Generación tras generación, la humanidad vuelve a preguntarse sobre el “ser mujer”, aportando distintas respuestas, pero nunca parece ser suficiente. No solo eso, sino que, como atraída por una fuerza gravitatoria, la maternidad aparece siempre en el debate, ya sea para ser afirmada o negada.
Mujer hoy
Vivimos en tiempos en los que se exalta la fuerza, la determinación, la independencia de la mujer… y, ¿quién puede negar la bondad de estas cualidades? “La mujer que todo lo puede” pareciera ser el ideal planteado hoy. La mujer sin fragilidad, sin dudas, sin ambigüedades, solo certezas y determinación.
Pero cualquier mujer que haya sido madre, rápidamente recibe un baldazo de realidad: no puede con todo. El cuidado de un hijo requiere tiempo, pero sobre todo, requiere vida. La madre da vida, no solamente porque la da biológicamente, sino porque entrega su vida.
La mujer que da la vida
El niño crece porque le brindamos nuestra vida. Esto es: atención, cuidado, descanso y juego. El niño crece con la mirada y la atención de la madre, quien no solo le dio la vida, sino que continuamente le da vida.
La madre alimenta, cuida, protege y enseña. Entonces, la mujer que es madre descubre dramáticamente que no puede con todo. Las horas del día no son suficientes para ser mujer, hija, esposa, amiga, madre.
Así, queda desnuda ante la encrucijada: ¿cómo cuidar de alguien si no puede cuidarse a sí misma? ¿Qué vida se transmite, si la misma madre no puede vivirla? ¿Es compatible vivir y dar vida? ¿Como hacer una sin perder la otra? ¿Cómo transformar esa competencia entre ser mujer y ser madre, en un círculo virtuoso?
Maternidad que hace ser más mujer
Lejos de poder hallar una respuesta mágica inmediata, dependerá de cada una encontrar una respuesta a su tiempo. La clave esta en el tiempo. La maternidad atraviesa la vida, y las respuestas irán floreciendo a medida que la mujer atraviese la maternidad.
El caos de la maternidad se transformará lentamente en cotidianidad, y todo tendrá su lugar. Lo que parecía imposible, se irá transformando en cotidiano. Los tiempos que parecian pelear uno con otro, se irán puliendo. La mujer que es madre, se encontrará con la mujer que es hija, con la que es amiga, y con la que es profesional. Pero, ¿cual es la formula para que todo coincida armoniosamente? Encontrarla será la delicada tarea de cada mujer.
Una reflexión final
¿Qué puede aportar una instructora de fertilidad a la reflexión acerca del “ser mujer” y su relación con “ser madre”? Las instructoras acompañamos a mujeres. Muchas de ellas son mujeres que se transformaron en madres; otras no lo son, y no lo serán de manera biológica —aunque tal vez sí espiritualmente en atención a su vocación.
Nuestro trabajo, donde enseñamos el reconocimiento del ciclo como signo y fuente de salud, se ve atravesado por dichas situaciones. Algunas mujeres no saben si van a ser madres debido a su corta edad; otras ya son madres primerizas; otras con familias constituidas y desean evitar el embarazo; otras eligieron otra vocación, pero registran los ciclos por motivos de salud. Todas tienen en común el ser mujer, y a todas enseñamos el funcionamiento de su propio cuerpo.
Trabajamos con el “ser mujer”, que es nuestro foco principal. Ya sea que la mujer evite o busque el embarazo, lo haga temporalmente o por vocación, quiera ser madre o no lo tenga resuelto, lo concreto es que nuestro trabajo está centrado en el respeto por el propio cuerpo, el cuidado del “ser mujer” y la celebración de la posibilidad de ser madre. No todas seremos madres, pero todas debemos ser celebradas y cuidadas.
Para más consejos, podés contactarme a través de mi cuenta de Instagram: @fertilitycareargentina.