La respuesta es: rotundamente no. Una de las mayores pegas ⎯bastante falsa, por cierto⎯ que me ponen ante los métodos naturales es que “acaban con la espontaneidad sexual”. Se entiende por “espontaneidad sexual” ese dejarse llevar por el impulso cuando “me apetece” ⎯no vaya a ser que acabe explotando o volviéndome loco…
“Me apetece”
Respondamos cada uno a esta pregunta:
⎯Si me apetece (lo que sea), ¿es siempre bueno o conveniente?
Podemos poner mil ejemplos como estos: “Me apetece comer un donut, cómo se lo voy a negar a mi cuerpo que tanto lo desea”; “Me viene bien hacer ejercicio, pero se está tan bien tirado en el sofá que cómo me voy a mover”; “Tengo que ir a trabajar, pero me da tanta pereza que hoy me tomo el día libre”.
Se entiende que este planteamiento de vida, además de ser malo para la salud y la mente, no ayuda en absoluto a llevar cierto orden. Seríamos ciertamente manipulables.
Contexto especial
Lo mismo sucede en el terreno sexual. Aunque una relación sexual es algo querido por Dios, no quiere decir que siempre sea bueno tenerla. Porque Dios la ha querido en un contexto especial, dentro del matrimonio, como manifestación de la entrega.
Pienso que fuera del matrimonio parece más fácil entender cuándo y con quién es mejor que no haya una relación. Pero también casados: no es malo ni te reprime saber cuándo sí y cuándo no conviene una relación. Eso lo único que hace, en todo caso, es ayudar a estar aún más compenetrados ⎯siempre y cuando sea algo de lo que se hable, y respecto de lo cual los dos estén de acuerdo.
Mil formas de querer
El problema es que vemos la relación sexual como un derecho a satisfacer una apetencia, un impulso, en vez de verla como un modo tremendamente especial de muestra de amor, en el cual el esposo y la esposa se dicen “Te quiero tanto que te doy mi cuerpo, ahora, en este momento, a través de esta relación sexual”.
Solo así los esposos serán capaces de entender que no siempre el amor lo han de demostrar de esa manera tan concreta. En muchos momentos recurrirán a palabras de ternura, a la comprensión, a los detalles de cariño, y de esa manera también se demuestran el amor. ¡Qué bueno es descubrir que hay mil formas de querer! Todo eso que nos perdemos con tanta espontaneidad.
Los Métodos Naturales son el entrenamiento perfecto para aprender a gestionar nuestro impulso sexual, y, al revés de lo que se pueda pensar, hacen que el amor sea creativo, paciente, tierno, generoso.
Porque, cuando ese matrimonio esté pensando en posponer el embarazo, cuando estén fértiles se demostrarán que se quieren de verdad si no tienen esa relación, porque son capaces de esperar. La entrega total de uno mismo es para que el otro te reciba con todo lo que eres, y en ese “eres” se incluye tu cuerpo con tu fertilidad. De esta manera, cuando sí se puedan tener relaciones en fase infértil, estas se prepararán con mucha ilusión, cariño, respeto, e inesperadamente ¡el deseo aumenta!
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¿Alguna vez habéis probado a preparar una relación con vuestra mujer o marido? Es de las cosas más humanas que existen, porque entonces es cuando más se disfruta, afectiva y corporalmente. Los Métodos Naturales no se cargan la espontaneidad. En todo caso, vivir dependiendo de la espontaneidad precisamente es lo que mata el amor. Y, ¿qué mejor cosa hay para el matrimonio que aprender a querernos cada día mejor?
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