En artículos anteriores hemos escrito sobre las manifestaciones físicas de afecto en el noviazgo y sobre cómo estas pueden existir —¡claro está!— en el marco de la castidad, esa fuerza espiritual que libera al amor de toda actitud de uso y egoísmo.
Ahora bien, sabemos que existe “ESA conversación”, temida y evitada por muchos, pero extremadamente necesaria. Esa plática, estereotipada como “incómoda”, en la cual se aborda el delicado tema del contacto físico: cómo queremos llevar la relación, qué nos hace sentir cómodos, qué incómodos, qué esperamos el uno del otro, y demás.
Lo primero que queremos decirte es esto: ¡es importante tenerla! En este artículo te compartimos cuatro tips que pueden ayudarte, y lo mejor es que, en general, son aplicables a muchísimos otros temas.
1. Considera cuándo hablar
Muchas veces queremos que la plática “se dé”, lo cual frecuentemente resulta en esperar a que una situación detone el tema. La cuestión es que muchas de estas oportunidades son momentos en los que se sube la temperatura y alguno de los dos —¡o ambos!— terminan inconformes; esto puede derivar en una discusión.
Es común pensar que mientras más cerca de este momento se tenga la conversación, mejor, pero ello no es necesariamente correcto. De hecho, cuando queremos hablar de un tema delicado o complicado, no suele ser lo mejor esperar, sino buscar activamente la oportunidad adecuada para hacerlo.
Consideramos sumamente importante elegir un momento en el que tanto tú como tu pareja estén receptivos: toma en cuenta el entorno, el estado de ánimo, el tiempo que se tenga… Estos factores externos pueden facilitar u obstaculizar la conversación. Recuerda que lo que deseas es un diálogo, no una serie de reclamos y argumentos a la defensiva.
2. Ten en claro el porqué del mensaje
Antes de toda plática importante, es fundamental saber qué es lo que queremos decir, pero también por qué queremos decirlo. De los diversos temas delicados que debemos platicar en pareja, tomemos como ejemplo ahora uno de los más complicados: la pornografía y la masturbación.
Esta fue una plática que nos abrió los ojos de manera inesperada. Y todo tiene que ver con el porqué. Encontrar lo que queremos decir resulta a veces sencillo, pero tener presente por qué queremos decirlo es esencial. Para nosotros, como pareja de novios, hablar del tema resultó primordial, pues más allá de compartir que no queríamos que en nuestra relación existieran estos dos elementos, pudimos también expresarnos el uno al otro que no queríamos sentirnos ni usados ni cosificados. Ese era precisamente el porqué de que quisiéramos —y de que queramos— hablar de este tema difícil: porque no deseábamos que nuestra relación se convirtiera en parte del proceso de objetivización.
Tener esto en claro y comunicárnoslo ayudó sobremanera a que nos sintiéramos con la confianza y apertura necesarias para abordar este tema tan sensible. El momento de reflexión y análisis sobre la verdadera razón detrás del tema puede ayudar a encontrar un terreno común, en el que el amor sea la brújula y el marco de la conversación.
3. ¡Fuera, distracciones!
Hoy en día tenemos cientos de distractores, tanto externos como internos. Para poder hablar con claridad hay que procurar disminuir lo más posible todo aquello que entorpezca nuestra atención. Entre otros, el celular, la televisión o la computadora… definitivamente no ayudan.
Además de procurar el momento adecuado, te aconsejamos encontrar los elementos que quieres que formen parte de él. ¿Podría ayudar el prender velas para hacer más romántica la plática? ¿Pueden dejar los celulares a un costado de la mesa, donde no roben la atención? ¿Pueden hablar luego de ver una película que de cierto modo haya preparado el ambiente? ¿Podría ser en algún retiro que estén viviendo juntos?
Miles de factores se prestan para favorecer el diálogo, y te invitamos a integrar a la conversación aquellos que vayan de acuerdo con su personalidad, así como a eliminar —al menos, temporalmente— aquellos que resten.
4. Escucha, no te adelantes
Cuando alguien nos está hablando sobre temas delicados, podemos caer en la tentación de dedicar más energía y pensamiento a lo que queremos responder o a qué queremos defender que a verdaderamente escuchar el mensaje completo, para construir juntos una conclusión. Es de suma importancia tener una escucha activa: abrir ojos, oídos, mente y corazón al otro, recordando que no está en nuestra contra. Por eso enfatizamos en este punto.
Recuerda practicar esto también cuando hables con otras personas y de temas distintos, ya que así te será más fácil lograrlo en momentos de mayor vulnerabilidad y carga emocional.
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Nos encantaría saber si estos consejos te han ayudado a construir un noviazgo más libre y sólido. Cuando escribíamos el título de este artículo, decidimos orientarlo hacia “ESA conversación”, pero la realidad es que deberíamos hablar, más propiamente, de “ESAS conversaciones”, pues se trata de algo que debe charlarse de manera casi periódica. Claro: toda relación está conformada por personas, que pasan por diversas etapas físicas, emocionales y espirituales, por lo que esta conversación debe actualizarse también. Retoma el tema cuantas veces sea necesario, y sin miedo: ¡vale la pena!
Por último, cerramos compartiéndote que, en nuestra relación, invocar la presencia del Espíritu Santo nos ha ayudado a tener conversaciones que creíamos imposibles, de forma fructífera, aun ahora en el matrimonio. Si no lo has probado, te invitamos a llamarlo cuando vayas a tener este tipo de diálogos. ¡Podrías sorprenderte!