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Hablemos de homosexualidad con nuestros hijos

Vamos a hablar de un tema incómodo para muchas personas. Hace un tiempo, las redes sociales estallaron frente a una película infantil —Buzz Lightyear— que contenía una escena de un beso homosexual. En una especie de división entre padres supuestamente anticuados o conservadores, y aquellos que creían estar dándole mayor libertad a sus hijos, se generó un fuerte debate en internet que contribuyó al fracaso millonario de este filme.

Con relación a temas polémicos, es más cómodo tomar una postura dicotómica, cerrarnos al diálogo y marcar distancia con aquellos que piensan distinto a nosotros. Hay que admitirlo, nos ahorra tiempo. En cambio, nosotros creemos que es posible encontrar puntos de convergencia sin perder la firmeza de nuestras convicciones morales.

Por ejemplo, es verdad que un niño no se va a “convertir” en una persona homosexual por presenciar un beso entre dos hombres o mujeres. Sin embargo, si exponemos a un menor a este tipo de escenas, naturalmente van a surgir varias preguntas al respecto. La identidad sexual se va desarrollando desde la infancia hasta llegar a su madurez en la etapa adulta. En este contínuum, la orientación sexual se configura —no se construye— en base a los vínculos que el púber-adolescente establece a diario.

Es una realidad

Como psicólogos, recibimos semanalmente solicitudes de escuelas y padres de familia que, desesperadamente, buscan alguien que converse de este tema con sus hijos. Algunos nos piden que hablemos del tema “sin hablar del tema”, lo cual es lógicamente imposible. Estamos parados frente a una realidad, frente a personas que existen, frente a contenido que es propagado y normalizado. Evitarlo no solucionará las dudas, ni mucho menos permitirá tener un adecuado discernimiento.

El Catecismo, en el número 2357, habla frontalmente sobre el tema: “la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado”. En las siguientes líneas deja clara la postura de la Iglesia frente a esta orientación, sin intentar ser políticamente correctos, y recordando que todos estamos llamados a vivir en castidad.

La peligrosa incoherencia

Vivir en una burbuja no sirve de nada. Más aún cuando por andar cuidándonos del exterior descuidamos lo que sucede dentro de casa. No puedo cuidar a mi hijo de una escena donde hay contenido homosexual y, sin embargo, creer que es “normal” que mi esposo tenga pornografía en el celular. El mismo celular que a veces les presta a mis hijos cuando están aburridos. 

El cuidado debe ser integral. Actualmente, la exposición a material sexualmente explícito es una epidemia que ataca a púberes y adolescentes. Las edades son cada vez más bajas, y los contenidos más violentos. Tienen en la palma de su mano videos pornográficos de todo tipo, incluso material que contiene prácticas sexuales en las que se denigra gravemente al ser humano.

¿Dónde reside el problema? 

Creemos que el principal problema no está en la falta de cuidado, sino en el tiempo de calidad que se dedica a los hijos para responder las inquietudes que surgen al respecto. Por ejemplo, es necesario saber expresar nuestro desacuerdo con este tipo de actos; con caridad, pero sin tibieza. No se trata de andar dando explicaciones simplemente por cumplir, sino de establecer maduramente la intencionalidad educativa con la que se quiere formar a los hijos. Es bueno y necesario cuidar el contenido que ellos ven, pero es aún más importante prepararnos como adultos para responder las preguntas que vendrán. 

Consejos prácticos para el hogar

#1 Tiempo para aprender

Ante la duda, mejor investigar. El primer paso para el fracaso es suponer. Buscar contenido que vaya de acorde a nuestros valores nos ayudará a responder con mayor seguridad. Nadie puede explicar aquello que no interiorizó. 

#2 Derecho a educar

No hay que tener miedo a tomar las decisiones educativas en el hogar. Explicar por qué se considera negativas o poco saludables algunas conductas permitirá formar hijos con convicciones. El punto medio sirve para la formación de virtudes, no para ganarse la aprobación social.

#3 No usar a Dios como amenaza

En lugar de dar una larga lista de lo que no se debe hacer, es mejor hablar sobre porqué vivir una sexualidad ordenada nos permite ser más felices. La fe y la razón van de la mano: lo sobrenatural supone nuestra naturaleza. Las normas que seguimos como cristianos tienen una lógica, no son mero fideísmo.

#4 La belleza de lo simple

Usar ejemplos sencillos nos permite comunicarnos mejor. Si son niños, recibirán el ejemplo como un nuevo aprendizaje. Si son púberes o adolescentes, cuestionarán; y esa es una buena oportunidad para forjar en ellos el pensamiento crítico.

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