La primera vez que escuché —con atención— la canción “Monotonía”, de Shakira, me llamaron la atención los presupuestos que se tuvieron para pensar en una canción así, con muchos de los cuales disiento. Y considero que es una buena oportunidad para reconocer las cosas que no se debe hacer.
¿Quién es “la monotonía”? ¿Se le puede responsabilizar por algo?
La monotonía no es alguien que pueda tener responsabilidad sobre lo que pudiese haber ocurrido entre dos personas que tenían una relación de pareja. Es decir: ningún miembro de la pareja en crisis puede lavarse las manos y alegar que fue algo fortuito. Que la monotonía, con libre voluntad, ha decidido, luego de atacar otras relaciones, hacer lo propio ahora con esta. Y que ello fue lo que terminó por estropearla o acabarla.
No: la monotonía no es alguien. En todo caso, podría ser el resultado de realizar o no actos o prácticas, que dependen de alguien —de uno o de varios—. Ahora sí: ese alguien es quien acabaría cargando con la responsabilidad de que ocurra una situación monótona.
Lamentablemente, cuando una pareja de amigos o conocidos que solían tener una relación de enamorados ya no la tienen, no resulta extraño escuchar una respuesta que se base en esa idea. Entonces, te explican que la relación terminó porque se había hecho costumbre, o que estaban por costumbre, entre otras parecidas.
A partir de lo explicado y de lo que se conoce, se podría sostener que la monotonía es un estado negativo o en el que no se quisiera estar, que afecta lo saludable que pueda estar alguien o una relación. Además, ya que es conocido el hecho de que haciendo o dejando de hacer algo se puede llegar a ese estado, del mismo modo es algo superable y no tan difícil de identificar y atacar.
Por lo tanto, si uno, a partir de haber reconocido que se llegó a ese estado y luego de eso haber tomado la decisión de terminar con una relación —porque “es culpa de la monotonía”—, estaría cayendo en el absurdo. Claro: en esos casos, uno sólo reconoció el estado al que se llegó había llegado o del que se es parte, mas no se nada para salir de ahí. Es decir que la persona que haya actuado bajo ese presupuesto, en alguna medida de conciencia, estaría creyendo que una relación funciona hasta que de pronto alguna de las partes se da cuenta que se ha llegado a un estado de monotonía, y es momento de terminarla y pasar a la siguiente. Y así, hasta que pase lo mismo y se repita el ciclo.
Es siempre mejor reconocer lo que se sabe no está tan bien y trabajarlo, ya sea de forma personal o en pareja, para sacar adelante el proyecto. No esperemos que todo funcione sin que uno haga algo para que así sea.
“Nunca dije nada, pero me dolía”
Una de los principales elementos que configuran una buena relación —la que sea— es una buena comunicación.
Suele suceder que, a veces por no caer pesado, por no molestar al otro o por creer que no es algo tan grave o que ya pasará con el tiempo, uno se calla las cosas. Sin embargo, el tiempo y otros factores podrían llevar al efecto contrario al buscado y terminar por explotar de una peor manera y dejando muertos y heridos, que pudieron evitarse, en el camino.
Si se es consciente de que está pasando algo —la monotonía, por ejemplo—, es mejor encontrar el mejor momento para poder conversarlo y resolverlo antes que se haga más grande y sea no tan fácilmente manejable. Los problemas no se resuelven porque uno en su mente diga “tal vez mañana me despierte y todo ya se habrá resuelto”, sino que hay que trabajar por resolverlos y mejorar lo que sea necesario para que así sea.
“Yo sabía que esto pasaría”
Tomar una actitud tan pasiva luego de ser consciente del problema que se tiene es, por lo menos, tan poco responsable y comprometido como el que dice que termina una relación de enamorados con alguien porque se había hecho costumbre. En ambos casos, las ganas de hacer algo por la relación o por sacarla adelante es nula o insuficiente como para hacerla funcionar. Las cosas que en la vida valen la pena requieren esfuerzo y uno se dispone a poner los medios necesarios para lograr alcanzar por lo que se está convencido.
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En fin… No es una canción que me guste ni por el ritmo ni por la letra, pero siempre podemos sacar reflexiones y aprender sobre lo que está bien y lo que no tanto, y aplicarlo a nuestra vida
¡Sean felices —y no le echen la culpa a la monotonía—!
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