Recuerdo que, luego de un recital musical en el cual toqué junto con un grupo cuando era un jovencito, el director se dirigió a uno de los músicos que había tenido graves errores de ejecución y le pidió que se concentre más y ensaye mejor su parte. Él le respondió violentamente, gritando “¡dame mi espacio!”. Luego, nos reímos mucho a su costa, repitiendo esa frase con cualquier pretexto. En realidad, aunque no lo expresó de la mejor manera, era una petición legítima. Con seguridad hemos escuchado o dicho algunas veces esta frase. No siempre entendemos bien lo que quiere decir, conectada con la importancia de los espacios personales en el bienestar de las relaciones, sobre todo de pareja. ¡Veamos!
¿Qué es el espacio personal?
El espacio personal se refiere a la zona física y emocional que rodea a cada individuo y que considera como suyo. En lo físico, existen diferencias en el área que comprende, según la cultura, la situación o el individuo. En general, se consideran algunos niveles de proximidad, dependiendo de la relación con el otro: íntima, personal, social y pública. El más delicado es el espacio íntimo y cuando alguien entra en él fuera del contexto esperado, nos sentimos inseguros e invadidos. Es como que de pronto encontremos a un extraño en nuestra cama. En cuanto a lo psicoemocional y espiritual pasa lo mismo: cuando alguien irrumpe en uno de estos espacios, todo nuestro ser se siente agredido, en lo material, afectivo y espiritual.
En una relación de pareja, muchas veces perdemos la noción de la importancia de estos espacios. Esto se debe a que este es un tipo de relación que necesita la entrega mutua en un nivel mucho más completo y profundo que en cualquier otro. Por esto es fundamental entender hasta dónde podemos defender o permear este espacio íntimo, y cómo respetar también el del otro y así construir relaciones saludables y sólidas.
Algo para graficar
Hace un tiempo vi un video en el cual un hombre tenía un espacio verde muy cuidado frente a su casa, ubicada en una esquina. Las personas lo usaban para acortar el camino y dañaban el césped. En un principio, solo se molestaba y volvía a arreglar su jardín. Como se hacía muy frecuente, puso unos carteles que decían: “propiedad privada, no pise el césped”. La gente seguía pasando por ahí, haciendo caso omiso. El dueño fue más allá: instaló cámaras y un sistema de riego, el cual activaba cuando veía a alguien invadiendo su espacio. Aun así, las personas pasaban y se iban riendo luego de ser mojadas. Al final, tuvo
que cercar su jardín para que nadie más lo arruine.
Ese jardín es una imagen de mi espacio personal: la gente lo pisoteará mientras no entienda que es mío y que yo decido quién puede entrar y quien no. Al principio simplemente me llega a incomodar, luego doy pequeños anuncios, después tal vez alguna reacción más fuerte que muestre mi descontento. Pero hasta que no señale de forma clara los límites, los demás pueden seguir invadiendo mi espacio, nada más porque no saben hasta dónde llegar.
Delimitando el espacio personal
Cada persona es única y, por lo tanto, las necesidades de espacio en cada relación varían. También van cambiando según las etapas de la vida y las circunstancias. Se puede requerir más tiempo a solas para reflexionar, o buscar más actividades externas e interactivas para realizarse.
Es esencial en pareja comunicarse abierta y sinceramente sobre estas necesidades para encontrar un equilibrio que funcione para ambos. Si definimos de forma correcta los límites de los espacios de cada uno, y cómo salir de ellos al encuentro con el otro, nuestra relación tendrá el aire que necesita siempre. Esta conversación debe ser continua, fluyendo con la vida y con la relación misma. La flexibilidad y la comprensión son claves para mantener un equilibrio saludable.
¿Es mi espacio que se debe respetar o estoy siendo egoísta?
Tener espacios personales en una relación no solo beneficia al individuo, sino que también fortalece a la pareja. Es bueno mantener intereses y actividades independientes, para prevenir el desgaste emocional y permitir la recarga de energía y el aprendizaje a través de la experiencia propia. A veces necesito un abrazo, y otras puedo sentirme incómodo si me tocan. Sin embargo, si privilegio mis pareceres por encima de las necesidades de mi pareja, o si hago justo lo contrario, olvidándome de las mías, los espacios ya no son equilibrados y tarde o temprano la relación sufrirá por ese descuido. Es decir, es importante encontrar un balance saludable entre lo individual y lo compartido en una relación. Y para eso es esencial la comunicación correcta.
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Hay mucho más por decir para poder comprender más cabalmente lo que significa el espacio personal y cómo respetarlo en las relaciones, lo dejaré para una próxima. En resumen, debemos entender nuestros propios espacios y cuidarlos, para que luego podamos delimitarlos y transmitirlos a los demás. Esto es clave sobre todo en las relaciones de pareja, pues si no reconocemos la importancia de estos espacios y su equilibrio, la relación no podrá sostenerse en el tiempo.