Hace unos años tuve una cita con una chica. La invité al cine, y acordamos vernos en el centro comercial una media hora antes de la función. Todo estuvo excelente: la conversación fluyó, la película nos gustó mucho e incluso nos quedamos platicando un poco más después de que terminaron los créditos. Finalmente, decidí acompañarla hasta su auto antes de dirigirme al mío. Todo iba estupendo hasta el momento en que tuve la iniciativa de abrirle la puerta de su auto para que ella subiera.
“¿Qué estás haciendo?”, me preguntó en tono serio, con un ligero rasgo de rechazo… Como si hubiera hecho algo totalmente ofensivo que la hubiera hecho sentir desagrado. “¿Te abro la puerta para que subas?”, contesté, con una pregunta que indicaba lo obvio de mi intención. “Yo puedo sola… gracias.”, respondió ella en un tono cortante y un poco a la defensiva.
No recuerdo una ocasión anterior a esa que me hubiera sentido tan confundido por un acto de caballerosidad. Para serte honesto, tuve una mezcla de sentimientos: vergüenza, culpa, asombro, enfado, en fin, tuve una bomba de confusiones e ideas sobre aquella situación. ¿Se había enojado porque yo quería abrirle la puerta de su auto para que ella subiera? Yeap… así es. Por más loco que parezca, así fue.
Y creo que en parte, esto sucedió porque hoy en día no sólo no se conoce el verdadero significado de la caballerosidad, sino que, además, se cree que es algo totalmente distinto a lo que es.
¿Qué es la caballerosidad?
Para entender el concepto, tenemos que regresarnos a la época feudal de Europa, donde había reyes, señores feudales y los tan conocidos caballeros. Estos eran guerreros expertos con un título especial, que los convertía en caballeros y que los hacía vivir al servicio de un señor feudal.
Los caballeros tenían un código moral que regía su forma de vivir, y que era el “termómetro” para saber si realmente estaban viviendo de acuerdo a su identidad: el Código de Caballería.
Este código tenía una serie de mandamientos y valores que el caballero debía seguir: la justicia, el valor, la lealtad, la fe, la templanza, la nobleza, la honra… Un caballero debía de poner como prioridad la seguridad de los inocentes, en especial, de mujeres y niños. Y lo más importante: sobre la base de estos valores y mandamientos, se creó paulatinamente una expectativa respecto del caballero. Una expectativa que recaía no sólo sobre su forma de pelear, sino sobre su forma de vivir.
De aquí es que surge el término de “caballerosidad”, que fue evolucionando con el tiempo y que terminó en un concepto referido al modo en el que un hombre se comporta con las personas que le rodean, para expresarles el respeto que tiene por ellos.
No se trata de expresar un interés romántico
Recién te hablaba de que la caballerosidad es del hombre hacia “las personas que le rodean”. Y, aunque puede que esto te llame la atención, así es: la caballerosidad no es exclusivamente de hombres hacia mujeres, sino hacia todos los que te acompañen. Y no deben ser una expresión interés romántico, sino una expresión de lo mucho que respetas y valoras a las personas con las que te diriges en estos términos.
¿Cómo es esto? Fácil: te pongo un ejemplo. Si vas a entrar a un restaurante con varios amigos, el verdadero caballero abriría la puerta, y dejaría que todos pasaran antes que él.
Hoy, la caballerosidad tiene mala prensa
El problema principal hoy en día es la falta de educación al respecto, y la abundancia de mala información respecto a la caballerosidad. Actualmente, decirle a una mujer “¡Hey, ten un excelente día!” puede ser respondido agresivamente con un “no me digas lo que tengo que hacer”.
¿Por qué? Porque hay tantas personas tan confundidas, y, sobre todo, tan heridas… Heridas emocionalmente a tal grado que, cuando alguien les quiere “acariciar” emocionalmente, sienten ese gesto como una agresión. Todo, porque hay una herida que no ha sanado. Y por eso, muchos hombres ya no saben si abrir una puerta de un automóvil podría traerles problemas.
Estamos viviendo un momento difícil para los hombres que quieren expresar esa caballerosidad con la que han sido enseñados —por lo general, en sus casas—, pero que no sólo ya no saben cómo darla: es tal la confusión, que las mujeres tampoco saben cómo recibirla.
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Si estás leyendo esto y eres mujer, recuerda que la caballerosidad sólo es una forma de actuar para mostrar respeto a la persona con la que se es caballeroso.
Si estás leyendo esto y eres hombre, espero que este artículo te dé un poco de luz para que puedas vivir la caballerosidad con mayor convicción. Y si alguien te pregunta o se enoja por el hecho de que tú quieras abrir una puerta, recuérdales que tu única intención es expresar el respeto que le tienes.
No tengas miedo de ser caballeroso. No tengas miedo cuando un hombre trate de serlo contigo.
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