Hace poco, unos novios que se iban a casar me confiaron una preocupación: cómo sería la noche de bodas, qué tenían que hacer para que fuera genial e inolvidable. Ellos nunca habían tenido relaciones y querían esperar a estar casados (este planteamiento he de decir que me admira profundamente por cómo valora lo que es una relación sexual plena).
Les dije lo siguiente: quereros mucho para que os sintáis muy amados, pero si os parece que todo resulta un desastre, no pasa nada, bienvenidos al matrimonio. Porque la realidad es que no somos perfectos, tampoco en la técnica. Lo importante es tener claro el objetivo – quererse con todo – y adelante.
¿Las primeras relaciones son para olvidar?
Me hace gracia porque siempre que hablo con matrimonios de estos temas, prácticamente todos me confiesan que las primeras relaciones fueron como para olvidarlas. Y eso es porque solo nos fijamos en la “forma”, y no nos damos cuenta de que “el fondo” es lo que merece de verdad la pena.
En realidad, esas primeras relaciones no son para olvidar, sino para poder darnos cuenta de que, cuanto más tiempo pasa, la cosa mejora más y más. Me parece muy entrañable y divertido, incluso romántico, recordar esas primeras veces juntos.
Una relación plena y de calidad
Como me decía un amigo hace poco: el placer es el fruto de una vida sexual trabajada, no la condición para vivirla. Es decir que la calidad, el amor, la aceptación y el acogimiento incondicional del otro son la base para una sexualidad plena. Y cuando se vive plenamente, disfrutamos plenamente, aunque la técnica no sea la “mejor” (porque ¿quién dice cuál es la mejor?).
Cuanto más conscientes somos de esto, ¡cómo cambia todo para bien! Tenemos tanta obsesión con obtener placer (y conste que yo no digo que no sea bueno tenerlo, todo lo contrario) que se nos olvida lo importante: la calidad de la relación sexuales mucho más que orgasmos.
Tres cosas fundamentales
A esos novios, y matrimonios, les explico que, para que las cosas vayan bien en la cama, sólo necesitan tres cosas:
#1
Tratar de pensar siempre en lo que el otro necesita para sentirse querido de verdad. Esto incluye todo lo que no es cama (detalles de cariño, ternura, comprensión, generosidad con nuestro tiempo y nuestras cosas…).
#2
Hablar de sexo. Aunque parezca que no, lo necesitamos mucho. Igual que hablamos de viajes, comidas, trabajo… Cómo no vamos a hablar del acto por excelencia en el matrimonio: la relación sexual.
#3
Practicar todo lo que se pueda, cuando se pueda. Teniendo muy claro que el sexo, como el vino, mejora con el tiempo.
* * *
¿Habláis vosotros de esas primeras veces? ¿O las tenéis arrinconadas en el olvido? Quizá sea un buen momento para romper el hielo.
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