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“Si de verdad me quieres…”: Una expresión trampa

“Si de verdad me quieres…” es una frase que puede surgir en una conversación tranquila de
pareja o en medio una fuerte discusión. Pareciera un pensamiento en voz alta. Un pensamiento
sincero e ingenuo. Sin embargo, muchas veces encubre una actitud nociva ante una relación de
pareja. ¿Por qué puede ser una expresión nociva? ¿Qué refleja? ¿Cómo podemos evitarla y
reformularla?

Si de verdad me quieres…


Si analizas de cerca esta expresión, existe una condición. Expresa una duda, una posibilidad: si
pasa una circunstancia concreta, entonces, también, se da la otra. Es decir, puede darse o no, por
ejemplo: “si de verdad me quieres, dame un beso antes de acostarnos”.

Cuando se usa esta expresión se transmite una duda de si el otro siente amor o no. Se juzga. Se
condiciona a una acción. Se trata de una expresión que puede ocultar una inseguridad emocional.
También puede buscar una confirmación de amor o de compromiso. A su vez, oculta una
necesidad de atención por parte del otro. En cualquiera de los casos supone un chantaje
emocional, ya que, de forma indirecta, se pone en duda el amor del otro. Se pide, para demostrar
ese amor, que haga lo que yo quiero.

Si me quisieras…

Del mismo modo que la anterior expresión, esta oculta un chantaje emocional, una cierta
manipulación para conseguir indirectamente que el otro haga algo que yo quiero y controlar la
relación. Así, la expresión “si me quisieras” plantea mucho más abiertamente una duda.

La posibilidad es mucho menos probable e irreal. Esta expresión es, claramente, un reproche
negativo. Parte de que realmente no hay amor. Si lo hubiera, se pensaría que es un reproche más
un chantaje, por ejemplo: “si me quisieras, me darías un beso por las noches antes de
acostarnos”.

Pueden conseguirse resultados

Está claro que las dos expresiones anteriores pueden conseguir el resultado que se busca. Al
final, uno termina haciendo lo que el otro quiere, para demostrarle su amor.

¿Es sano que el otro tenga un comportamiento o haga una serie de cosas por miedo? ¿Es bueno
actuar para que el otro no se enfade o no se sienta triste? ¿No sería lo mejor conseguir que lo
haga por amor? ¿No sería más franco comentar abiertamente las cosas que nos gustan y cómo
nos sentimos queridos para que el otro nos pueda demostrar su amor?

Un punto de vista egoísta

Las dos expresiones anteriores se enfocan en el yo. También, juzgan al otro. Yo no siento el
amor que quiero y, entonces, deduzco que no me quieres.

Cuando juzgas al otro no eres justo. He visto muchos casos en los que hay amor, hay un
sentimiento real de uno hacia el otro, aunque el otro, por la razón que sea, no lo perciba. Puede ser incapacidad para expresarlo, incapacidad para percibirlo o por problemas de comunicación
en general. Cuando juzgas el amor del otro, no te pones en su lugar, y esas expresiones se
convierten en chantajes o en reproches.

La solución es la comunicación abierta

Para conseguir el resultado es mucho mejor trabajar en una comunicación abierta y no violenta,
sin chantajes ni reproches. Para conseguirla, hay que aprenderla y practicarla.

Hay personas que desde la infancia han aprendido a hacerlo así, pero otras tienden a decir las
cosas de forma indirecta y les cuesta mostrar abiertamente los sentimientos. A otras les cuesta
primero hasta indentificarlos y, después, expresarlos.

A lo mejor nunca lo han aprendido y, por esa razón, tampoco hay que juzgarles. La
comunicación sana tiene que ser positiva, abierta, sincera, asertiva, sin herir. Y puede aprenderse.
Expresar sentimientos, mejor que condiciones.

En vez de expresar condicionantes (si me quieres…, si me quisieras…) intenta enfocar estas
conversaciones desde una perspectiva positiva hacia el otro: el otro probablemente me quiere,
probablemente intenta demostrármelo, pero yo no lo siento así. Expresar los sentimientos quita
culpabilidad al otro. Es bueno aprender a mostrarlos sin herir. Así, en vez de decir: “si me
quisieras me darías un beso todas las noches antes de acostarnos”, es mucho más positivo decir:
“Cariño, yo sé que me quieres y seguro que no te das cuenta, pero cuando tú no me das un beso
por las noches, me siento menos querida”.

***

De esta manera, una fórmula para expresar sentimientos intentando quitar el máximo de culpa al
otro y evitando chantajes y reproches es: “tú no te das cuenta, pero cuando tú haces XX, yo me
siento YY, por lo tanto, me encantaría que tú ZZ”. Es una fórmula que aporta una perspectiva
positiva hacia el otro, busca el lenguaje asertivo y no culpabiliza. Así, se evita el chantaje y el
reproche y se apuesta por una comunicación positiva, abierta y honesta.

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