Hoy hablaremos nuevamente de la complementariedad entre varón y mujer, pero en este artículo quisiera que profundizáramos acerca de cómo la complementariedad, enmarcada en la diferencia sexual, nos permite vivir nuestra vocación universal al amor. Los seres humanos fuimos creados para el encuentro y crecemos en la relación, y la dualidad sexual es la certeza tangible de esta realidad, que nos permite existir en reciprocidad. De esta forma, en la aceptación de la diferencia del otro y en la integración de la riqueza de lo que ese otro me aporta —algo que yo no tengo—, podemos realmente vivir en plenitud.
Así, cuando se comprende la diferencia sexual y, sobre todo, se interioriza su importancia en la relación, es posible llevar a la cotidianidad nuestra misión de amar, dándonos en el servicio a los demás, pero también dejándonos amar, que muchas veces es lo que más nos cuesta, en especial en la vida diaria de pareja. Por lo anterior, a continuación, compartiremos algunas recomendaciones prácticas que nos facilitan comunicarnos con el sexo opuesto, de tal manera que la empatía, producto del entendimiento de la neuropsicología que analizamos previamente, sea nuestra guía, y nos mueva a la dinámica del don: “me dono a ti y te acojo con todo mi ser”.
¿Cómo puedo ser complemento para el?
Por nuestra neuropsicología femenina, podemos acompañarlos en situaciones concretas, por ejemplo:
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Animándolo a que exprese lo que le sucede y lo que siente, así no le parezca importante, y escuchándolo para que sepa que es un elemento significativo de su comunicación y del dialogo para amar mejor.
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Ayudándole a ver los detalles en las personas, para que pueda comprender con mayor profundidad a quienes le rodean en las diferentes dimensiones de su vida y, por lo tanto, crezca en todas sus relaciones.
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Haciéndole entender que es vital para la comunicación de pareja que compartan los detalles del día a día, al compartir tú misma tus proyectos, desafíos, etcétera; de tal forma que comprenda que para ti es valioso ser escuchada.
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Alentándolo a compartir en familia, abriéndose a pasar tiempo de calidad, tanto en las tareas de la cotidianidad del hogar como en espacios de esparcimiento y recreación.
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Animándolo en sus proyectos laborales, pero sacándolo de la tendencia a alienarse en el trabajo y triunfos, de tal forma que no se presente en él una obsesión a la búsqueda del éxito, incluso por encima de su familia.
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Recordándole, por medio de apoyo constante, que su trabajo es valioso en sí mismo y que su valor como persona no esta en el éxito laboral o en el reconocimiento de sus pares.
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Invitándolo a que tenga momentos de recogimiento y reflexión en la oración (tanto sólo como contigo), así como una búsqueda del silencio de la soledad que permite analizar sus acciones y el crecimiento personal.
Así, a través de nuestra femeneidad, de nuestra forma de pensar, comunicarnos y relacionarnos, humanizamos al mundo y llevamos a los varones a una vida más relacional, más centrada en ver y escuchar a las personas.
¿Cómo puedo ser complemento para ella?
Tu masculinidad la guía para no perderse en algunos detalles que para situaciones cotidianas no son vitales, así:
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Invitándola a no complicarse con cosas que no tienen relevancia y que sólo le generan estrés, sacándola de esa tendencia a que todo debe salir como se ha planeado.
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Ayudándola a no darle demasiada importancia a los detalles y que estos no se vuelvan más importantes que su familia y las personas que la rodean.
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Acompañándola para que les dé valor a sus emociones, pero que no las ponga por encima de los hechos y pueda evaluar la realidad con objetividad.
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Recordándole que su imaginación no debe ser obstáculo para ver la realidad tal cual es y tomar decisiones.
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Guiándola para que pueda organizar proyectos siguiendo procesos de forma metódica, no porque ella no pueda, sino porque es una habilidad que se te facilita y pueden trabajar en equipo.
De este modo, con tu neuropsicología: tu objetividad, comunicación precisa y capacidad de gestionar y organizar, la llevas a poder examinar la realidad de la vida imparcialmente.
Nuestros anhelos más profundos se complementan
La complementariedad entre varón y mujer no sólo es perceptible y evidente en el encuentro con los demás (que hace parte intrínseca de la dimensión social de todo ser humano), sino que los deseos del corazón del varón son complementarios con los de nosotras, es decir, esta complementariedad esta inscrita en las raíces más profundas de nuestro ser.
Las mujeres queremos que ellos luchen por nosotras, que reconozcan y admiren nuestra belleza y compartir una aventura juntos. Los hombres, por su parte, quieren luchar por nosotras, descubrir la belleza de nuestro ser y vivir esa aventura con nosotras.
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Estamos llamados a trabajar unidos, a apoyarnos, a que nuestras fortalezas soporten al otro y a que la riqueza de la diferencia sexual nos lleve a comprender la grandeza de vivir en la complementariedad, aquella que nos permite dar la vida por los demás, dejarnos ayudar y amar con todo lo que somos. Así podremos decir con nuestras acciones: “donde yo no llego, tú puedes ir más allá, y donde tú no puedes ir, yo llego por ti”.
BIBLIOGRAFÍA:
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Castillo Córdova, Genera. Aporte desde la neurociencia a la pedagogía de la afectividad y de la sexualidad. Revista de Actas, III Congreso Internacional en Reconocimiento de la Fertilidad. 2012
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Castilla Cortazar, Blanca. La complementariedad varón-mujer. Nuevas hipótesis, en Documentos del Instituto de Ciencias para la Familia, 2° ed. Rialp, Madrid 1996.
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Orci, Luz Marie. Conferencia “La importancia del desarrollo psicosexual armónico”. 2022