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Querer cada día más

– ¿Qué tal va todo? – le pregunté –. Bien, tirando, como siempre – contestó, casi por inercia. – ¿Y, con tu mujer, mejor? – Bueno, nos llevamos bien, ya sabes. Vamos tirando. Ni fu, ni fa. Nos tenemos ya muy vistos…


Me paré a pensar. Hice recopilación de todas las expresiones que me había dado. Todas me parecían aburridas, desmotivantes, tristes, derrotadas. Y, además, pensé: en la vida de pareja no se puede vivir así. El que no avanza, retrocede. No se puede ir tirando. Hay que hacer un esfuerzo por mejorar. El problema está en saber cómo hacerlo. Aquí quiero darte algunas pistas.

Cada día más


En la vida amorosa hay momentos en los que parece que no se avanza, y que tampoco parece que ninguno quiera avanzar. Estamos bien, vamos tirando. Parece que no vamos para atrás, pero tampoco para adelante. El amor es como un ser vivo. Necesita alimentarse para seguir viviendo, para crecer, para avanzar.

Las circunstancias de la vida van cambiando, las prioridades a lo mejor, también, nuestra edad, los hobbies, los niños, la necesidad de atenderlos, de prestarles atención. Todo va cambiando.

Como todo cambia, tú no puedes quedarte quieto, porque corres el riesgo de que esa quietud suponga retroceso. Retroceso en cuanto a esforzarse por aprender, por adaptarte, por crecer en el amor, para que la relación no pierda vitalidad, no pierda oxígeno, no pierda chispa.

Querer amar


Para poder hacerlo, lo primero es darse cuenta. Lo malo que tiene la rutina o, más bien, la desidia, es que entra poco a poco sin que te des cuenta. Es como un virus que penetra cuando menos te lo esperas. Paulatinamente, lo va invadiendo todo. Así, cuando quieres darte cuenta, ya está más extendido de lo que pensabas.

Lo segundo es tomar medidas: se razona y se toma la decisión de hacer algo. Aparece, entonces, la voluntad. Por eso, me gusta hablar de “querer querer”. Detrás del amor, en la base, no está el sentimiento. El sentimiento es algo pasajero y no controlable. Detrás, está la voluntad, lo que quieres que pase, tu intención de amar, tu “querer querer”.

Tomar medidas

Entonces, pasas a la acción. No puedes quedarte en ir tirando. Yo veo muchos matrimonios que se encuentran en esta etapa de aburrimiento, de ir tirando, de no estar enamorado y no hacer nada por estarlo. Es decir, esa etapa de no quererse separar, pero tampoco sentirse cerca, sentirse equipo, sentirse uno. Y pienso aquello de que cuando entra una tercera persona en una relación, es que había hueco.

Vivir en una relación mediocre sin tomar medidas es, desde mi punto de vista, estar esperando a que venga un tercero y tire todo por tierra. No puedes quedarte en esa situación y solo esperar. Lo más normal es que no acabe bien. Lo mejor es hacer algo.

Los matrimonios que tienen problemas pueden tardar en buscar ayuda externa hasta cinco o siete años. En ese tiempo, la relación puede volverse aburrida y poco motivante, cuando no insoportable y desagradable. A su vez, es posible de que deje heridas o rutinas que difíciles de recuperar.

Empieza hoy


Por eso, yo recomiendo, en primer lugar, tomar la decisión personal de que la situación cambie. Empieza hoy, empieza ya. ¿Y cómo? Aquí te ofrezco algunos sencillos consejos:

  1. Intenta que haya una comunicación abierta y honesta, lo que no quiere decir ruda y directa. Mide lo que dices, pero dilo. Enfócalo expresando cómo te sientes, mejor que diciendo cómo es el otro o lo que te gustaría que cambiar. Los sentimientos son verdad y es muy sano expresarlos. Pero siempre desde el cariño, de forma constructiva.

  2. Evita la palabra “culpa”. La culpa no es tuya ni suya. No hay culpables, sino situaciones y sentimientos. Di yo me siento X cuando tú Y” y pregunta al otro cómo se siente. Igual, sin culpables ni reproches: solo sentimientos objetivos. Esto se llama comunicación constructiva.

  3. Planifica tiempo juntos. Organiza un tiempo de calma, de calidad, de estar juntos haciendo cosas que os gusten a los dos o que le gusten una vez a uno y otra a otro. Disfrutad de la compañía el uno del otro sin familiares, sin niños, sin móviles: solo vosotros en calma y para disfrutar.

  4. Busca pequeños gestos de cariño, que expresen el amor que te gustaría que tuvieran contigo. Dile lo que te gusta y pregúntale qué le gusta al otro. No lo des todo por sentado: las circunstancias y las épocas cambian y a lo mejor es siempre igual, pero a lo mejor ha cambiado algo. No pierdes nada.

  5. Reaviva la intimidad. Los abrazos y los besos, el contacto corporal es un ingrediente fundamental en la relación, aumenta la autoestima y segrega oxitocina, lo que contrarresta el estrés y el malestar. La intimidad no es solo contacto físico, sino también, compartir inquietudes, preocupaciones, sonreír. Fortalece el bienestar emocional y físico en el otro. Si sientes desconexión con el otro a lo mejor es un buen momento para volver a intimar.

  6. Piensa si no necesitáis ayuda externa. Habladlo los dos tranquilamente. La ayuda externa no es para casos extremos. Muchas parejas buscan ayuda a tiempo sin que haga falta que estén al borde de la ruptura. El acompañamiento o el coaching de pareja es algo cada vez más normal y aceptado. Se utiliza de manera habitual para volver a enderezar algo que parece que no avanza, que se ha quedado como atascado. Buscar la ayuda de un experto puede facilitar el volver a comunicarse sin gritar, sin reprochar y con una intención constructiva.

***

En resumen, en la vida en pareja no es posible el estancamiento. O, más bien, el estancamiento supone, normalmente, retroceder. Para poder avanzar, es necesario tomar medidas: “querer querer” y empezar a hacer pequeños avances que os hagan volver a avanzar. Solo así se puede ir hacia adelante, solo así se puede querer al otro cada día más.

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