¡Debes conocer al otro primero como amigo! ¡Deben durar 2 años de novios! ¡Es una locura si se comprometen sin cumplir un año! ¡El amor a primera vista existe, mentiras que no existe! Estos son muchos imperativos que olvidan lo esencial: cada pareja es única.
Últimamente he pensado mucho sobre los “tiempos prudentes” para cada etapa de una relación afectiva. Y cuando pienso tanto, se me olvida bajar al corazón lo que realmente importa. Así que, luego de orar y bajarle los decibeles a las voces en mi mente, te quiero compartir una reflexión sobre lo que he aprendido en los últimos meses.
#1 No hay una fórmula
Cada relación tiene su historia, tiene su contexto, tiene sus “unicidades”, y querer encajar en lo que el mundo plantea como eficaz, seguro y “prudente” es un error muy grande. Conozco parejas que han durado años de noviazgo y hoy son matrimonios felices; y también parejas que se comprometieron en menos de 6 meses y son grandes testimonios. Conozco parejas que han descubierto en la distancia un gran puente para conocer al otro y otras que aún compartiendo todos los días no se conocen lo suficiente.
Mi primer consejo en este articulo es entender que no existen fórmulas mágicas —o matemáticas, si no crees en la magia—. Una relación es una construcción de dos personas, dos voluntades, dos corazones y por lo tanto, lo que les funciona a unos no es lo mismo que les funciona a otros. Esto me lleva al segundo punto.
#2 Dale peso a lo vivido
Las conversaciones profundas, el tiempo de calidad y las preguntas incómodas son fundantes en cualquier relación. Gracias a ellas, puedes llegar a conocer muchísimo más a un nuevo amigo que a un amigo que tenías hace muchos años. Lo mismo sucede en el plano de las relaciones afectivas.
Conocer a alguien en poco tiempo puede ser “muy arriesgado”, pero un corazón sensato y orante sabrá discernir si el tiempo vivido equivale a un conocimiento profundo del otro. Una clave es revisar con claridad la paz que sientes en tu corazón. Solo de Dios puede provenir la paz que genera una decisión bien tomada.
#3 No olvides la intimidad con Dios
Solo Dios conoce el corazón del otro y es probable que nunca vayas a descubrir en completa plenitud lo que pasa por la mente de la persona que te gusta o de quien ya es tu pareja. Sin embargo, Dios sí puede dar luces desde la oración sobre lo que quiere y anhela para ti. Orar es indispensable para saber si cada decisión que tomas proviene de un buen discernimiento iluminado por el Espíritu Santo o si sólo es un capricho.
Dios nos ha dado el regalo de la libertad, pero en el ejercicio de esa libertad Él también nos acompaña y nos inspira. Confía en las inspiraciones del Espíritu Santo y entrégale tu relación única, especial.
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Te quiero dejar un último consejo: No te compares. Esa es la clave para darle peso y sentido a lo que estás viviendo. Lo que otras parejas hacen o dejan de hacer no debe determinar lo que tú construyes en tu relación.
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