Las mujeres afrontamos día a día diversas cuestiones que nos fortalecen y distinguen de los hombres, y que indudablemente nos vuelven únicas. Pero esto no descarta que también vivimos en una sociedad que suele estigmatizar y juzgar a las mujeres jóvenes embarazadas en lugar de abrazarlas y tenderles una mano. Es una sociedad en la que se han instalado miedos y mitos acerca de la maternidad en situación de vulnerabilidad, tales como: «te arruinarás la vida»; «adiós a todos tus proyectos, con un hijo no podrás realizar ninguno»; «ningún hombre querrá formar una familia con una madre soltera». Ante tales pronósticos, resulta esperable que pueda parecer aterrador traer una nueva vida al mundo.
Que no cunda el pánico porque nada de esto tiene por qué ser verdad. La verdad es muy distinta a la que pretenden hacernos creer a las mujeres, y un hijo, lejos de ser un destructor de sueños, se puede convertir en el constructor de una vida mucho mejor para nosotras. En el artículo de hoy trataré de mostrar la otra cara de la moneda proponiendo 4 razones para continuar con un embarazo adolescente.
1. Descubres un mundo nuevo
Está claro que la maternidad es un antes y un después en la vida de cualquier mujer, independientemente de su edad. ¿Pero quién dijo que dichos cambios son malos? Todo lo contrario.
Si bien lo ideal y lo mejor es tener un hijo dentro del matrimonio para formar una familia de manera responsable, ante la llegada inesperada de un hijo, las preocupaciones superficiales y el materialismo vacío se exponen y pasan a ocupar su correspondiente lugar de irrelevancia, apreciando y comprendiendo lo verdaderamente importante de la vida. Esto te motivará, incentivará, y despertará una creatividad y energía creando un núcleo de plenitud y amor hacia tu pequeño e inseparable compañero y hacia ti misma.
El embarazo te acerca a las personas que realmente te aman y aquellas que sólo estaban a tu lado por interés se alejan, quitándote de encima relaciones tóxicas que solamente eran un peso en tu vida. Así, podrás descubrir un mundo nuevo, más sano y con mayor sentido. Y sin darte cuenta, las miradas desaprobatorias, los prejuicios y las habladurías que tanto te aterraban ya no te afectarán. Tu experiencia te servirá como aprendizaje para transitar la vida y reivindicarte ayudando a otras mujeres que atraviesen tu situación o alguna similar. Te convertirás en una heroína.
2. Compruebas que el amor incondicional existe
Con tu hijo estrechas un vínculo especial que te vuelve por siempre especial desde el primer momento. Eres especial porque eres la única capaz de sentirlo florecer pétalo a pétalo dentro tuyo durante 9 meses; y de alimentarlo, protegerlo, darle calor, sentir cada uno de sus movimientos y sus suaves pataditas.
Eres la única y la primera en presentarle el mundo entre llantos y sonrisas, con su empapada cabecita en tu pecho calmándose al oír los latidos de tu corazón y de nadie más. Eres la primera y única en su vida; eres su mamá, la persona que más ama y más necesita, con tus virtudes y defectos. Y en ese momento compruebas que es posible ser amada y aceptada tal cual eres para toda la vida. Por tu lado, abandonas el mero individualismo y aprendes a compartir tu felicidad, entregándole tu corazón a la persona que más va a cuidarlo.
3. Te fortalece como persona
¿Cuántas veces te juzgaron, subestimaron e hicieron sentir menos de lo que realmente eres? La maternidad demuestra que puedes superar obstáculos y desafíos, afrontar problemas y llegar a metas de las que no te creías capaz. Esto te impulsa a descubrir tus habilidades, corregir errores, desarrollar tu carácter, aceptarte a ti misma y reconciliarte con el dolor. Así, entablas una relación más sólida y estable con tus propias emociones; y, por lo tanto, también con el resto de las personas.
4. Te realiza como mujer
Tu cuerpo llega exitosamente al punto culmine para el que se preparó toda tu vida, y con ello adquieres una visión más madura y positiva del mundo. Una visión repleta de propósitos, nuevos proyectos y responsabilidades que te motivan a vivir aún más ya no sólo por ti, sino también por tu hijo. Y el hecho de buscar el bienestar de tu pequeño te aleja de los malos hábitos y te acerca a los buenos, agregándote el plus de disfrutar una vida mucho más saludable y operante.
Con la maternidad creces como persona y comprendes que el sacrificio no es un padecimiento sino un acto de amor y entrega que te hace noble y valiente. Esto implica desarrollarte y florecer dentro de la sociedad como una mujer fuerte, independiente y, sobre todo, hermosa.