Un marido me confesaba que se sentía algo frustrado porque el sexo era difícil, ya que a su mujer pocas veces le apetecía tanto como a él. También una mujer me expresaba su desconcierto al no saber cómo responder mejor físicamente.
Este ejemplo, que habitualmente se suele dar —y podría pasar al revés: que ella tuviera más deseo sexual que él—, puede llevar a pensar que estamos mal conformados, o que vamos desacompasados.
¿Realmente estamos mal hechos?
No; no es que estemos mal hechos, sino que, ¡es tan importante saber descubrir la respuesta sexual tanto femenina como masculina! Precisamente las diferencias en la respuesta sexual nos complementan, son la clave para la donación mutua. En ella, no todo queda supeditado al impulso, sino que se destaca la entrega, esa entrega plena que nos da la felicidad.
Es necesario acompasarse
Es bueno prepararse para el encuentro sexual, saber esperar y ayudarse mutuamente, porque la relación conyugal es un acto libre e inteligente. Karol Wojtyla lo explica en Amor y responsabilidad: “Los sexólogos constatan que la curva de excitación de la mujer es diferente de la del hombre: sube y baja con mayor lentitud. En el aspecto anatómico, la excitación en la mujer se produce de una manera análoga a la del hombre (el centro se halla en la médula S2-S3); con todo, su organismo está dotado de muchas zonas erógenas, lo cual la compensa en parte de que se excite más lentamente. El hombre ha de tener en cuenta esta diferencia de reacciones, pero no por razones hedonistas, sino altruistas. Existe en este terreno un ritmo dictado por la naturaleza que los cónyuges han de encontrar para llegar conjuntamente al punto culminante de excitación sexual”.
También añade que es necesario acompasarse, porque “la mujer difícilmente perdona al hombre la falta de satisfacción en las relaciones conyugales, que le son penosas de aceptar y que, con los años, pueden originar un complejo muy grave… la indiferencia de la mujer es a menudo consecuencia de las faltas cometidas por el hombre que deja a la mujer insatisfecha”.
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En las diferencias encontramos una riqueza inmensa, se nos manifiesta el sentido de la sexualidad conyugal. No estamos mal hechos, sino que hombre y mujer tenemos que descubrirnos mutuamente para poder experimentar la entrega verdadera a través del acto sexual.