No hay mejor época del año para hablar de la familia de Nazaret que cuando estamos cerca de Navidad. En los próximos días toca armar el nacimiento. Y es probable que disfrutemos ese espacio con mi esposo mientras escuchamos canciones navideñas Pero, ¿qué nos enseña la familia de Nazaret?
Una familia que supo de dificultades
El mundo ha sido influenciado por numerosas familias a lo largo de la historia, pero ninguna ha impactado tanto como la familia de Nazaret. Muchos podríamos pensar que ellos tuvieron la vida resuelta porque su hijo era Dios, pero en realidad no.
Si entramos un poco en su realidad, podemos entender que estaban muy lejos de tener la vida resuelta: José no era el padre biológico, y Jesús obedecía no sólo a sus padres terrenales, sino también a su Padre Celestial —lo que llevó a un conflicto cuando se perdió y fue hallado en el templo—. A esto se suma la persecución, la habladuría de la gente, la muerte de José, el trabajo duro en el taller, la situación económica difícil, un pueblo lleno de conflictos sociales y una esposa viuda que tendrá que presenciar la muerte dramática de su hijo.
¿Qué tan diferentes son las familias de hoy a ésta? Mira tu familia: ¿con cuántas cosas has tenido que luchar este año? Probablemente sólo tu familia y tú sepan lo difícil que es seguir de pie frente las situaciones que se presentan. La familia de Nazaret conoce muy bien todo eso porque lo ha vivido —como tú y como yo—.
Una familia con propósito
Pero, ¿cómo afrontaban ellos todo ésto? María, José y Jesús entendían que ellos habían sido unidos con un propósito que era mucho mayor que todos los problemas que se iban presentando, lo cual los hacía vivir con esperanza. Cuando las familias conocen y entienden el propósito para el cual han sido unidos, es mucho más fácil caminar en esa aventura. El propósito de la familia de Nazareth era nada más y nada menos que salvar a la humanidad. ¿Cuál es el tuyo?
Puede ser que tu familia hasta el día de hoy piense que su propósito es trabajar, estudiar, educar a los hijos y pasar buenos momentos. Sin embargo, de repente existe un propósito mucho mayor y más trascendente que todo eso junto.
Una familia para imitar
Algunos valores que se vivían en la familia de Nazaret fueron:
– Obediencia y respeto a los papás: Jesús, siendo Dios, respetó las normas de sus padres terrenales, según las cuales se trabajaba en el taller y se ayudaba en casa.
– Apoyo incondicional de los padres: María y José entendían que Jesús tenía un llamado que cumplir y desde temprana edad lo apoyaron, hasta la cruz —en el caso de María—.
– Gratitud hasta el final: Cuando Jesús estuvo en la cruz, dejó bajo el cuidado de Juan a su madre. Se aseguró de que esté acompañada y protegida siempre.
– Obediencia a Dios: A pesar de no entender los planes de Dios, los aceptaban y ejecutaban —como criar un hijo del cual José no era padre biológico—.
– Caridad: Jesús entendía las necesidades de su prójimo, por eso, al crecer, compartía el pan con los más necesitados.
– Amor por los demás: María, estando embarazada, corrió a ver a su prima Isabel que estaba a punto de dar a luz. La llenó de alegría y cariño.
– Vivir con esperanza: Frente a las preocupaciones, la Biblia dice que María guardaba todo en su corazón. Entendía que existía un plan mayor y esperaba en Dios.
Una familia que tiene en el centro a Dios
La gracia que se recibe en el sacramento del matrimonio fortalece a los esposos para sacrificarse el uno por el otro, y ambos por los hijos. Por lo tanto, es posible esforzarse por alcanzar las virtudes que vivió la Familia de Nazaret, la cual tenía en el centro a Dios. Padres e hijos están presentes en la mayoría de familias, pero no todas tienen al último y más importante integrante: Dios.
Si Dios no hubiese estado presente en la familia de Nazaret, probablemente no hubiesen podido cumplir el propósito para el que habían sido creados y cuánto bien hubiesen dejado de hacer por la humanidad. ¡La humanidad no habría sido salvada!
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Esta época del año es ideal para reflexionar, especialmente porque la navidad coincide con el final del año. Podemos evaluar cómo está viviendo nuestra familia y en qué áreas necesita recibir la esperanza que viene a traernos Jesús en Navidad. Esto es más que una cena familiar. Este cumpleaños que celebramos viene a traer lo que de repente está faltando en tu casa: alegría. En medio de los problemas, se puede ser feliz porque mientras esté Dios hay esperanza.
“Ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana pasó lo que Dios tiene preparado para los que lo aman.” 1 Corintios 2,9
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