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«Estamos saliendo»

“El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos.”

William Shakespeare

¿A qué nos referimos cuando aludimos al “estar saliendo”, “estar en algo”, “estar chamuyando”? No se suele hablar de aquella etapa previa al noviazgo. De hecho, no parece que su esencia sea algo definido. Así visto, es irónico, considerando que la mayoría de ustedes seguro se encuentran más en la categoría de “solteros” o, podemos decirle, “salientes”, que de novios o esposos (y es que, en efecto, nada expone más tu soltería y necesidad amorosa que leer artículos de Ama Fuerte).

No es común, entonces, prestarle tanta atención a esta cuestión. Sin embargo, existe algo de atractivo en aquel proceso. Hay cierto encanto en conocer a una persona que te gusta, en el cómo yo lo siento. Hay un sentimiento de vértigo que lo hace sumamente emocionante.

Siendo yo un fiel creyente de que sobre las cosas buenas y bellas siempre hay que hablar, me gustaría que definamos mejor este tema, el estamos saliendo ¿Qué quiere decir? ¿Es algo insignificante y de poca importancia? ¿O merece que le prestemos más atención?

Primera cuestión: ¿es amor?

Es raro que califiquemos el “estar saliendo” como amor. Se siente una palabra demasiado grande para alguien con quien solo he salido tres veces. Dudo que le digas “te amo” cuando se ven. Si es así, perdón, pero mereces que te deje de hablar.

En general, nuestra visión del amor es muy profunda y noble. Está muy bien que así sea. Aún, así, es importante entender que el amor tiene etapas. Va madurando según aquello que amemos.

¿Qué es el amor? Podemos decir, a grosso modo, que es una tendencia afectiva a un bien. Lo podemos definir como una atracción hacia algo que percibo como bueno. Puede ser un bien físico, espiritual, entre otros. Es algo que entiendo que eso me hace bien. Tal es así que tiendo a buscarlo, pensarlo, imaginarlo, acercarme a él, conocerlo más.

He ahí la cuestión de que, cuando alguien nos gusta, no es porque sí. Esto ocurre porque hay algo que considero atractivo. Capaz, incluso, no sabemos qué. Simplemente, gustamos de su presencia. Por eso, en definitiva, aunque no lo creas, entre salientes sí hay una especie de amor.

El amor entre “salientes”

Este punto es complejo. Tal como dice la frase de Shakespeare del epígrafe, entre dos jóvenes enamorados recién conociéndose, el amor solo se queda en los ojos. Es decir, permanece en lo superficial y exterior.

Justamente, el empezar a salir implica profundizar esa atracción, más allá de lo sensible. Por eso, tiene sentido el hecho de que decirle “te amo” se sienta fuera de lugar. No has visto más que su apariencia externa. Todavía te falta mucho por descubrir.

En todo caso, si así fuese, viendo solo el exterior, ¡vaya, qué porquería de amor le estás expresando! Con esto no estoy diciendo que esté mal el amor que podríamos llamar “físico”. Solamente, remarco que es insuficiente. Uno ama lo que conoce. Si tu conocimiento es superficial, tu amor, también, será superficial.

No es “algo” y tampoco es “nada”

El hecho de que no sea un amor maduro tal vez haga creer a muchos de que no es una etapa para tomarse tan en serio y que no estamos obligados a tratarnos de cierta forma. Es verdad que aún no existe un vínculo definitivo, pero eso no significa que no debe haber ciertas condiciones.

Verán, en todo tipo de amor, existe cierta renuncia. Cuando uno ama, da. Dona su atención, su tiempo, en fin, siempre se da un poco de sí mismo para poder acercarse más al bien amado.

Si estamos saliendo, es porque hay un interés en acercarse más al otro. Por lo tanto, hay un afecto que nos motiva a apostar un poco de nuestra parte. En toda relación humana, esto exige cierta reciprocidad para que sea una relación digna y respetuosa.

En otras palabras, aunque estén saliendo, hay códigos implícitos que te dicen que no podés hacer lo que quieras. En esto hay que ser empático y responsablemente afectivo, para que no sea un trato caprichoso y egoísta. Estos códigos se van comprendiendo según la disposición de cada uno. Obviamente, no al nivel de una relación seria. Sí suceden de forma tal que lo que se construya sea algo sano y justo.

Tampoco te confundas

Algunos sentirán que me estoy tomando esto demasiado en serio. Conviene aclarar lo siguiente: ustedes aún no son nada serio.

Si uno no sabe equilibrar sus impulsos, terminará por confundir las cosas. Salir con alguien es, por el momento, algo afectivo. El fin es conocer al otro, generar un vínculo que pueda evolucionar en algo más. Hasta entonces, siguen siendo dos desconocidos.

Acá uno debe tener la discreción para poder llevar a cabo la empresa sin dar ni apostar más de lo apropiado (el famoso “quemar etapas”). Si no llegan a nada, habrás dado demasiado y te arrepentirás. Si llegan al noviazgo, no te quedará nada más para disfrutar ni descubrir. A cada fase de la relación le corresponde cierta forma de comportarse, ciertos temas de conversación, etc. Así que insisto, para esto hay que tener mucho tacto.

Existe una idea absurda de que hay que vivir esta etapa sin hablar de ella hasta pasado cierto tiempo. Es lógico que puedan conversar si no están seguros de cómo reaccionar o responder a ciertas cosas. Recién se están conociendo y entendiéndose. No hagan como si no pasase nada ahí: ¿te molesta que hable de este tema? ¿Puedo preguntarte sobre algo que me incomoda? ¿Fue demasiado lo que dije/hice?

No temas al vértigo: puede fallar

Finalmente, si estás saliendo, debes hacer de este tu lema de vida: puede fallar. Uno de los mayores problemas actuales en torno al amor, es lo mal predispuestos y lo tan reacios que somos al fracaso.

Cuando chamuyamos con alguien, uno corre el riesgo de descubrir en el otro algo que no le guste. También, puede suceder que el otro descubra algo en vos que le haga cambiar de parecer.

Salir con alguien es algo que se disfruta y es fuente de aprendizaje. Aprendemos más sobre el sexo opuesto y de cómo relacionarnos. Descubrimos cosas sobre nosotros y adquirimos más confianza en nosotros mismos. Incluso, si no se llega al noviazgo, puede terminar quedando una genuina amistad.

Lo más importante es saber que uno aprende a vivir con ese vértigo de no saber cómo terminará la historia. Nos ayuda a salir de esa ideal burbuja de estabilidad que solemos buscar, y ser más humildes al fracaso. Son ese tipo de experiencias que forjan nuestro carácter, sin ser demasiado terribles o desastrosas. Salís con alguien, dejás de salir, pero no has perdido tanto como crees.

***

Si estás saliendo con alguien, te has metido en una apuesta que puede llegar a salir muy bien. En caso de que no sea así, ¡felicidades! No has apostado tanto como para que te vaya tan mal. Disfruta la compañía del otro y aprovecha para conocer con detenimiento para saber si realmente lo ves como un posible compañero de algo más serio. Si no sucede de este modo, al menos, busca que pueda ser un buen recuerdo.

Por encima de todo, goza el vértigo. El vértigo es algo bueno. Nos recuerda a nuestro libre albedrío. Que nada está escrito ni determinado ¿Qué tiene de emocionante saber que tu historia de amor “debe ser así”? El entusiasmo de apostar solo es para aquél que sabe que fue suya la decisión. Y es que, de hecho, la dignidad del amor reside en su libre elección.

Soy Juani Rodriguez pero @decime.negro

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