar nos permitirá recargar fuerzas para la lucha —en casa nunca se pelea uno contra otro—. O, en el caso contrario, si lo más sensato fuera huir, un hogar bien establecido y una relación que nos den paz serían siempre un refugio seguro. O, cuando nos paralicemos, el hogar podrá ser el espacio ideal para parar y desahogar el alma.
Pero, ¿ven la importancia del orden? Primero, cuido mi relación con mi cónyuge y construyo un hogar sobre roca, para luego tener una buena respuesta ante el mundo. Primero, lo primero; segundo, lo segundo. Ahora, vamos a algo más práctico. ¿Cómo podemos construir activamente un hogar que sea un descanso para el corazón?
Sean lo primero y lo último del día del otro
Inicien cada día sirviéndose mutuamente y no acaben el día sin preguntarse “¿Cómo estás hoy?”. No simplemente un “¿Qué tal el trabajo?” o un “¿Qué hiciste hoy?”, sino real y conscientemente: “¿Cómo estás hoy?”. Abramos nuestros corazones ante nuestra pareja, ante la persona que escogimos como compañero de vida.
Mantengan el buen humor
Lo sabemos: es más fácil decirlo que hacerlo. Pero es importante que ejercitemos la paciencia y la sonrisa en casa. Como escribíamos más arriba, el mundo ya es bastante abrumador, así que mejor no recargar el hogar con renegadas gratis. Un datazo: existe una oración hermosa de Santo Tomás Moro para pedir el buen humor.
Respeten su tiempo de a dos
Elijan un día a la semana —o la periodicidad que les funcione mejor— para tener una cita. No tiene que ser un gasto extra: a veces las citas en las que conversamos de la vida son las mejores. Y regla de oro: mientras más cargada esté la semana, más intocable debería ser esta cita, porque significa que realmente necesitaremos este descanso para el alma.
* * *
Deseamos de todo corazón que sus relaciones, matrimonios y hogares sean siempre un lugar para quitarse la armadura con la que enfrentan el día a día y donde, con mucho amor y libertad, puedan reposar la cabeza y renovar las fuerzas del corazón.
Los abrazamos fuertemente y nos vemos en el siguiente artículo,
Pía y Jorge.