Reconocer la fertilidad
Cuando hablamos de reconocer la fertilidad parece que nos referimos exclusivamente a la apertura a la vida y una paternidad responsable, donde se acoge el don del hijo con amor desde el inicio de su vida y que la anticoncepción es, por tanto, cerrarse a la vida desde su principio. Sin embargo, aunque esta ya es una diferencia sustancial, hay mucho más detrás de una “simple” elección entre ser padres con responsabilidad o simplemente no serlo. Cada una de nuestras acciones tiene efectos no sólo en los que nos rodean sino directamente en quienes somos.
Así, esta reflexión se trata de ir a la raíz de la conducta humana que implica el reconocimiento de la fertilidad y lo que no es necesario vivir en la anticoncepción. Para ello, debemos recordar que reconocer la fertilidad para posponer el embarazo se traduce en la voluntad de “evitar la concepción” absteniéndose de los actos conyugales que previsiblemente tendrán consecuencias procreativas. Todo esto sin impedir en ningún momento la fecundidad de aquellos que por su naturaleza propia son fecundos (en el periodo fértil).
Anticoncepción
Por otra parte, la anticoncepción es elegir una acción mediante la cual se impide que las relaciones sexuales sean fecundas para obtener el mismo objetivo: evitar la concepción. Con una mirada superficial puede parecer que la diferencia no es trascendental. Lo cierto es que se trata de, por un lado, la contraposición entre esposos que verán un crecimiento dinámico y exponencial de su ser persona y, por el otro, aquellos que sencillamente están eligiendo no experimentar esta transformación intensa de su ser.
¿Qué implica cada uno?
Bien lo expresaba San Juan Pablo II en su encíclica Familiaris Consortio, donde plantea dos tipos de comportamiento que implican “dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí”. En primera instancia, en el reconocimiento de la fertilidad los esposos deben ejercer un dominio de sí mismos para vivir la continencia. Esta abstinencia en el período fértil implica un comportamiento propiamente humano de autodominio, gobernado por la inteligencia, la voluntad y la libertad enmarcadas en la búsqueda del bien y el amor propio y al cónyuge. Por otro lado, en la anticoncepción los protagonistas de su fertilidad no son los esposos, es el método, que lo es todo, y el cuerpo (masculino o femenino) se vuelve un objeto a regular.
En segunda medida, los esposos al reconocer su fertilidad están eligiendo el modificar su conducta al no realizar actos sexuales en determinados momentos. Por otro lado, la anticoncepción es una elección, consciente o no, en contra del autocontrol, que muestra la modificación del comportamiento sexual como algo superfluo y no acorde a la naturaleza humana, negando su esencia personal.
Asimismo, reconocer la fertilidad implica que los esposos entienden y aceptan, con razón y madurez, como posible consecuencia biológica evidente del acto conyugal el inicio de una nueva vida. Con la continencia periódica, de presentarse la llegada de un nuevo hijo, no buscado, lo acogen siempre, sin ir en contra de su vida; esto es por definición lo que encierra el concepto de responsabilidad. En la anticoncepción, la responsabilidad procreativa se ve borrada por el acto de impedir la fecundación o incluso, según el método, la implantación embrionaria. ¿Puede esto ser llamado paternidad responsable?
¿Soy mi cuerpo o uso mi cuerpo?
Ahora, desde el punto de vista antropológico, hay contradicciones esenciales entre el reconocimiento de la fertilidad y la anticoncepción. En el primero, los esposos reconocen y respetan la dignidad de sus cuerpos. Es decir, saben que son sus cuerpos, y que por tanto merecen toda la reverencia y cuidado, de tal forma, que integran su cuerpo con su voluntad para decidir renunciar a los actos conyugales en el periodo fértil. Esta omisión voluntaria grita una realidad imprescindible del ser humano: soy libre, soy dueño de mí mismo, y busco por eso, mi bien.
En la anticoncepción, mi cuerpo no es parte de mí, estrictamente tengo un cuerpo, que como cosa debo manipular para…, y con este sencillo, pero trascendente cambio de concepción, se esta atacando la verdad más íntima de la persona humana: unión indisoluble de cuerpo, alma y espíritu, llamada a actuar con todas sus facultades para cuidar todo lo que se es.
Comunión conyugal
Finalmente, en la vivencia de una sexualidad plena matrimonial, existe una discrepancia vital entre el reconocimiento de la fertilidad y la anticoncepción: la comunión conyugal. El reconocer la fertilidad permite que los esposos puedan tener una apertura permanente a la vida y, por tanto, puedan expresar un lenguaje de amor en la verdad y con libertad que se eleva a mil voces: ¡Te entrego todo lo que SOY (incluyendo mi fertilidad natural), te recibo a TI, todo lo que eres (incluyendo tu fertilidad sin condiciones), para siempre! Y, por consiguiente, en cada acto conyugal, su unión de amor crecerá cada vez más.
En la anticoncepción, por su parte, quien se entrega, realmente lo hace a medias diciendo: “te entrego todo, excepto mi fertilidad completa, esa no la puedes tener, esa te la doy con estas condiciones” y quien acoge dice: “te recibo a ti, bueno, ciertamente solo esta parte de ti”. Está claro. La esencia de este lenguaje no está basada en la libertad de entrega, y como consecuencia, ¿podríamos decir que los esposos están hablando con la verdad cuando dicen entregarse y acogerse totalmente?; y con esa respuesta en mente, ¿cómo expresar el amor unitivo en verdad, cuando en algo se miente?
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Es en la vivencia del día a día que los esposos van comprendiendo que reconocer la fertilidad no es una “mera planificación natural”. La realidad a la que se están sumergiendo es verdaderamente una metamorfosis de su relación e intimidad conyugal y a su vez, una integración individual y profunda de su persona, de su humanidad.
BIBLIOGRAFÍA PARA CONSULTAR:
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Minguez, P. LOS MÉTODOS DE RECONOCIMIENTO DE LA FERTILIDAD AL SERVICIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE. Instituto Valenciano de Fertilidad, Sexualidad y relaciones Familiares (IVAF). Agrupación Clínica, Cronista Carreres, no 8, Valencia, España.
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Medialdea, C. et al. EL «ÁREA DE RECONOCIMIENTO DE LA FERTILIDAD» Y LOS «MÉTODOS PARA RECONOCER LA FERTILIDAD». CONCEPTO Y TERMINOLOGÍA. Instituto Valenciano de Fertilidad, Sexualidad y Relaciones Familiares, IVAF. 2020
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JUAN PABLO II. FAMILIARIS CONSORTIO ; SOBRE LA MISION DE LA FAMILIA CRISTIANA EN EL MUNDO ACTUAL, EXHORTACION APOSTOLICA. LIMA: PAULINAS, 2003.
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Juan Pablo II. Hombre y mujer lo creó. Cristiandad, Madrid 2000, p.316