La planificación familiar con un método de reconocimiento de la fertilidad es una manera moralmente lícita de espaciar los nacimientos (Humanae Vitae n.16). Ello supone en la práctica limitar las relaciones sexuales a los días en los que es imposible la gestación. El aprendizaje de esos tiempos fértiles e infértiles es algo sencillo, pero que requiere de un tiempo de observación. La ventaja es que estos métodos se adaptan a cualquier mujer y a su situación reproductiva particular, siendo altamente efectivos.
1. Entrenarnos para querernos
Posponer el acto conyugal de forma periódica mientras el matrimonio desee evitar un nuevo embarazo no resulta siempre tan sencillo de vivir. Requiere un constante entrenamiento a renunciar y abstenerse de realizar el acto conyugal en determinados días del ciclo femenino. A las parejas les pongo el ejemplo de qué pasa cuando realizamos una dieta o una pauta deportiva. También en la cama debemos entrenarnos para querernos.
A raíz de esto, el matrimonio puede encontrar dificultades a veces no tan fáciles de superar. Una de las principales —y en la que me extiendo en este artículo— es el deseo sexual. ¿Por qué?
2. El deseo sexual no es igual en ambos
Antes de seguir debemos saber que el deseo sexual y la curva de excitación es bien diferente en el hombre y en la mujer. En general, ellos tienen un deseo sexual rápido, una respuesta a la excitación inmediata, y llegan al orgasmo rápidamente. El deseo sexual masculino es estable, y permanece igual a lo largo del ciclo de la mujer. Ellos no tienen esos cambios hormonales tan pronunciados que hacen que en la mujer el deseo sexual pueda ser muy cambiante, además de verse influido por todo su mundo afectivo.
La mujer fisiológicamente tiene una respuesta sexual más lenta y, aunque en ocasiones experimente un deseo sexual espontáneo —que suele coincidir con los momentos fértiles—, lo habitual es que ese deseo no sea tan inmediato, sino que requiere de una previa disposición, encontrarse en el contexto adecuado. Esto sobre todo pasa en las fases infértiles del ciclo femenino.
3. Deseo sexual en las fases infértiles
Suele pasar que justo cuando llega el momento de poder tener relaciones tranquilamente y sin miedo al embarazo, es cuando a ella menos le apetece y aparece la desilusión. Y aquí se encuentra precisamente la dificultad, porque lo físico no acompaña —ella está más seca, menos lubricada— y encuentra su deseo sexual “dormido”.
Me atrevo a decir que esta percepción es más psicológica que física. Porque no es que su deseo sexual se encuentre desaparecido, sino que hay que despertarlo, potenciarlo, trabajarlo. Se encuentra entonces un sentido al por qué hombre y mujer son tan diferentes. Descubrí leyendo Amor y responsabilidad, de Karol Wojtyla, que las diferencias que nos atañen son el puente para la unión, aunque nos cueste verlo.
4. Clima afectivo antes que “técnica”
El matrimonio es un equipo, y ambos deben aportar lo suyo para contribuir a la felicidad del otro en tantos aspectos. Como bien explica Wojtyla, siempre deberíamos tener la convicción de que el “otro” es más importante que el “yo”. Y de cara a que las relaciones conyugales sean satisfactorias, debe predominar siempre la “cualidad”, ese clima afectivo adecuado, antes que la pura “técnica” física.
Si nos centráramos exclusivamente en la técnica perfecta para alcanzar grandes placeres, acabaríamos seguramente centrados en nosotros mismos y en nuestro goce personal. Acabaríamos sintiéndonos insatisfechos en el amor, alejados del amor verdadero, algo que tristemente sucede con bastante frecuencia.
5. Algunos consejos
Finalmente, dejo algunos tips que pueden ayudar a vivir mejor el sexo cuando no se desea el embarazo, teniendo en cuenta que cada matrimonio es un mundo:
1.- Recurrir a la ternura y la comprensión. Al final es el ciclo de la mujer lo que determina si se tienen o no relaciones, pero esto no debe suponer que la responsabilidad sea exclusivamente de ella, ya que la fertilidad es combinada. El hombre tiene que hacer un esfuerzo por adentrarse en el mundo femenino, tan distinto al suyo, para que ella se sienta querida, entendida. Y ella a su vez tiene que agradecerle y ayudarle en su esfuerzo. Es un primer paso para ayudar a que la mujer aumente el deseo y se predisponga mejor a las relaciones conyugales concretamente en las fases infértiles.
2.- Crear el ambiente físico adecuado (lugar, ropa, perfumes, aceites, lubricantes…) y un buen estado psicológico. A la ternura y comprensión que le da su marido, ella responde erotizando ese momento, aunque el cuerpo a priori no acompañe. El deseo sexual en la mujer es ciertamente moldeable si ambos lo trabajan.
3.- Aprovechar las zonas erógenas femeninas. El cuerpo de la mujer tiene más zonas erógenas que el del hombre, y esto hay que potenciarlo, ya que compensa la excitación lenta de la mujer.
4.- Eliminar el miedo al embarazo. El miedo al embarazo puede llegar a resultar paralizante físicamente para la mujer, y no llegar a disfrutar de las relaciones sexuales. El reconocimiento de la fertilidad, como comentaba al principio, ayuda a la mujer a saber cuándo empieza y termina la ventana fértil con gran seguridad.
5.- Practicar la comunicación. Cada pareja tiene su estilo, y es siempre apasionante, pero todas tenemos en común que necesitamos dialogar sobre nuestras necesidades y deseos, ir juntos de la mano. No se deben dar tantas cosas por sentado, sino que tenemos que descubrir las necesidades más profundas de nuestro cónyuge, porque en hacerle feliz nos va la vida.
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Para más consejos, os dejo mi cuenta de Instagram: @evacorujo_letyourselves.