Tenemos que romper el mito de “la noche de bodas mágica” y aprender a construir la intimidad sexual. Tranquilos: no soy el «Grinch» de la noche de bodas, soy el hada madrina de la intimidad sexual matrimonial.
No todo ocurre la primera noche
Muchas veces creemos que la primera noche juntos tiene que ser una verdadera “luna de miel en un cielo de chocolate”, y la realidad es que esa primera noche estamos cansados, cargados de incertidumbres, estresados por la boda, con nuestra mente que explota de información, etcétera. Y a todo ese combo le tenemos que sumar la presión de tener que vivir una noche mágica, y hacérsela vivir a quien le acabamos de prometer amor eterno. Tristemente, muchos viven su noche de bodas con desilusión por no cumplir con las expectativas autoimpuestas.
Pero, ¿saben cuál es la buena noticia? que la intimidad sexual no se resume “en la noche de bodas”, ni en un primer encuentro sexual; sino que se construye día a día, se descubre poco a poco, sin perder ni un gramo de cada detalle, y se potencia de amor, sensualidad y placer a lo largo de toda la vida.
Para que la llama de la pasión arda cada vez con mayor fuerza, por favor, hacé imborrable este consejo: “no es necesario que todo ocurra la primera noche de casados”. Esa noche tan esperada, imaginada, reescrita con matices diferentes cientos de veces; esa fantasía que se va a convertir en la experiencia palpable más maravillosa en cuerpo y alma, esa alegría indecible, no va a fundirse en “una noche”, sino en la suma acumulativa de muchísimos momentos de intimidad.
Ser «una sola carne»
Entender el primer encuentro íntimo como el primer paso, y no como el fin en sí mismo, nos ahorrará desilusión, nos quitará presión y nos dará el combustible que necesitamos para que la intimidad sexual en el matrimonio nunca se convierta en un clásico “hacer los deberes”, ni algo rutinario, sino en una luna de miel inacabable.
Para ello es muy importante en la pareja aunar los pensamientos que se tengan de la concepción del placer y del deleite de una sexualidad deseada, esperada y compartida. El matrimonio es el pacto que se sella por medio de la relación sexual, no como un acto coital, sino como una verdadera intimidad. “Serán una sola carne”, “se fundirán en un solo ser”: así de poético como lo dice la Biblia.
Poco a poco
Lo importante no es el orgasmo, sino toda la relación. Muchas personas no pueden disfrutar de la vida sexual, porque padecen lo que en sexología se conoce como “ansiedad del desempeño”: buscan un resultado final. Pero intimar es mucho más que una experiencia orgásmica o una actividad coital. Podemos estar unidos de la cintura para abajo, y lejos de la cintura para arriba. La intimidad sexual involucra tanto los genitales como el alma y el espíritu.
No son las infinitas posiciones sexuales ni las técnicas amatorias las que aseguran una pasión explosiva. Lo que despierta y mantiene vivo el deseo es la capacidad de seducir y amar, convencidos de que los brazos de su cónyuge son el mejor lugar del mundo, el más seguro, el más exclusivo y el más divertido. De ahí que el buen trato, el respeto, el diálogo y el romanticismo funcionen como el mejor afrodisíaco.
Hacer el amor dura tanto como 24 horas. Es imprescindible demostrar estar enamorado todo el día, todos los días de tu vida. Amar con pasión implica entregarse al otro, desearlo y suspirar por un próximo encuentro. ¡Esto lo entienden hasta los animales depredadores! Por ejemplo, el león y la leona, cuando van a copular, se esconden para no ser vistos; saben por su instinto que, si son capturados en ese momento por otros animales, serán presa fácil. Justamente, intimidad sexual es abandonarse, volverse vulnerable al otro, entregarse al placer y al amor. Vos, que sos un depredador, súmale tu carisma y romanticismo, y te asegurarás los más memorables encuentros amatorios con tu esposo.
Seguridad y verdadera intimidad
Hoy en día, ¡hay parejas que no han intimado nunca! No saben los gustos, preferencias y zonas placenteras de su cónyuge. Han tenido sexo infinidad de veces, pero jamás han conversado sobre lo que sienten antes, durante o después de cada relación. Y eso se construye: romper con la vergüenza, sincerarse en la intimidad, lleva tiempo. Pero como dijimos, poco a poco, y progresivamente, es posible.
Muchas veces la misma cultura le hace cargar al hombre con la responsabilidad de la intimidad sexual, y a las mujeres les cuesta poner en palabras sus deseos y preferencias, y reprimen todo tipo de fantasía. La clave está en la seguridad. La mujer se anima a manifestar su deseo sin vergüenza, cuando él le ha dado la seguridad suficiente para saber que no será rechazada. Un verdadero hombre es un caballero que corteja sin presionar, que excita sin obligar.
* * *
Para que tu matrimonio se convierta en el más «mielero» de la tierra, rompe el mito de la primera noche de “servicio completo”. No busques resultados: eso es tener sexo, anímate a vivir la más apasionante experiencia que es un matrimonio que tiene intimidad. Anímate a ir, poco a poco, a las profundidades del deseo y el placer compartido. Recorran y descúbranse íntimamente, sin perder ni un mínimo detalle en este camino de miel y chocolate.
Para cualquier consulta, podés encontrarme en Instagram: @pepyecheverria